Una visión de Israel

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Israel es un país multiétnico, multicultural y multireligioso. En 22 mil kilómetros cuadrados convergen numerosos grupos de diferentes identidades: judíos, árabes, drusos, circasianos, palestinos, etc. Si bien no he contado, se dice que hay alrededor 80 pueblos que se concentraron en Israel y cada uno con sus costumbres, idioma y cultura. Por supuesto eso da lugar a la existencia de múltiples o diferentes perspectivas, valores y concepciones políticas.

Un Estado como el de Israel, que no tiene Constitución, que no tiene fronteras y que, si bien, tiene un solo Dios, su apreciación es diferente debido a muchas civilizaciones que cohabitan en el mismo territorio. Una bandera que no puede ser adoptada por el 20% de la población que no es judía, que tampoco es aceptada por los judíos ortodoxos, un himno que no representa a todos, hace que en realidad el conglomerado no tenga demasiados puntos a cuáles unirse salvo lemas como el de “ser perseguidos”, “nadie nos quiere”, teniendo como resultado que grupos heterogéneos dentro de la sociedad israelí permanezcan segregados en buena medida.

Para casarme con una mujer católica tuve que viajar al exterior, a Chipre, con el objetivo de gestionar su ciudadanía, y también tuve que apelar, por mal trato, a un abogado.

Desde pequeño me siento parte del pueblo judío, del derecho de poder radicar en Israel; ser sionista es parte de mi ser. Un país con tendencia y política socialista donde se preocupan “del bienestar de todos”.

Sin embargo, en la práctica nada de eso existe el día de hoy, a pesar de que la propaganda es muy exitosa y la falsa unidad del pueblo judío evita denunciar la realidad, incluyendo los medios de comunicación. Además, quedan muy pocos que protestan.

Si me preguntasen “cuál ha sido la razón de no echar raíces en ese lugar”, respondería que en realidad no tengo un punto en especial o definitivo en el mundo. Muchas veces he manifestado que el asesinato de Rabin, en el año 1995, cortó el lazo efectivo y el sentimiento de pertenencia que me acompañaba, seguramente, desde mi infancia. El desarrollo de los asentamientos en Cisjordania y el desvío de presupuestos (disfrazados y no publicados) en desmedro de las poblaciones necesitadas de Israel, el grotesco desarrollo del capitalismo con el fortalecimiento de los ricos a costa de los trabajadores. La falta de ajustes de los pagos sociales a los necesitados incluidos los sobrevivientes del holocausto, etc. Todo eso es claro que ha repercutido en mí.

ministro judío
Isaac Rabin (1922 – 1955) (Foto: diariojudio.com).

Sin duda alguna, la conjunción de ser contador, por una parte, con una alta consciencia de los derechos cívicos, me ha convertido en una persona muy crítica, de modo que no estoy equivocado en manifestar que el pueblo de Israel es maltratado, históricamente, por sus dirigentes (no sólo el pueblo árabe por sus propios dirigentes).

Durante 13 años trabajé en una empresa con el mismo sueldo, por lo que no hay defensa legal para los trabajadores. El último año que viví ahí, cuando mi jefe estaba muy ocupado por asuntos personales, los informes financieros se emitían y el departamento en general seguía funcionando, al tiempo en que el jefe se encontraba en el hospital con una hija muy grave, me dirigí a un abogado para que hiciera una cuenta y escribiera “o pagan o me voy”. El mismo día me dijeron “vete”, con una carta que debería publicar para mostrar la crudeza de los empresarios israelíes. Sin embargo, sólo la mostré a una pareja de amigos, quienes se mostraron escandalizados del texto por haber pasado la misma tragedia de mi jefe.

Y no es que todo sea malo en Israel como también lo es nuestra percepción en México, Colombia, Argentina y otros 50-60 países que conozco. Mi crítica más bien es puntual y se relaciona especialmente con tres puntos:

  1. La falta de separación entre religión y Estado, y cuando se habla de religión la influencia de los ortodoxos.
  2. La falta de una Constitución y la dependencia de todo tipo de leyes que nos comprometen con calificativos que no son de mi gusto, pero son absolutamente reales.
  3. La economía neoliberal que ha llevado a tener un Estado rico con un Pueblo pobre y terriblemente endeudado.

El conflicto con los palestinos es la alfombra que cubre los posibles conflictos que emergen de los puntos mencionados.

Pero, más allá de mis comentarios, Israel es un bello país desde todas las perspectivas, así que siempre recomiendo visitarlo a pesar del costo de vida. Los judíos, en general, se destacan en todo el mundo y, por supuesto, la alta concentración de estos en Israel se manifiesta en los grandes logros de la investigación, la ciencia, y la iniciativa.

No obstante, nada de eso le debemos a Netanyahu y sus coaliciones de gobierno. Todo lo contrario, hace un tiempo publiqué una nota (1) y copio aquí dos frases (octubre 2011):

Israel
Benjamin Netanyahu (Foto: Ronen Zvulun/GettyImages).

El primero:

Es tiempo que dejemos de usar MISILES EN EL SUR, no son más que cohetes de segunda que sus daños prácticos sean secundarios y que en la práctica sirvan a los objetivos del gobierno de mantenernos atemorizados y en constante conflicto. Comparativamente los daños que hace nuestra artillería y en especial nuestros aviones y helicópteros son sustancialmente mayores.  Si nos encaminásemos a la paz, eso se suspendería y Gilaad Shalit estaría en casa (esperando que esté vivo).

El segundo:

En cuanto a lo que dices en tu párrafo tercero “componentes internos” etc., te recomiendo que escuches o leas lo que dice el presidente del Technion, en el día de hoy, que Israel por intermedio del científico Shejtman recibió un nuevo Premio Nobel. Es el premio a investigadores que comenzaron en los años 60, este descubrimiento es del año 1982. Él dice que en los últimos 10 años la falta de inversión en la educación es criminal.

El problema ampliado, desde donde quiera verse, es que nadie juzga a México sino al gobierno en turno, nadie juzga a Argentina sino al gobierno en turno, y así en todos lados. Los judíos tenemos la mala suerte de que no se condena al gobierno sino directamente al Estado y al pueblo. Eso proviene de profundas raíces antisemitas, pero tal hecho también nos obliga a los judíos a comportamientos adecuados, a normas adecuadas para respetar los derechos humanos y no pisotearlos como acostumbramos hacerlo.

Antes de concluir esta nota, deseo agregar algo personal para intentar aclarar que mi crítica no proviene de un despecho personal. Precisamente mi situación personal, social y económica, me permiten decir que mi protesta es ideológica e intelectual. Trabajé 40 años, ahorré dinero, tengo mi jubilación y derechos sociales en Israel y con ellos vivo como rey en Colombia porque mi esposa es colombiana (si fuese mexicana seguramente estaría en alguna bella ciudad de México); mis hijos, por su parte, tienen la fortuna de estar muy bien y de ser destacados profesionales en en el marco de sus actividades.

Para consultar:

  1. https://yossimay1949.wordpress.com/2018/07/31/israel-nuevas-leyes-racistas/
  2. http://daniel.kupervaser.com/2018/08/10/el-verdadero-garrote-detras-de-la-ley-estado-nacion-judio/ (una nota que encuentro interesante y sin duda aclara o amplia mi enojo con el gobierno de Israel).
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VERONICA

Me gustó leer el artículo donde usted plasma esa realidad en Israel que muchos no conocemos. Esta frase: “El conflicto con los palestinos es la alfombra que cubre los posibles conflictos que emergen de los puntos mencionados.”, es corta y muy descriptiva.

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