Why Nations Fail: ¿El caso de México?

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El pasado 2012, en medio de la crisis económica internacional, causó gran atención y reconocimiento mundial el libro “Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty”, (Por qué las Naciones Fracasan: Los orígenes del Poder, Prosperidad y Pobreza) escrito por Daron Acemoglu y James Robinson.  Tal revuelo se dio desde el ámbito de los economistas, hasta los políticos y el público en general y su tesis esencial ha sido recientemente presentada en México, en la Cámara de Senadores, a instancias del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

El libro, ya importante en sí, ha sido comparado por George Akerlof (Premio Nobel de Economía 2001), por su posible trascendencia histórica con La Riqueza de las Naciones de Adam Smith, considerado el padre de la economía, escrito a fines del siglo XVIII.  Esto evidencia la revolución del pensamiento económico que Acemoglu, del Tecnológico de Massachusetts, and Robinson, de la Escuela de Gobierno de Harvard, han desatado.

En el libro se asume que “Why Nations Fail” responde a la pregunta que ha mantenido perplejos a los expertos por siglos: ¿por qué algunas naciones son ricas y otras pobres, divididas por la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, el alimento y la hambruna?  ¿Es la cultura, el clima, la geografía?  ¿Probablemente es la ignorancia de cuales son las políticas adecuadas?”

A tal pregunta los autores aseveran que simplemente esas no son las causas.  Acemoglu y Robinson “muestran que las instituciones políticas y económicas hechas por el hombre es lo que subyace en el éxito económico”.  Concluyen, tomando como ejemplo Corea del Norte y Corea del Sur, países que se antojarían homogéneos en buena parte de los factores enunciados, que para explicar el éxito económico y la diferencia política y social entre una y otra, “es debido a la política que han creado […] trayectorias institucionales completamente diferentes”.

De esta forma, Corea del Norte es uno de los países más pobres del mundo y Corea del Sur uno de los más ricos.  El Sur forjó una sociedad que creó incentivos, premió la innovación y permitió a todos participar en las oportunidades económicas.  El éxito económico fue sostenido porque el gobierno vino a ser sujeto de rendición de cuentas y responsable ante los ciudadanos.  Por desgracia, el Norte, además de sufrir por décadas una hambruna, ha experimentado una represión política y muy diferentes instituciones económicas.

Para los economistas muy probablemente el libro resulte trascendente desde el momento que aborda sistemáticamente la relación indisoluble de la economía con la política y los eventos sociales que tal relación generan, para explicar las causas del éxito económico.  Es decir, el libro recoge la vieja tradición de la economía política, tal como el viejo escocés Smith la abordó y el controvertido Marx la asumió.  De igual forma, el libro sigue una metodología integradora e históricamente dinámica, para explicar orígenes y devenires de la pobreza y riqueza de los países.

Para los mexicanos, en general, sin duda, el libro llamará grandemente la atención porque en años recientes se debatió el tema de si México era un “estado fallido” o no.  Debate que se agudizó con la llegada del entonces embajador norteamericano, Carlos Pascual, experto en tal tipo de países, según se decía.  Resultará, además, interesante el libro para nuestros connacionales por el reciente debate político que las pasadas elecciones llevaron a la palestra pública, especialmente después de más de 12 años de un mercado oligopolizado y sin Estado.  No sin obviar, en tal situación, de la falta de instituciones reales que aseguren el Estado de derecho y la seguridad general de los ciudadanos.

Por otra parte, para México el libro puede ser aún más importante toda vez que su primer capítulo, intitulado “So Close and Yet So Diferent” (Muy cercanos y aún muy diferentes), pone en contraste el caso de USA y México.  El capítulo analiza a las ciudades de Nogales, Arizona y Nogales, México, planteando por que una ciudad es rica y la otra pobre.  Obviamente, a la luz de la teoría desarrollada, la razón radica en la naturaleza y fin de las instituciones económicas y políticas de uno y otro país, que dieron paso a Estados muy diferentes, cuyas bases históricamente se han arraigado en el tiempo.

Los autores tienen un “blog” destinado a abordar la explicación específica de diferentes casos de el porqué las naciones fracasan y para dar luz sobre los eventos económicos, políticos y sociales en curso, a través de la teoría de economía política desarrollada en el libro.  El pasado 25 de abril, presentaron el post “Why Nations Fail in Mexico”, remarcado el contrate entre USA y México.

Dicen los autores que “Si hay un país en América Latina donde uno pudiese haber pensado que el análisis de “Why Nations Fail” era relevante sería México”.  Enfatizan que al final del primer capítulo del libro terminan con la “discusión de como la diferencia entre Carlos Slim hizo su dinero (monopolio) y Bill Gates hizo el suyo (innovación) está hablando acerca de los problemas económicos de México”.  Aserto que no es sorprendente para los mexicanos, dado que el tema ha estado en la discusión pública casi desde el inicio de las privatizaciones aplicadas durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.  Aunque, al respecto, si es sorprendente que Bill Gates haya dicho que Carlos Slim era bueno para la economía nacional.

En este contexto, James Robinson debatió con Zoé Robledo, Senador del PRD por Chiapas, en relación al papel de las instituciones en el éxito o fracaso de países y regiones, especialmente en consideración al caso de México (Enfoque, Entrevista, Reforma, 28 de abril, 2013).  Robinson caracterizó a México, igual que al resto de América Latina, como un país con instituciones extractivas originadas desde la colonia, lo que generó un pobre desempeño económico y una gran desigualdad social.  Obviamente entendido el proceso extractivo como aquel por el que se obtienen recursos sin reproducirlos o ampliarlos económicamente.

Argumentó que aunque la revolución mexicana significo una gran movilización social y la creación de nuevas instituciones, éstas terminaron por recuperar su carácter extractivo, al momento que el Estado posrevolucionario se consolidaba.  Señaló que las instituciones eran extractivas por la existencia de un sólo partido dominante, el PRI, que permitió pactar para que, según él no pagaran impuestos el capital y las utilidades, por lo que hasta la fecha la recaudación fiscal es baja.  De igual forma se hicieron arreglos con otros sectores y actores políticos y sociales.

Con respecto a la diferencia entre el sur y el norte del país, caracterizado el primero por una mayor pobreza y desigualdad con respecto al segundo, indicó que en un país con instituciones extractivas puede haber regiones en las que las instituciones tienen un mayor carácter de tal tipo que en otras.  Y que ello se da por razones históricas y sociales, tal como ha sido entre el sur y el norte de México.

En tanto en el norte prácticamente se cuajó la revolución y se destinaron las grandes inversiones públicas agropecuarias y de infraestructura, en el sur los efectos de la revolución fueron tardíos y las inversiones públicas menores.  A la fecha, el Estado es más endeble en el sur que en el norte y una menor población se beneficia del carácter extractivo de las instituciones.  Además de que la consolidación del PRI con fuerzas políticas locales ha sido más duradera, que en el resto del país.  Por lo que los gobiernos son más clientelares y corruptos que en el norte del país.

Finalmente, concluye que ha habido una democratización política en México pero que no se ha llegado a instaurar una democratización económica.  Por lo que si bien en el ámbito político y social hay muchos elementos de las instituciones extractivas, establecer prioridades es necesario, porque no se puede cambiar todo a la vez.

Además, de que los monopolios, como el de la telefonía, significan costos económicos enormes, pero también generan otros costos de cómo se puede manipular al Estado para crear instituciones extractivas.  Así, es necesario hacer reformas al Estado, una vez que el poder político evolucione y el sistema político se vuelva más abierto y competitivo.  Dado que éstos, “están estancados con el viejo legado político del viejo PRI.”

El marco analítico desarrollado en “Why Nations Fail” es sugerente y de aplicación general.  Su énfasis en la naturaleza de las “instituciones” para explicar el éxito y el fracaso económico de los Estados desemboca en el resultado final de éstas.  Así, recoge relativamente la idea establecida en State-Building: Governance and World Order in the 21st Century, de Francis Fukuyama, reconocido por su controvertido libro el Fin de la Historia.

Fukuyama señala que en los países en desarrollo es necesario crear las instituciones que aseguren su gobernanza, como requisito básico para el progreso.  Enfatiza que esa debería ser la tarea primaria para el desarrollo, para que el Estado rinda cuentas y trasparente la información en beneficio de la sociedad.  Tal posición implica ir más allá del simple establecimiento formal de las instituciones, tal como acontece en México.  Es necesario que lo formal transite hacia la esfera de lo real, de la vida cotidiana y de la operación del sistema de derecho y el sistema económico y social imperante.  Hechos que no acontecen en México.

Por otra parte, en Why Nations Fail se obvia el rol que el entorno internacional puede desempeñar sobre las instituciones y su gobernanza.  En ese sentido, la llamada International Political Economy (Economía Política Internacional) puede estructuralmente afectar el desarrollo de un país, tal como lo demostró Susan Strange, desde los 1980´s, especialmente en su trabajo States, Firms and Diplomacy.  De este modo, estructuralmente Estados y empresas pueden ejercer un poder sobre otros Estados al extremo de limitar u orientar su devenir y desarrollo.

De esta manera, uno se podría preguntar hasta donde nuestras propias instituciones han sido funcionales a los intereses políticos y económicos de USA, es decir en su beneficio.  También uno se preguntaría si los resultados crecientes de mayor violencia y desigualdad en México comienzan ya a ser contrarios y adversos a los intereses últimos de USA, al menos en materia de inmigración y seguridad.

No en balde bien ha dicho el Presidente Obama que “pienso que una nueva cooperación económica entre nuestros dos países está sólo comenzando” (Reforma, 30 de abril, 2013).  Ojalá que tal intención se concrete en apoyo de la reforma efectiva de nuestras instituciones, de su gobernanza y en beneficio de todos los mexicanos.

 

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