¿Nueva globalización? Estados Unidos

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En medio de la abulia que genera la crisis de la Unión Europea (UE) y la costosísima estridencia que produce la definición de los candidatos a las próximas elecciones federales mexicanas, pareciera que las noticias sobre la inminente recuperación económica norteamericana y el informe del Presidente Obama sobre el Estado de la Nación (The State of the Nation)pasaron casi inadvertidas, por lo menos para el gran público nacional.  En cualquier caso, a ambas noticias no se les dio la relevancia y trascendencia que podrían tener para nuestro futuro inmediato y las perspectivas futuras que generarían para México.

A pesar de la obviedad asumida por México, es claro que la economía del vecino del norte arranca el presente año con nuevos y promisorios bríos, a la par que habrá de verse alentada positivamente por las medidas, especialmente fiscales, anunciadas explícita y enfáticamente por Obama en su State of the Nation.  Tales medidas, sin duda, habrán de plantear un nuevo escenario al comercio internacional actual, creando, con mucha probabilidad, una globalización diferente a la actual.

La situación económica adversa que han enfrentado los Estados Unidos (USA) es la más grave vivida desde la Gran Depresión de 1929.  En efecto, la recesión económica que oficialmente fue reconocida en diciembre de 2007 terminó en junio de 2009, por lo que se estima haber tenido una duración de 18 meses, dos meses más que la experimentada en 1981-1982.  El impacto de tal situación económica, en su profundidad y duración, implicó que más de 13 millones de norteamericanos perdieran su empleo y que en promedio tarden casi dos años en encontrar un nuevo puesto de trabajo.

Sin embargo, como resultado de las medidas implementadas desde el inicio de la actual administración federal demócrata, los efectos desastrosos sobre la producción y el empleo que se esperaban pudieron ser contenidos, sin dejar por ello de reconocerse que aún durante el actual gobierno se generaron casi cuatro millones de desempleados.  Así, el programa de más de $700 mil millones de dólares para apoyar a las instituciones financieras, la rebaja de los impuestos a la población de clase media, y los rescates a las empresas automotrices, entre otras más, han dejado ver finalmente de manera incontrovertible sus efectos positivos sobre el crecimiento económico, tal como lo demuestran las estadísticas económicas recientes, el Presidente Obama enfatizó ante el Congreso.

Ello contrasta fuertemente con el entorno político desfavorable que enfrenta la administración federal por parte de los republicanos, que han cuestionado no sólo la efectividad de las medidas tomadas, sino también proclamado la necesidad urgente de abatir la deuda pública; seguir imponiendo menos impuestos para los estratos de elevados ingresos y cancelar aquellas rebajas fiscales destinadas a la población de menores ingresos.

En efecto, 2011 significó una recuperación sostenida de la economía de USA (Gráfica 1), logrando en el último trimestre un crecimiento de 2.8%, frente a un crecimiento de sólo 1.8% del trimestre anterior.  Esta clara tendencia marca mejores augurios para 2012 para una economía que se antojaba languidecer con una tasa de interés cercana a cero y estar sometida a un programa de ahorro de presupuesto público de más de dos billones de dólares.  Los resultados positivos obtenidos son por el impacto que ha tenido la dinámica de la inversión privada (Gráfica 2), relevantemente a partir de su recuperación observada desde el último trimestre de 2009.

 

La importancia motriz de la inversión en la nueva tendencia de la economía de USA

se puede apreciar si se toma en cuenta que en el cuarto trimestre de 2011 creció con respecto al inmediato anterior alrededor del 20%.  De igual manera, en 2011 se cerró con un índice de inversión del 86, considerando a 2005 como 100, después de que en el primer trimestre de 2009 fue de únicamente 68 (Gráfica 3).  El crecimiento de la inversión no sólo anuncia mejores expectativas de crecimiento, sino de igual manera mejores percepciones de negocios, por mayores consumos.  Adicionalmente, mayores inversiones enuncian también que la recuperación económica puede ser bajo bases de mejor eficiencia, en un mundo de amplia competencia.

Por otra parte, y como resultado de la nueva dinámica económica de USA, bien ha dicho el Presidente Obama que “en los últimos 22 meses, los negocios han creado más de tres millones de empleos” y que el “año pasado crearon más empleos que desde 2005 (The State of the Nation)”.  De esta manera, después de que el desempleo logró alcanzar una tasa hasta alrededor de 10%, para el cierre del año fue de un poco más de 8%, casi dos puntos porcentuales menos al peor nivel alcanzado desde 2009.

Aunque sus números absolutos y la tasa de desempleo han caído, la duración promedio de las personas en espera de trabajo sigue siendo de 40 semanas, mayor que la alcanzada en la crisis de 1982.  De la misma forma, la duración más frecuente en espera de empleo es de 21 semanas.  Esto hace prever una acelerada obsolescencia de las capacidades de la fuerza de trabajo, a la luz de las nuevas oportunidades de empleo que se puedan generar a futuro, lo que plantea un reto público inmediato que se deberá de solventar, si se desean crear las condiciones favorables para un crecimiento sostenido y competitivo.

Sin haber llegado a su fin, la crisis de USA, tal como lo reconoció Obama ante el Congreso, la economía de esa país desde hace tiempo estuvo perdiendo empleos y capacidad productiva, en particular de manufacturas, independientemente de la crisis financiera desatada por las hipotecas sub-prime.  Ante esta situación estructuralmente adversa, Obama dijo que no se regresará a una situación de una economía debilitada por el sistema de outsourcing extranjero, malas deudas y falsas ganancias financieras.

En este contexto es que las medidas que fueron anunciadas el pasado 24 de enero hacen prever un gran cambio en el paradigma de la globalización como hasta ahora ha sido asumida.  Paradigmáticamente, Obama se comprometió a lograr una economía construida sobre las manufacturas americanas, la energía americana, las destrezas de los trabajadores americanos y una renovación de sus valores.

Sin ambages, señaló que “tenemos la enorme oportunidad, en este momento, de regresar la manufactura” al país, indicando que se debe empezar con el código de impuestos.  Críticamente indicó que ahora mismo compañías consiguen reducción de impuestos (tax breaks) moviendo empleos y ganancias al extranjero, en tanto compañías que escogen estar en USA son golpeadas con una de las tasas de impuestos más altas del mundo.  En este tenor, el Presidente enunció las medidas fiscales que propone para cambiar la situación prevaleciente.

Primero, de acuerdo a lo presentado, las empresas que hagan outsourcing de empleos hacia el extranjero no recibirán reducción de impuestos.  Segundo, ninguna compañía norteamericana podrá evadir pagar la parte de sus impuestos por mover empleos y ganancias al extranjero, por lo que cada compañía multinacional deberá pagar un impuesto básico mínimo.  Tercero, las compañías de manufacturas americanas deberán obtener una reducción mayor de impuestos y si es de alta tecnología deberá tener el doble de reducción por producir en USA.  Además, si la empresa se relocaliza en zonas más afectadas por la crisis actual obtendrá una ayuda de financiamiento para nuevas plantas, equipamiento o entrenamiento de nuevos trabajadores.  Todo esto busca parar el recompensar a las compañías que se llevan al extranjero los empleos, para comenzar a hacerlo a aquellas que los crean en USA.

En igual sentido, propuso una Trade Enforcement Unit (Unidad de Cumplimiento de Comercio) para investigar prácticas desleales con países como China y que habrá más inspecciones para prevenir imitaciones y bienes inseguros que entren a USA.  Equivalentemente, una nueva unidad se encargará de prácticas financieras riesgosas, abusivas, criminales contra los consumidores.  Además, ninguna compañía extranjera tendrá ventaja en USA sobre las americanas para acceder a financiamiento o a nuevos mercados.

En medio del compromiso de la cancelación de las regulaciones fuera de época y de nuevos apoyos fiscales a las pequeñas empresas, también Obama indicó que se aplicará una reforma impositiva para la población de altos ingresos, bajo el lema de laBuffet Rule (Regla Buffet), para que paguen al menos lo que pagan sus trabajadores.  Propuso, agregadamente alentar el mercado de energías, enfatizando las no convencionales o limpias, cuyo consumo el propio gobierno incrementará, como medio para alentar nuevas industrias.  Finalmente, además de comprometerse a alentar la capacitación, no dejó de proponer un programa de refinanciamiento a las bajas tasas actuales, para aquellas familias que aun no pueden hacer frente a sus compromisos hipotecarios.

Las acciones propuestas por el Presidente Obama afectarán la movilización productiva del capital a una escala global, haciendo que la recuperación económica de USA se fortalezca bajo una nueva estrategia industrial y de comercio por la vía impositiva.  Tales medidas configurarán una relocalización de la producción y harán que las prácticas de comercio sean más equitativas.  Sin afectar aparentemente la liberación del capital financiero, su asignación productiva habrá de conformar una globalización diferente a la que hasta ahora ha sido pregonada.

Así como en el pasado se insistía en México de las bondades de una reforma económica que ya había sido enterrada en su propio lugar de enunciamiento, tal como lo fue la London School of Economics del Reino Unido, donde ya para entonces había surgido el nuevo laborismo, así sería deseable ahora que estuviéramos atentos a los efectos adversos que las políticas norteamericanas pueden generar, especialmente a la luz del Tratado de Libre Comercio y el empleo que generan las maquiladoras del norte del país.

Es posible pensar que la globalización por venir habrá de escribir una nueva historia industrial y de comercio no visualizada y esperada por México.  Una vez más nuestro país corre el riesgo de llegar tarde a la historia, máxime ante las políticas que dos de los principales candidatos presidenciales ofrecen.  En esta globalización, el estado y la acción pública deliberada se vuelven a centrar en los intereses nacionales, más allá de las llamadas eficiencias del libre mercado, y los intereses particulares.

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