“Ricardo III”: “En espera de la compasión”

Lectura: 5 minutos

“Ricardo III” es el montaje más impresionante de lo que va del 2014. Desafía cualquier expectativa del público para proponer un juego donde la tradición teatral y la vanguardia se encuentran. Mauricio García Lozano, su director, hace de esta historia shakesperiana un espectáculo en varios sentidos valiente.

No quiero ser retórico al usar el adjetivo “valiente”; García Lozano se atreve a trabajar un texto clásico, histórico e icónico sin la solemnidad que caracteriza a las personas del medio que se meten con Shakespeare; él privilegia la escena sobre la reputación literaria, la sorpresa sobre el interés académico, la magia sobre la figura de museo.ricardo2

Todo mundo reconoce la fama de Shakespeare de alguna manera y esa importancia de dominio público hace que la audiencia mexicana tenga una absurda reticencia por sentarse a escuchar y ver sus historias. Se piensa como un asunto de élite o como un mero divertimento burgués-aspiracional, sin embargo, nada de esto se acerca a la verdad.

Mr. S es el gran hito de la dramaturgia occidental (en los términos más académicos posibles) no porque haya sido capaz de escribir anécdotas y personajes para un sector pequeño y ultraletrado, sino porque pensó en el público de a pie de su tiempo para hablar de las grandes pasiones humanas.

Su momento social y político es sólo un pretexto para abordar conflictos que sobrepasan los límites del tiempo. Aunque en varios momentos escribió obras para la corte (por encargo, cabe señalar) siempre había un guiño a las audiencias grandes y heterogéneas. Él sabía de los gustos del público y de las formas más pirotécnicas para atraparlos aún cuando trabajaba en espacios adversos para llevar a cabo una función de teatro.

¿En qué momento Shakespeare se volvió sólo para el gusto de mentes refinadas y exquisitas? No lo sé. Tal vez se deba a nuestra sociedad clasista y profundamente aspiracional, o tal vez, a nuestro roto sistema educativo donde es imposible encontrar formas de sensibilización a la cultura. “Ricardo III”, o cualquier otra obra de Shakespeare, no necesita de requisitos intelectuales para disfrutarse; llega directo al tuétano del público. Ahí radica la grandeza de su oficio y arte.

Bajo esta lógica, García Lozano dirige una obra no para el público del Centro Cultural del Bosque (lugar donde se presenta), sino para las audiencias grandes, heterogéneas (tal como lo hubiera querido Mr. S) y con las adecuadas competencias comunicativas.

Hace un espectáculo para el público usuario de internet, familiarizado con el cine, con un gusto preferentemente a la televisión, que no se acopla a ritmos lentos y capaz de leer lenguajes yuxtapuestos. El reto es mayor cuando amalgama estas premisas en un montaje de tres horas y media donde no se siente el tiempo pesado, por el contrario, se quiere más de estos personajes y conflictos.

Además García Lozano escoge una obra donde es imposible no identificarse. “Ricardo III” es un tratado sobre la maldad humana; señala lo horrendos que somos como individuos: ambiciosos, depredadores y siempre dispuestos a gozar de la miseria ajena.

Ricardo de Gloster (o Gloucester, según la traducción usada del texto) es un hombre acomplejado que vive a la sombra del carisma político de sus hermanos, uno rey y otro heredero al trono. Los envidia y, en el rasgo más simbólico que puedo haber hecho Shakespeare, su cuerpo tiene una deformidad que lo hace más marginado de su circuito social. Ricardo no se conforma con esta vida y decide tomar el poder a cualquier precio, consciente de todos los daños colaterales.

La maldad gira en torno al poder y es la lucha de poder lo que posibilita cualquier relación humana, desde la pareja hasta la dirección política de un país. “Ricardo III” cuestiona el pensamiento de Maquiavelo plasmado en “El príncipe”, las teorías calvinistas sobre la religión y, por supuesto, los deficientes sistemas políticos de su tiempo.

Ricardo se quiere convertir en Ricardo III mediante sangre y muerte. La ética aplasta a la moral y la moral se ve como una absoluta hipocresía. La pregunta que al final de la obra flota en el aire es: ¿el ser humano es malo por naturaleza? ¿en dónde nace la bondad, en dónde la maldad?

El público mexicano actual conecta la anécdota con la lógica capitalista neoliberal, el libre mercado, una democracia decadente e insuficiente, valores morales caducos e inexistentes. ¿Se vale todo por conseguir nuestros objetivos? ¿Qué nos contamos para justificar nuestros actos a favor de conseguir lo que queremos? ¿Cuánta simulación vivimos en nuestras relaciones cotidianas?

En nuestro “Ricardo III” se conjunta a un extraordinario grupo de actores, debido a su fuerza actoral y resistencia escénica, para realizar un montaje con un movimiento coreográfico arriesgado, altos niveles de concentración y un ejercicio energético sin precedentes en lo que va del año. Es de aplaudirse cómo García Lozano siempre lleva al trabajo del actor referencias de la cultura contemporánea para hacer una historia terriblemente cercana.

ricardo1

En esta tragedia los rompimientos en comedia están para favorecer el ritmo y aliviar la tensión dramática tanto del actor como del público. La sobriedad de la escenografía, los simbolismos plásticos y los vestuarios con referencias a la moda actual hacen un espectáculo muy disfrutable a la vista.

Carlos Aragón, como Ricardo III, hace un trabajo impecable porque demuestra su inagotable peso escénico y una caracterización física memorable. Haydée Boeto destaca por su diapasón actoral y un sensacional manejo del ritmo. Sophie Alexander-Katz es extraordinaria por una construcción de personaje compleja y una fuerza avasalladora.

“Ricardo III” de García Lozano confronta nuestras consciencias a quemarropa. Incendia nuestra percepción sobre este mundo injusto y lleno de depredadores al acecho de nuestros pasos. Al final, Shakespeare naufraga en la desolación, en la imposible redención al pensar que la peor maldad no es en contra del otro, sino contra nosotros como lo dice Ricardo en sus líneas finales: “No hay nadie que me quiera, y nadie de mi muerte habrá de sentir pena. ¿Por qué habrían de sentirla si de mi persona yo mismo no tengo ninguna compasión?”

 ricardo3

“Ricardo III”
De: William Shakespeare
Dirección: Mauricio García Lozano
Teatro Julio Castillo (Centro Cultural del Bosque, Reforma y Campo Marte s/n, metro Auditorio)
Del 15 de mayo al 3 de agosto
Jueves, viernes y sábado 19:00 hrs, domingos 18:00 hrs.

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x