Nueva Globalización: Nuevas epistemes

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¡El mundo está cambiando!!! ¿Dónde lo he oído? –Me lo decía mi abuelita, me lo decía mi papá, me lo dijeron muchas veces y lo he olvidado muchas más, -canta Paco Ibáñez- pero vamos, es que ahora realmente está cambiando.

 

Cambia la forma de conocer y de hacer las cosas, cambia la episteme. Cambia el modelo de globalización y cambia el modelo neo liberal. Cambia la orientación de la formación y cambian las formas del trabajo.

 

Multipolaridad

 

Si bien desde hace 10 años Thomas Friedman, había señalado que el mundo se estaba aplanando (The World is flat, 2005) hoy constatamos que no sólo se está ocurriendo eso, sino que el planeta tiende hacia una archipielización nacionalista. Tras de la elección de Donald Trump, como Presidente de los Estados Unidos, desde el anuncio del Brexit y el comienzo de las evocaciones de un Fanxit y otras rupturas, percibimos que hay en efecto una tendencia xenofoba y aislacionista de las naciones en aras de una defensa de un proteccionismo supremacista.

 

Pakistán, Siria, Venezuela, Rusia, China, Nigeria y Mali, por otra parte, son ejemplos claros de otros populismos donde caudillismos mesiánicos, partidismos monolíticos y fundamentalismos como el acusado por la presencia de Boko Haram, (la educación occidental es pecado), cuestionan el modelo en que basan su desenvolvimiento las sociedades occidentales.

 

Algo está ocurriendo, sin embargo, -en el inconsciente colectivo de las sociedades occidentales-, que hace fallar las predicciones acerca de la orientación de la sociedad. Tanto en Inglaterra como en Colombia, los Estados Unidos o México, están sorprendiendo de manera clara, algunos cambios de paradigma, algunas nuevas formas de percibir la realidad, la emergencia de una nueva consciencia crítica, menos transparente y más individualista.

 

Si tomamos como ejemplo la formación de los Grande dominios en México en los siglos XVI, XVII y XVIII como lo sugiere François Chevalier (2006), es de señalarse que las idiosincrasias de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, la Huasteca, la Mixteca, el Bolsón, Soconusco, Michoacán y la Península Yucateca, no solo están presentes hoy y se imponen a la supuesta identidad nacional o estatal (ver nuestra colaboración anterior en Semanario) sino que pueden entre otras cosas determinar preferencias electorales, opiniones y conductas de toda naturaleza, por encima incluso de otras formas de segmentación. La balcanización ha dejado de ser una idea locuaz y lejana para asumir su rol de mito dinámico generalizado. Gran Bretaña ha evocado incluso, la posibilidad de un nuevo plebiscito para decidir la permanencia de Escocia en el Reino Unido. De darse una situación así, Cataluña y el país vasco en España, Bretaña y Alsacia en Francia y otras regiones podrían seguir su marcha a la balcanización. Imaginemos la cisión del territorio nacional mexicano siguiendo esta tendencia. ISIS es otro ejemplo de la recomposición del mundo un estado supranacional que precede la formación de las naciones en que se ejerce. Texas pudiera volver a ser Tejas y Nueva Vizcaya o Yucatán también repúblicas independientes.

 

Alternativos

 

En muchos países, desde Alemania al Perú, Francia o México, Japón o Dinamarca, Los Estados Unidos o Irlanda, vemos crecer un movimiento de alternativos, autogestivos, alter mundialistas. Sus actividades se expresan y orientan contra los OGM, las centrales nucleares, son antimilitaristas, pacifistas y van desde el racionalismo intelectual cientificista Greenpeace hasta el tradicionalismo folclórico de los temazcaleros. Esta cultura de la alternancia sistémica, sugiere que un creciente grupo de individuos, busca distanciarse de una barbarie construida en nombre del status quo y de la democracia.

 

Nuevas utopías para el manejo del dinero, para la organización social, para la salud y el orden están emergiendo en dislocadas geografías y terminarán quizá por imponerse a la barbarie de los estados fallidos y la corrupción supranacional.

 

 

 

La Espiritualidad

 

Ésta, como decían A. Moles y R. Barthes, es una constante (K) en la sociedad y sólo varía en su objeto. El objeto material, el automóvil o el reloj como objetos de culto. El mundo, dicen algunos filósofos contemporáneos, debiera tender a una espiritualidad de alternancia e inclusión, de respeto a las costumbres y tradiciones y a la construcción de una noción compartida de humanidad, la conciencia de una globalización distinta.

 

Pero hoy estamos en una etapa anterior, la de la ruptura el sectarismo y el caos, es tiempo de complejidad, de entropía. Las utopías apuntan a encontrar un punto de inflexión, una catástrofe, una singularidad, la morfogénesis de esa nueva cultura supra lógica que se imponga a la democracia fallida, al populismo estridente, al nacionalismo fascista, a la estulticia nacionalista de la murología anquilosada en un pasado que sólo produce frustración, encono y un resultado cortoplacista de bajo rendimiento.

 

 

El Mito de la fábrica sin obreros

 

No es ya una idea absurda, una ficción. Y es que, pese a que hay suficiente agua, suficientes alimentos, medicinas, para dar de comer, curar y saciar a la población mundial, todos sentimos y sabemos que esos recursos están desigualmente repartidos, para fortuna de unos y desgracia de todos.  Siempre ha sido así espetarán algunos.

 

El problema es que hoy lo sabemos, lo vemos, vivimos y padecemos en sus consecuencias que, si bien algunos entienden como barbarie el que continúen expandiéndose, justificándose y ampliando las desigualdades, otros las promueven con la justificación de una calidad de vida artificial y solipsista.

 

Y en este contexto, las fabricas necesitan cada vez menos obreros, y el trabajo se acentúa como un recurso escaso.  No así las ocupaciones, todos hacemos algo. El trabajo remunerado que se inventa al final del S.XVIII resulta del intercambio pecuniario entre kilo-joules y remuneraciones (hand-work), entre conexiones hormonales y cuentas bancarias hoy (mind-work). No, el trabajo así considerado, no es estrictamente necesario a la humanidad, podemos, como lo hicimos en otro tiempo vivir sin él. No así sin ocuparnos, sin hacer, sin aplicar la inteligencia a la subsistencia, al placer, a la creación, a la armonía, al servicio. Hasta el S.XVI, el sistema mantenía a la casi totalidad de la sociedad, ocupada y la noción de trabajo existía bajo la forma de oficios y funciones, no era precisamente un mundo ideal cierto, por el contrario, las desigualdades produjeron innumerables enconos y revoluciones. Pensar hoy, sin embargo, un mundo sin empleos remunerados y de largo plazo, es cada vez más real, los datos nos lo sugieren. El número creciente de inscritos a los sistemas diversos de seguro de empleo, las horas de home office, la multiplicidad de chambas que una persona realiza en un corto periodo de tiempo, los porcentajes reales de subempleo y desempleo, los despidos masivos.

 

Pero las sociedades se defienden también frente a estas realidades. Más allá del frenesí por tener, está el afán de ser-con-los-demás, una nueva tendencia comienza a aparecer entre los jóvenes que no quieren tener roles protagónicos sino ser uno más, ser un violoncelo en la orquesta y no necesaria o constantemente el primero. (sugiero en este sentido ver el último filme de Ingmar Bergman, Sarabande, 2003). Muchos noruegos, suizos daneses, alemanes, algunos franceses, excesivamente bien pagados para los estándares globales, pasan tres o cuatro meses “currando” en sus países y ocho o nueve viviendo aventuras en países “exóticos” como México, Camboya, Vietnam o Perú. Es claro que ese ser-uno-más, en los países de referencia es uno más muy especial, un uno-más, que goza de asistencia social, en el caso de los suizos hasta de una renta de ciudanía, de seguridad y de protección cuando necesario. Un uno-más en otros países, en los países en desarrollo, o en los países precarios, es un uno más, de segunda y de tercera, no solo sin calidad de vida sino sobre todo sin consciencia de lo que implica la calidad de vida. Es esta una de las razonas por las que México aparece con un alto ranking en los índices de felicidad:

 

– ¿Problemas de agua yo?…

-No…  yo tengo agua todos los días de 10 a 12…

 

-¡¡No-problem!!

 

Para allá vamos, ¡volados!, Elon Musk, ese paradigma de modernidad y modelo de la juventud informada, es probablemente el sínico más sincero de los industriales. No, él no aboga por la creación de empleos, divisa favorita de políticos y empresarios tradicionales en su diálogo. El aboga por la empresa

 

eficiente, por el servicio, por el bien común (¿) –quizá, pero no por el trabajo. Su más reciente declaración señala que quiere lanzar 800 satélites solamente en 2018 para proveer servicios de internet en todo el planeta, cero obreros trabajan en los satélites una vez posicionados, pero millones se benefician del servicio. Solo unos cuantos trabajos súper-especializados y durante un corto periodo de tiempo para privilegiar la formación constante.  La humanidad tiende a este racionalismo pragmático y no se hace historias basadas en consensos democráticos. Y hablando de

 

 

La Democracia

 

 

Slavoj Zizėk, profesor de la universidad de Liubliana en Eslovenia, señala que el enemigo del siglo XXI se llama democracia de la misma forma que el del siglo XX se llamó totalitarismo. Y es que los crímenes y las contradicciones cometidos en nombre de este referente mayor en occidente, parecen ir en aumento. Hace unos días en un breve intercambio con el ex Presidente, Sanguinetti del Uruguay, -hoy arroz de muchos moles-, éste, advertía contra los populismos democráticos. La democracia, señaló, es la necesidad de diálogo y de oposición, de alternancia y crítica, mientras que el populismo es un totalitarismo, aunque su vía al poder haya sido la democracia.

 

Y es que sin información y sin emancipación, sin crítica y sin análisis, es fácil ejercer el poder. Fácil y obtuso, porque el poder que no sirve a la gente, la perjudica. Beneficiar como en las cleptocracias, en el corto plazo a unos cuantos, perjudica a la larga a todos.  La plutocracia otorga en apariencia privilegios a quienes, en sus cárceles de cristal y sus jardines asilados, gozan de un blindaje clínico, de soledad mental, del rechazo social de la “chusma” y terminan en relaciones endogámicas que iteran perversamente, -en países como México-, a las oligarquías criollas que gobiernan.

 

Frente a esta perversión de algunas democracias, quedan dos demiurgos, el de la inteligencia y el de la confianza. Dos condiciones que están muy alejadas de las realidades concretas de países como México y que son sin embargo condición sine qua-non al crecimiento integral de las culturas y de los estados.

 

 

La Empleabilidad nueva premisa para orientar el conocimiento

 

Publicamos hace unos días en El Financiero, el ranking mundial de universidades en función de la empleabilidad de sus egresados. Los resultados son sorprendentes desde muchos ángulos:

 

La UNAM, pese a seguir siendo la universidad que provee al mercado del país el mayor número de empleados, ha caído del sitio 121 al 150, en el ranking de las 150 universidades que mejor proveen el mercado laboral. Por su parte el TEC está ascendiendo significativamente y pasó del sitio 114 al 110.

 

A nivel global, es el CALTECH, la universidad que produce los profesionales más demandados.  Un cambio importante que se está gestando tiene que ver con la evaluación hecha por los estudiantes y sus padres en materia del ROI, (retorno sobre inversión) y es que en este sentido las universidades norteamericanas, que siguen siendo las más demandadas, ya no tienen la fuerza que tuvieron en otro tiempo. Se ha reducido el número de universidades norteamericanas en el ranking y aparecen universidades de otras regiones como Argentina o los Emiratos Árabes Unidos.

 

Se observa por otra parte en el ranking, que Japón está teniendo dificultades en mantener su posicionamiento en Asia por la competencia de otras universidades en la región como las chinas o las coreanas.

 

La empleabilidad se muestra como una suma de factores entre los que las habilidades suaves (soft skills) juegan un papel esencial como lo señalamos ya en una publicación anterior de esta misma columna. Son las habilidades comunicativo/expresivas, la capacidad de trabajar en equipo, la adaptabilidad, la conciencia de identidad, algunos de los factores que los empleadores aprecian más.

 

La empleabilidad se impone en y a los contenidos de las formaciones. Pesa más la garantía de empleo que la calidad del currículo ofrecido. Otro cambio de paradigma que acusa una tendencia radical a la practicidad. Como el empleo es escaso hay que procurarlo con los medios que se aprecian por encima de la calidad de la formación.

 

En síntesis, la simple lectura del entorno global y de la más inmediata de las realidades, hace pensar a los ciudadanos en la necesidad de tomar posición. Ubicarse en esa geometría implica proyectarse a un porvenir donde dos escenarios esenciales prevalecen. La barbarie sectaria, fascista, discriminatoria, clasista que sería el corolario del divisionismo en el mundo multipolar o el constructivismo mestizo, una mixidad promovida para alcanzar un mejor estadio de humanidad.  La lucha puede prolongarse cincuenta o cien años. México lleva en el segundo escenario, la voz cantante. Sus barítonos, bajos, sopranos, mezzos, tenores y contraltos no han sin embargo subido aun al escenario.

 

Por Gastón T. Melo-Medina

 

 

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