Padres del 68

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Con el aniversario de los cincuenta años del movimiento estudiantil de 1968, ha surgido un nuevo interés por acercarse a los testimonios que dan cuenta de cómo se vivió el proceso. Sin embargo, creo que no se ha dado suficiente atención a la forma en que éste impactó en el  interior de las familias, y en especial a las actitudes que tuvieron los padres de los jóvenes de la época.

A partir de los testimonios compilados por Elena Poniatowska en el libro La noche de Tlatelolco podemos darnos cuenta de cómo algunos estudiantes percibían que sus padres condenaban su estilo de vida en comparación con el que ellos habían tenido, particularmente en lo relacionado con sus peinados y sus formas de vestir, por lo cual se preguntaban “¿qué tienen que ver las melenas con la decencia  o que tienen que ver con que uno sea malo o bueno?”. Otros(as) se dieron cuenta de la incomunicación en familia: “Ni siquiera entre sí se hablan mis papás. En mi casa no se usa platicar, ¿por qué habían de hablar con nosotros?”.

movimiento del 68
“La noche de Tlatelolco”, Elena Poniatowska (Foto: www.abebooks.com).

Sin embargo, no todos los progenitores reaccionaron de la misma forma. Muchos de ellos(as) se identificaron con los nuevos estilos de vida y las demandas del movimiento estudiantil. En las memorias que se publican en el libro antes citado, una de las madres de la época da cuenta de cómo a ella le “encanta la juventud de hoy, sus modas, sus canciones, su libertad, su falta de hipocresía, y manera de enfrentar el amor y de vivirlo”. Otra madre considera que: “lo más vergonzoso que ha logrado Tlatelolco es amedrentar a los jóvenes “. Por su parte, un padre de familia asevera: “si el movimiento estudiantil logró desnudar a la Revolución y mostrar que era una vieja prostituta, inmunda y corrupta, ya con eso se justifica”.

En un relato que aparece en el portal de Internet Soho, una hija de un sobreviviente del 2 de octubre da cuenta de cómo su abuelo don Luis Vargas salió a la manifestación en la Plaza de las Tres Culturas con su hijo del mismo nombre, quien era estudiante de la de Economía de la UNAM. Al llegar a la explanada ellos ya no se mantuvieron juntos, Don Luis sería detenido unas horas en la Iglesia de Tlatelolco. Luis Vargas hijo estaría desaparecido por un tiempo y sus padres no lo encontrarían sino hasta semanas después en un muy mal estado, como producto de las torturas que habían recibido.

De forma por demás estremecedora, Margarita Nolasco, quien buscaba a su hijo en la Plaza de las Tres Culturas, expresa “Yo recordaba que Carlitos mi hijo, llevaba una chamarra verde y en cada cadáver creía reconocerla”. Marcados por un irremediable sentimiento de desorientación y pérdida, los testimonios de aquellas que perdieron a sus hijos son especialmente conmovedores. En La noche de Tlatelolco se da cuenta de cómo una mujer que se enteró de su muerte al día siguiente de una manifestación considera que lo que vivirá a partir de entonces “una vida de segunda mano”. Otra madre a la cual “le mataron al hijo por estar pintando una barda”, declara que ya no sabrá qué hacer con “todo este tiempo que será la vida”.

antiguo convento
Iglesia de Santiago de Tlatelolco (Foto: http://cdmxtravel.com).

Por su parte, en un mitin en la explanada de la Ciudad Universitaria que se llevó a cabo 31 de octubre de 1969, Cecilia Castillo de Chávez tomaría la palabra para dirigirse a los estudiantes: “Me han matado a mi hijo, pero ahora todos ustedes serán mis hijos”.

Debido al cerco informativo de la época, las voces de los padres del 68 no llegaron a tener la visibilidad que después obtendrían otros movimientos como las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina o los padres de los jóvenes asesinados en Ayotzinapa. Es difícil encontrar información que permita documentar más a fondo cómo se solidarizaron y acompañaron las demandas de sus hijos. Ignoramos las formas en que algunos de ellos tuvieron que procesar sus duelos. Por eso, como una manera de compensar el vacío de mucha gente, este artículo está dedicado a ellos (as).

Nota. Expreso mi solidaridad con los jóvenes agredidos en las recientes manifestaciones en Ciudad Universitaria y, especialmente, con los muchachos que tuvieron lesiones graves y con los padres que los acompañan. Secundo las peticiones del rector y de los integrantes de la comunidad universitaria en sus demandas para esclarecer expeditamente los hechos y espero que pronto se reanuden las actividades académicas en todos los planteles de la UNAM.

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Mercedes Aspe

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