Picasso y Rivera. Inicio de un cambio

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En el Museo del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México se presenta Picasso & Rivera. Conversaciones a través del tiempo, exposición que nos revela un lado poco conocido de dos grandes artistas de inicios del siglo XX, época que se caracterizó por una innumerable serie de cambios: sistemas económicos de la mano de posiciones políticas, modificaciones tecnológicas, avances científicos… un abanico de transformaciones en todos los sentidos, muchos de los que seguimos siendo testigos. Pensemos en la luz eléctrica, el automóvil y la radio.

En el arte, sucedió lo mismo. Uno de sus artífices fue Pablo Picasso quien encabezó una de las vanguardias artísticas más importantes de ese momento, el cubismo. El pintor español ofreció una propuesta a la serie de innovaciones que comenzaron desde años antes con el influjo de los artistas románticos. En México, Diego Rivera siguió esos mismos pasos. A diferencia del autor de Las señoritas de Avignon, el mexicano transitó después por otros caminos (el muralismo), pero ambos coincidieron en un punto. Ahí es donde ahora tenemos oportunidad de apreciarlos en esta muestra que organiza el Museo del Palacio de Bellas Artes y Los Ángeles County Museum of Art.

Recordemos que si bien hubo artistas autodidactas –como Van Gogh, Gauguin y de alguna manera, Cézanne–, la mayoría de aquellos que deseaban incursionar en el mundo del arte, debían inscribirse a la Academia de Bellas Artes –en cualquier parte del mundo, en el que se encontraran, incluido México, donde la Academia de San Carlos se convirtió en el recinto principal de la enseñanza de las artes. En esas escuelas, los estudiantes aprendían los aspectos teóricos y técnicos de la profesión (la historia del arte, el dibujo de la figura humana, las técnicas pictóricas, el empleo del color, la forma de representar diversas telas y texturas y la composición gráfica, entre otras) y para graduarse, debían realizar una gran obra que sería evaluada por sus profesores y exhibida en el Salón de Exposiciones de la propia Academia. Varios de los “reprobados” o rechazados como se les conoció, se convirtieron en artífices de nuevos estilos artísticos. De ahí emanaron grupos como los impresionistas o tendencias encabezadas por un solo hombre, como Courbet y el realismo. Pero todos con un pie en la Academia. Ése fue el vehículo de su formación (la escuela, diríamos hoy).

De varios, se conservan algunos de esos trabajos que nos sorprenderían por su maestría dentro de los cánones académicos. Tales fueron los casos de Picasso y Rivera (algunos de ellos se exhiben en la exposición). Ahora bien, ¿cómo estos artistas rompieron con estos modelos y formas al iniciar la centuria pasada? Picasso ofreció una opción. Representó el mundo a partir de algo que denominó como cubismo. Todo lo que veía (personas, objetos, frutas, paisajes) lo convirtió en formas geométricas: cubos, esferas, cilindros. París, en las primeras décadas del siglo XX envolvió varias de las nuevas propuestas. Ahí Rivera conoció a Picasso.

Diego recibió apoyo económico del gobierno de Porfirio Díaz para estudiar en Europa a través de Justo Sierra, entonces ministro de Educación. El contacto con las vanguardias suscitó en Rivera, una primera etapa de creación cubista. Retratos de personajes de la época y paisajes como el Pico de Orizaba en Veracruz son prueba de ello, pero también el futuro muralista se vio influido por el contacto con la modernidad. Su regreso a México estuvo marcado por la exaltación de lo nacional como eje de su obra. De ahí emana su etapa muralista que no abandonaría más, así como Picasso jamás dejaría el cubismo.

La Revolución Mexicana constituyó un cambio en la producción artística del país. Varios artistas como Julio Ruelas en la plástica y Ricardo Castro en la música, fallecerían en 1907, dando lugar a artistas jóvenes que, como Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, despuntaran con el siglo. Otros continuarían, pero el influjo moderno llegaría de la mano de estos artistas en todos los ámbitos de las artes: los muralistas, en la pintura; Juan O’Gorman, en la arquitectura; Carlos Chávez, en la música de tradición clásica (lo que llamamos también “música de concierto” o “música clásica”, término complejo pues hoy le llamamos concierto a cualquier espectáculo musical).

De todas las épocas, las artes correspondientes al siglo XX, son las que más reflejan un cambio o más bien, se expresan a través de varios caminos. Una pléyade de formas –muchas sin forma–, pero que precisamente descubren nuevos aspectos de nosotros mismos.

Las canciones populares comienzan a ser incorporadas en los teatros, en el cabaret, en la radio. La comedia musical comienza a gestarse (por cierto, hoy tan de moda. Varios hemos ido, aunque sea alguna vez, a ver obras como Cats, Oz, El Rey León, Billy Elliot El Musical o Mentiras). Las nuevas propuestas, en un inicio, van de la mano de la opereta, género derivado de la ópera. Un ejemplo es Naughty Marietta del estadounidense Victor Herbert o La viuda alegre del vienés Franz Léhar.

Al mismo tiempo, compositores como el francés Claude Debussy o el austriaco-alemán Gustav Mahler intentan incorporar nuevas formas en la música orquestal, como Picasso y Rivera lo intentaban en la plástica.

Nuevas y múltiples formas habían llegado. No se irían nunca más. Lo vemos a cada momento.

Les recomendamos descargar la infografía del tema y escuchar algunas de las obras musicales del periodo:

  • “Italian street song”, de la obra Naughty Marietta, opereta de Victor Herbert de 1910, que fue convertida en película en 1935, con una gran utilidad económica para la época (más de 2 millones de dólares). Participaron los actores Jeanette MacDonald y Nelson Eddy:

  • Sinfonía núm. 8 de Gustav Mahler, en la que el compositor intenta fusionar el influjo de la canción popular (el lied) con la tradición de la música sinfónica. Esta obra, de 1906, es común identificarla como la “Sinfonía de los mil”, sin embargo, Mahler nunca la llamó así y tampoco requiere de mil ejecutantes. Fue una forma de la época de sorprenderse de la cantidad de músicos que participan en ella. Bajo la dirección de Leonardo Bernstein, la Orquesta Filarmónica de Viena, el Coro de la Ópera Estatal de Viena, el Coro de Niños de Viena, las sopranos Edda Moser, Judith Blegen Gerti Zeumer, las contraltos Ingrid Mayr y Agnes Baltsa, el tenor Kenneth Regel, el barítono Hermann Prey y el bajo José Van Dam. Los textos están basados en su primera parte, en el “Veni creator spiritus” [“Ven, espíritu creador”], himno cristiano de la Edad Media. La segunda, refiere la escena final de la tragedia Fausto de Goethe, obra que describe parte del viaje realizado por el personaje para alcanzar su salvación después de su disputa con Mefistófeles y la muerte de Margarita:

https://www.youtube.com/watch?v=NSYEOLwVfU8

Picasso & Rivera. Conversaciones a través del tiempo se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 10 de septiembre de 2017. Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs. Con credencial de estudiante, maestro y adultos mayores, entrada libre. Público en general, $60. Domingos, entrada libre.

 

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