México ¿mejor sin TLC’s?

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En 1992 culminó la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mismo que entraría en vigor en 1994. Su objetivo era crear el bloque económico más importante del mundo, que en ese año ya contaba con 400 millones de consumidores y un PIB Total de 9 billones USD.

Para ello, se pretendía establecer un área de Libre Comercio constituida por Canadá, Estados Unidos y México, con el objetivo de lograr una integración comercial y productiva para generar mayor valor agregado en la región, mayor número de empleos y mayor bienestar.

Este proceso de integración económica tenía como base al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), documento a través del cual se establecieron normas y regulaciones que favorecían el comercio y la cooperación económica entre los tres países, a fin de que los miembros de este grupo de integración económica concentraran sus esfuerzos en intercambiar bienes y servicios en los cuales poseían en una ventaja comparativa, de tal manera de que se realizara un intercambio más intenso debido a la supresión de barreras arancelarias y no arancelarias entre las tres naciones, pues eso haría más barato comprar bienes producidos en el área de libre comercio. Teniendo este marco de referencia, había que señalar la enorme complementariedad que existía entre las economías de la región, mismas en las que México destacaba por su enorme experiencia en el proceso de manufactura.

Esto permitiría aprovechar, de manera óptima, las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida y desarrollar ventajas competitivas; asimismo, se iba a incrementar la competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional y en el internacional a través de las economías de escala; se iban a captar mayores flujos la inversión extranjera directa en la región, con el fin último de generar más y mejores empleos, y elevar la calidad de vida de la población.

En 1994, su primer año de operación, parecía que el proyecto tenía enormes posibilidades de desarrollo, especialmente para México, pues, en ese año, nuestro país captó la mayor proporción histórica de inversión extranjera mundial con 4.3%, en tanto que nuestras exportaciones al TLCAN pasaron de 85.72% del total en 1993, a 90.74% en el año 2000; y nuestras importaciones lo hicieron de 78.14%, en 1993, a 85.04% en 1996.

Comentarios

Los resultados positivos que inicialmente tuvo el TLCAN, fueron generados por la serie de reformas estructurales realizadas en los años 80 y principios de los 90, mismos que hicieron muy competitiva a nuestra economía. Sin embargo, a partir de 1994 no hubo reforma alguna y, una vez que los beneficios de las reformas señaladas se agotaron, los retrocesos de México han sido enormes, ya que nuestro marco sistémico se volvió poco competitivo y esto generó que, a partir del año 2001, el proceso de integración comercial y productiva retrocediera. Esto debido a que numerosas empresas manufactureras radicadas en la región la abandonaran, incluyendo 900 empresas maquiladoras, principalmente norteamericanas, que salieron de nuestro país.

Así, a partir del 2001, la proporción de nuestras exportaciones a Canadá y EE.UU. fue declinando hasta alcanzar el 83.86% en el año 2020.

Esto también determinó que, numerosos insumos que importábamos procedentes de la región, en el período 1993-2020 se redujeran en -27.28%, y se empezarán a importar de otros orígenes, lo que significó menor valor agregado en América del Norte. El porcentaje en el período 1996-2020 alcanzó 35.17%, pues se redujo de 85.04% a 50.87%.

A continuación, presento un cuadro estadístico sobre la evolución geográfica del comercio exterior mexicano, en el período 1993-2020, mismo en el que podemos ver, de manera general, la pérdida de participación de los países con los que hemos firmado TLC’s en nuestro comercio exterior, tanto de exportación, así como de importación –lo que he marcado en amarillo–.

De este cuadro, que compara el período 1993-2020, cabe destacar la decreciente participación de nuestros socios de América como destino de nuestras exportaciones, misma que se cifra en -3.48%; con el TLCAN de -1.83%; con América del Sur de -0.67%; así como con la Unión Europea de -0.45%; y con la AELC de -0.03%.

Sin embargo, más preocupante es la disminución del TLCAN como proveedor de nuestro país, ya que el porcentaje es de -25.12%. Este proceso representa una movilización de la industria manufacturera de la región a Asia, con la que nuestra exportación se incrementó 3.24%, pero la importación lo hizo en 26.99%.

Así, podemos ver que, en términos generales, los países que han incrementado su importancia en el comercio con México son los países con los que no tenemos TLC’s, increíblemente, a costa de la pérdida de importancia de aquellos con los que firmamos TLC’s.

Apuntes finales

El TLCAN era un proyecto que tenía como objetivo una integración comercial y productiva de México con sus socios. Desgraciadamente, este proceso no se dio debido a que no hubo una estrategia integral que permitiera a nuestro país mantener un marco sistémico en un nivel competitivo, ni para posicionarse y consolidar su presencia en el mercado regional.

La base de la política comercial fue la firma de TLC’s, mismos que nuestros altísimos promovieron con numerosos países señalando que México era una puerta de acceso al mercado norteamericano, el más grande del mundo y, en efecto, México se convirtió en un trampolín para muchos países, pues ante la pérdida de competitividad de la economía mexicana, el esquema de exportación mexicano impuesto por los altísimos funcionarios convirtió a nuestro país en un país maquilador de ensamble básico. Es decir, el sistema se basó en una creciente importación de insumos para reexportar con reducido y decreciente valor agregado, de tal manera que, en el período 1993-2018, el valor agregado mexicano en la exportación cayó de 59% a 37%.

Lo peor de este proceso es que en sectores en los que México era importante productor y líder mundial en la exportación, de acuerdo con datos proporcionados por BANCOMEXT, el valor agregado en dichos sectores se ha reducido a niveles ridículos como es el caso del textil y confección a 29%; en cuero, piel y calzado a 38%; en equipo médico 3.4%; autopartes 26%; en automotriz 26%; y en equipo de comunicación, de audio y video 0.7%, por sólo mencionar los más importantes para nuestra economía.

Sin duda, la política y la estrategia de comercio exterior debe ser sujeta a una revisión seria, para así poder abandonar la improvisación y simulación que las ha caracterizado en los 28 años más recientes y que se ha traducido en enormes retrocesos de nuestra economía, según se puede ver en el cuadro que presento a continuación, sobre las principales variables económicas de nuestro país.


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