Prettywoman

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Virginia Woolf afirmó con toda la valentía de una mujer de su tiempo que los personajes femeninos eran mucho más complejos (hasta más interesantes) que los masculinos. En su extraordinario ensayo “Una habitación propia” (podría cambiar el título según la editorial) Woolf no sólo defiende esta postura, sino condena a las figurasmasculinas de monopolizar el oficio del escritor.

En la ficción una mujer se queda corta en comparación de un hombre; para escribir ficción una mujer se queda corta para competir con un hombre. Según Woolf todo se reduce a una cuestión de espacios; los hombres tienen ventaja porque las mujeres no tienen una habitación propia donde se puedan empoderar y hablar de ellas mismas sin preceptos impuestos por el género masculino.

Sin duda creo en las palabras de Woolf: un personaje femenino es más atractivo en forma y fondo y también hay más escritores que escritoras. Pero ahora no tocaré el monopolio dentro del oficio; me interesa más el asunto de la ficción. Si pudiéramos revisar con detenimiento desde las reinas de las tragedias griegas hasta la BlancheDubois de Tennessee Williams descubriríamos cómo las mujeres son la perfecta encarnacióndel conflicto humano.

Sin embargo cuando veía “Razones para ser bonita” de Neil Labute en el Teatro San Jerónimo encontré la excepción a la regla de Woolf. En esta obra me encontré con personajes masculinos con una profundidad poco vista y una equivalencia de complejidad con personajes femeninos.

La historia empieza cuando Stephanía se entera que Pepe, su novio, no la considera “bonita”. La percibe como una mujer común y corriente sin ningún atributo lo suficientemente atractivo para él y los demás.Pepe reafirmaba la imagen que Stephanía  tenía sobre ella misma; con la verdad a flote ella se ve obligada a reinventarse, buscar un nuevo “yo” sin él.

Mientras tanto Lucía y Ricardo, amigos de Stephanía y Pepe,  son el otro lado de la moneda. Lucía se sabe guapa, atractiva y hasta extraordinaria. Ricardo  basa todo su cariño por ella en reafirmar su belleza física sin importarle quién está detrás de esa cara y cuerpo. Y para Lucía el mundo se acaba cuando no le basta el amor de Ricardo que consiste en la veneración de un objetoque cualquiera desearía.

Es increíble la manera en que Labute llega hasta el tuétano de una relación para retratar la vulnerabilidad, las carencias, los autoengaños. “Razones para ser bonita” tiene una pulsión femenina para abordar la belleza y la autoimagen, sin embargo,su contraste con la vena masculina logra un enorme impacto en los espectadores.

Por lo menos yo no conozco a demasiados escritores que puedan construir hombres con tanta verosimilitud y a la vez se le puedan ver las entrañas. Es cierto cuando Woolf habla de la fascinación por las mujeres en la ficción pero también es necesario decir cómo los hombres en la ficción tienen todo el potencial para ser fascinantes también.

La norma cultural los condiciona para ser de una sola pieza, duros, rígidos, indiferentes a su parte emotiva. No quiero generalizar y mucho menos decir que todos los hombres son así, sólo considero esta prerrogativa determinante en la forma de educar a un hombre y un factor determinante para construir personajes masculinos.

Quizá los tiempos cambian (o sólo se cuestionan) y es posible encontrar a figuras como Labute. Él deja ver todo lo que la cultura calla, impone y pretende eliminar en las conciencias masculinas para retratar hombres que resultan atractivos en esa imposibilidad de adecuarse al molde.

Las mujeres conservan esa exquisita complejidad dramática. Lucía y Stephanía simbolizan todo esa presión social por complacer a sus hombres en extremo con el riesgo de desvirtuar su identidad y perderse en el otro. Una de las virtudes de Labute es su forma de dialogar; las palabras de sus personajes son tan verosímiles que parecen seres humanos reales.

Cada escena tiene una impecable precisión dramática. La estructura es vertiginosa y sorprendente; en ningún momento cae en lugares comunes. Lucía, Stephanía, Ricardo y Pepe viven un verdadero viaje para transformarse y transformar al público a través de una ineludible empatía con sus carencias.

Las actuaciones de Luis Gerardo Méndez, Ludwika Paleta, Sophie Alexander-Katz y Arturo Barba generan un tono adecuado para contar la obra. Existe organicidad  y una energía increíble para cautivar al que está sentado en la butaca. Su precisión vocal y corporal son dignas de celebrarse.

No se pierdan “Razones para ser bonita” porque habla de dos elementos básicos para entender nuestra cultura y relaciones cotidianas: la belleza y el narcisismo. Con esta obra fui testigo de cómo Labute hace un retrato fiel de los hombres con esa vulnerabilidad escondida en la realidad. Ahora sólo le puedo decir a Woolf que las cosas ya están cambiando.

 

 

“Razones para ser bonita”

De: Neil Labute

Dirección: Diego del Río

Teatro San Jerónimo (Periférico Sur 3400, Unidad Independencia)

Viernes 8:45 p.m., sábados 6 y 8:30 p.m., domingos 5:15 y 7:30 p.m.

 

 

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