Mujeres hondureñas y su día

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El 25 de enero el calendario hondureño marca la celebración del Día de la mujer, costumbre “naturalizada” desde 1955 con el reconocimiento del derecho al voto a las féminas “catrachas” en el gobierno del entonces dignatario Julio Lozano Díaz, a través del decreto 29 del poder legislativo. Desde entonces, han registrado su nombre en la historia moderna líderes intelectuales como Visitación Padilla (en cuyo honor se erigió en 1984 el Movimiento de Mujeres por la Paz “Visitación Padilla”); Olimpia Varela y Varela; Lucila Gamero de Medina; Paca Nava de Miralda; y, María Trinidad del Cid, entre otras. Anarella Vélez, historiadora y promotora cultural, dice que “desde 1825 a 1955 las mujeres estuvieron marginadas” de la vida sociopolítica.

En un principio, creo que la cantidad de mujeres que han logrado descollar en el país han sido “muchas”. No obstante, en mi opinión, la posibilidad de ser visibilizada en los espacios mediáticos hondureños -como una cultura periodística imbricada en estas empresas comunicativas- pasa por los accesos “preferenciales” que los medios brindan a algunas personas, ritualizando de esa manera la posibilidad de figurar y tener cabida en el imaginario de la población hondureña.

historiadora
Anarella Vélez (Foto: Honduras Tierra Libre).

Algunas podrán y tendrán con qué celebrar (académicas, empresarias, profesionistas, etc); otras, en cambio, que resisten el peso de la pobreza y la violencia (amas de casa en situaciones de marginalidad urbana, mujeres de zonas rurales, etc.), verán con “resignación” como la efeméride se convierte nuevamente en un “día normal”, con la “eterna esperanza” de una mejora sustancial en la escala social.

Pienso que es preocupante la vulnerabilidad a la que muchas veces se ven sometidas las mujeres hondureñas, debido a una cultura patriarcal, vigente y persistente en todo el cuerpo social (civil -por promover de una u otra manera la legitimación de los roles tradicionales de la mujer- y gubernamental -debido a la limitada respuesta estatal en la protección de la mujer en situaciones de violencia y sobre cómo “abrir” el cerrojo que impide su empoderamiento como tomadoras de sus propias decisiones-). De acuerdo con una investigación de un conglomerado de organizaciones que trabajan por la reivindicación de los derechos de las mujeres, en los últimos años la impunidad en el caso de los femicidios ha rayado el 93.5%, lo cual refleja una indolente estructura indagatoria que “dé frutos” positivos para castigar a los causantes de tales monstruosidades. Cabe subrayar que Honduras cuenta, desde principios de este siglo, con la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer, misma que pienso no ha sido vigorosamente entronizada y accionada en la sociedad hondureña, debido a estructurales situaciones adversas como el alto grado de analfabetismo tradicional (estimado en el 11.75% según datos oficiales) y las relaciones socioculturales de dominación masculina.

escritora hondureña
Lucila Gamero de Medina (1873 – 1964), escritora (Foto: Pinterest).

Por otra parte, creo que el hecho de que las mujeres, aquellas que dan y traen vida a la humanidad, a raíz de una permisividad “divina”, merecen alcanzar niveles más elevados en las diversas esferas de la vida social, pasando de la vida artística y cultural a la política y científica. Lo anterior pasa indudablemente por la reorientación de las políticas públicas e internas de las instituciones y estructuras sociales, para fomentar y avanzar en la igualdad de género (lo que que contribuiría de forma convincente en la reducción de la vulnerabilidad de la corporeidad femenina). Para ello, me remonto a las palabras de la investigadora Yesenia Pateti Moreno, para quien hablar del cuerpo de la mujer “invoca un fondo cultural que la identifica con determinados usos y costumbres”. Añade la escritora que lo anterior “exige de ella una expresión corporal denominada ‘femineidad’”.

En conclusión, las mujeres pueden y deben construir puentes hacia la “felicidad” y la autodeterminación, pero sólo mediante el empoderamiento para influir en la toma de decisiones, lo cual creo será posible únicamente a través de una robusta e interrelacionada organización feminista con el acompañamiento de pares internacionales.

¡Felicidades mujeres hondureñas en su día!

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