Compañeras y compañeros, ayer 16 de noviembre nuestro gremio celebró su día y también se cumplieron 42 años del aniversario luctuoso de Alfonso Quiroz Cuarón, considerado el padre de la criminología mexicana. Hoy quiero hacer un atento y vehemente llamado a todos los que conformamos este sector. México atraviesa, desde hace algunos años, una situación triste y complicada; atrás quedó el país surrealista, hoy somos una realidad llena de violencia.
Tal vez no vivimos en una época más violenta, sino más comunicada y en esto, estoy de acuerdo con la fallecida historiadora Jacqueline de Romilly, quien atinadamente mencionaba: “Tal vez haya habido tanta violencia, o incluso más, en otras épocas. Simplemente, se ignoraba lo que pasaba en otras partes. No había periódicos, ni radio, ni televisión, para dar a conocer todos los actos de barbarie que se producían por todo el mundo, ni con mucha más razón para hacerlos ver, en todo su horror, día tras día”.
Hoy no solamente tenemos periódicos, radio y televisión, también tenemos internet. Los medios nos han hecho sentir que vivimos en un mundo excesivamente violento. Sin la conectividad que disfrutamos hoy en día, seguramente hubiéramos tardado semanas en enterarnos sobre los ataques terroristas ocurridos en Europa y no conoceríamos los pormenores de éste. Pero no pretendo ir tan lejos, sin esta red de comunicación que se ha tejido en los últimos años, la realidad de nuestro propio país sería un fenómeno desfasado en el tiempo. Una realidad ajena.
En este sentido creo que hay dos cuestiones que son pertinentes mencionar: sí, vivimos en un México donde la violencia va en aumento; y no, tampoco es que la violencia sea un fenómeno generalizado que le vaya a ocurrirle a todos los mexicanos. Según el último estudio de incidencia delictiva realizado por el INEGI (2018), la tasa de delitos por cada 100,000 habitantes es de 37,807, esto significa que aproximadamente un 37.8% de los mexicanos estamos expuestos a ser víctimas de algún delito.
Nuestra percepción actual sobre la violencia puede depender de que hoy en día tenemos este fenómeno a un clic o un deslizamiento de distancia, lo que implica que, en cinco minutos de interacción o de uso de las redes sociales, hechos o noticias violentas se nos presentan de manera constante.
Pero lo anterior tampoco es una ilusión, en nuestro país se asesinan casi 11 mujeres al día, niños y adolescentes son descuartizados y desechados en bolsas de basura o maletas, periodistas son ultimados por su labor informativa e investigativa, defensores del medio ambiente son asesinados por proteger el patrimonio natural de los mexicanos y la violencia escolar se hace patente cada día más.
Entonces, ¿estamos exagerando? No. ¿Vivimos en una época más violenta? Si se compara con una guerra, no, pero tampoco vivimos en una época más pacífica. Lo que posiblemente está sucediendo es que todo se adapta, incluyendo la criminalidad. Nos está tocando vivir una etapa crítica, una situación de emergencia donde la criminología tiene el deber de renovarse o morir.
Nuestra República es un territorio social complejo, donde entender la criminalidad no se da en un solo paso, ni en una sola leída, los gastados e inútiles diplomados o pláticas de perfilación criminal, así como los engañosos cursos-talleres de análisis de “asesinos seriales” no conducen a nada. La criminalidad mexicana comprende más allá y es trabajo del criminólogo o la criminóloga saber apreciar y estudiar esas pequeñas aristas que representan la realidad delictiva y criminal del país.
El llamado es simple: nuestra inclusión se ha dado de manera muy paulatina; el sector privado ha sido el más visionario, actualmente se solicitan más criminólogos para cuidar los activos o prevenir las pérdidas de una empresa, que para prevenir la pérdida de vidas humanas. Y esto no está mal, finalmente la lógica corporativista global nos ha abierto sus puertas, pero ahora nos toca hacer ver al sector gubernamental que nos necesitan, no sólo en instituciones de seguridad pública o de defensa, también en instituciones educativas o del cuidado y preservación del medio ambiente, entre otras.
Hoy es el día en el que no tenemos que celebrar nada, hoy es el día en el que tenemos que luchar y exigir a las autoridades y a los gobiernos nuestra incorporación, hay que demostrar que hacemos falta, porque ser criminólogo es sinónimo de paz y desarrollo para la sociedad mexicana. Pero como toda exigencia, hay una responsabilidad intrínseca en ésta: estar preparado para los nuevos retos que enfrentaremos, es decir, aprender y desarrollar los conocimientos y las prácticas que nos serán necesarias para lograr nuestro objetivo.
Criminólogas y criminólogos de México, los convoco a este llamado, para que hoy no hagamos un día más de celebración, fiesta o carnaval sin sentido, tampoco este día es la reafirmación de nuestra identidad porque, siendo sinceros, ¿quién es el criminólogo mexicano; quiénes somos? Entonces, primero hay que construirnos, saber quién es el criminólogo o la criminóloga de hoy y sentar las bases para futuras generaciones. Luego también, hagamos del 16 de noviembre un día donde formemos un bloque de unidad para pedir a las autoridades nuestra incorporación en aquellas instituciones donde nuestra labor vaya a tener un gran impacto positivo.
Hoy es “nuestro” día, pero ¿qué significa eso? La criminalidad en México tiene 365 días y los criminólogos ¿sólo uno? Hagamos todos los días, el día del criminólogo, el día de la prevención, del estudio y el análisis, de la readaptación; hagamos que el crimen tiemble cuando escuche la palabra criminóloga o criminólogo, hagamos que la sociedad se sienta tranquila cuando sepan de nosotros, pero sobre todo colegas, los invito hoy y siempre a que hagamos mucha, muchísima criminología, porque México la necesita.
#MéxicoNecesitaCriminólogxs
#CriminólogxsUnidos
También te puede interesar: En defensa de un criminólogo en las escuelas.