Tranquilizar al país

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El inicio de la Guardia Nacional definirá gran parte de la estrategia de seguridad del gobierno de la República, pero tanto sus detractores, como los más fervientes apoyadores de ésta nueva corporación, se equivocan si le apuestan todo a su fracaso o a su éxito por sí misma.

Regresar la paz y la tranquilidad a nuestras calles y colonias no recae nada más en un nuevo cuerpo de seguridad nacional. Ésa es sólo una parte de la posible solución. Falta atacar las causas, dejar la simulación y apoyarse en los ciudadanos para cerrarle el paso a las oportunidades de operación que hoy tiene el crimen en México.

Con el arranque de la Guardia Nacional, la semana pasada, junto con la estrategia contra las adicciones anunciada la mañana del viernes pasado, quedan abiertas las líneas de acción que se ha trazado el gobierno para lograr revertir la violencia, esa misma que durante el primer semestre del año alcanzó niveles no vistos.

Delincuencia uniformada.
Fotografía: El País.

Ésa es la tarea del Poder Ejecutivo y es su obligación; sin embargo, a los ciudadanos nos corresponden otras tareas igual de importantes para obtener seguridad pública.

El más importante, construir un puente de confianza con la Guardia Nacional. Que nadie se engañe, el mensaje de la Guardia es uno de orden y de disuasión. Aunque contempla el contacto inmediato con la población civil, su orientación es militar y sus instrucciones son la de establecer una frontera clara entre ellos y la influencia que tienen los criminales en las comunidades, es decir, su prioridad es combatir el delito, al mismo tiempo que evitar ese caos que provoca la delincuencia por medio del temor y el dinero.

El riesgo es que en muchos lugares se le siga teniendo más confianza a los criminales que a la Guardia, ya que ésta es nula desde hace muchos años hacia las policías estatales y municipales.

También será un obstáculo que la ciudadanía siga convencida de lo inútil que es denunciar delitos del fuero común o prevenir crímenes que no sean de alto impacto. No será sencillo acomodar las atribuciones de la Guardia con la de las policías locales, pero nuestro trabajo es seguir denunciado por todos los medios posibles lo que afecte nuestro buen y bien vivir.

Protesta de la Policía Federal.
Fotografía: CNN en Español.

Manipuladas, o no, las protestas de policías federales son un aviso de lo complejo que será incorporar a las diferentes corporaciones bajo el techo de una Guardia que necesita consolidarse rápidamente. En gran parte dependerá de nosotros y la recepción que le demos a sus integrantes. Hay muchos estados que claman por su presencia y en otros todavía no se entiende bien qué y cómo desempeñarán sus funciones.

Los que seguirán sin muchos cambios serán los delincuentes. A ellos siempre parece tenerlos sin cuidado si se trata de Policía Federal, Guardia Nacional o Ejército de salvación. Son las consecuencias de la impunidad, la corrupción y el débil tejido social que nos aqueja desde hace décadas.

Hoy contamos con una nueva oportunidad para recuperar la confianza ciudadana y darle la credibilidad (que tendrá que ganarse) a la Guardia Nacional.

Es un asunto de seguridad que no debe mezclarse con la política, ni con los intereses que vienen con ella. Si no, como ocurre usualmente, los que quedamos en medio somos nosotros y nuestras familias.

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 Erradicar el acceso a las armas de fuego

(Luis Wertman en “Imagen Noticias” con Francisco Zea)

Hemos leído en cifras oficiales que los primeros seis meses de este año, comparado con los mismos periodos en años anteriores, han sido probablemente o definitivamente los más violentos que se han vivido. Se tiene registrados 94 homicidios diarios, de los cuales 43 sí fueron crímenes de violencia, mientras que los otros 51 no tienen que ver con el crimen organizado. Pero, entonces, ¿de qué son? Se ha visto que están relacionados con hechos pasionales y riñas entre conocidos del mismo barrio, y el gran problema es que las autoridades no han podido dar solución a estos eventos cuando debe atacarse, en primer lugar, el acceso extremadamente fácil y sencillo, y en total desorden, las armas de fuego. Y lo segundo, son los altos contenidos de consumo de alcohol en este tipo de delito. Aunque haya resistencia, es necesario que todas las autoridades y niveles de gobierno hagan una cruzada de desarme voluntario.

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