¿Alguien sabe exactamente qué está pasando en nuestro país? El reto que tenemos en este momento va más allá de ver todo lo que hoy está impactando en la crisis sanitaria, identificada como la iniciadora de este tsunami. Hay un ejercicio que podemos hacer para poder entender en qué realidad estamos viviendo.
La realidad individual se crea de acuerdo a la percepción de cada uno. El que no exista un camino claro que unifique a todas esas percepciones, desde un entendimiento colectivo, nos ubica en una ruta de realidades hacia diferentes rumbos. Lo que sí está claro es que existe una realidad social, generada hoy por el miedo, que sólo nos puede anticipar que las cosas no están bien y que no lo estarán si seguimos en ese estado de ánimo.
La construcción de la realidad social es un libro escrito por el filósofo estadounidense John R. Searle, en el comparte que “la realidad social es posible dado que existen intencionalidades colectivas para imponer funciones”. Nos dice que las relaciones sociales están basadas en esto. Inclusive en el conflicto se necesita que las partes tengan la intención de combatir para que se pueda realizar tal acción y así uno batir al otro.
Hoy México no tiene una fuerte intención colectiva para sostener una mejor versión de lo que nos está sucediendo. No hemos logrado concluir el “hacer juntos” para poder avanzar de forma distinta en medio de la crisis. Esto se da por la falta de liderazgo coherente que venimos padeciendo en las últimas décadas.
Actualmente el país está sostenido mediante una realidad contada por nuestros gobernantes que no coincide claramente con lo que estamos viviendo. Cuando se dice que todo está bien en medio de una crisis llena de incertidumbre, se define una realidad no verdadera o alucinación que sólo anticipa algo peor de lo que la percepción individual está recibiendo.
México está siendo sacudido por sus peores miedos y sus vicios. Si le temíamos a ser controlados, y nunca hicimos nada por evitarlo, hoy tenemos una realidad que nos muestra que el destino nos tenía preparada una broma muy pesada. El reto es entender que el destino lo hemos creado nosotros.
Si nuestro presidente tiene una realidad que no concuerda con la verdad de lo que sucede, y si no existe una figura que permita en colectivo crear una mejor certidumbre para el mañana, podemos interpretar que vamos en un barco a la deriva sin darnos cuenta de que entraremos muy pronto en una zona de alto riesgo que nos llevará al naufragio. Claro, a cada quién le afectará según el lugar que ocupa en el barco, pero el impacto será para todos.
Hoy tenemos la oportunidad de construir algo distinto desde lo individual hacia lo colectivo. Se requieren líderes que no se dejen llevar por la corriente del miedo o de sólo juzgar y quedarse como espectadores de lo que realmente sucede. No hablo de invitar a salir a las calles a protestar. La propuesta es empezar a construir realidades locales. Fortalecer regiones para no permitir que las crisis desestabilicen más de lo debido. Esto únicamente se puede construir mediante líderes conscientes y decididos a lograrlo.
No es mi realidad, ni tu realidad, ni tampoco la realidad de nuestros gobernantes; es la realidad de México la que nos debe interesar, ya que es la que realmente nos impacta a todos. El unirnos para hacerlo juntos y dejar la separación. Posiblemente logremos hacerlo unos cuantos, empezando entre familias y amigos, entre comunidades o regiones, y esto será suficiente para demostrar que se puede construir una mejor realidad social desde un presente consciente. Serán pasos que debemos dar para no quedarnos en el camino, hacia ese destino que ya hemos definido con nuestro pasado y que sabemos que no viene nada bien.
Hoy existen esas pequeñas regiones o comunidades del mundo que han demostrado hacer lo mejor frente a la crisis. No hay por qué no podamos llevarlo a cabo en nuestro país. El primer paso es dejar de competir con las realidades de otros para poder observar y asumir la responsabilidad de la realidad que estamos viviendo cada uno en lo individual, y cómo podemos unirnos con otros para construir un nuevo destino. El juego se llama “Vamos juntos”. ¿Estás listo para cambiar del “voy” al “vamos”?
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