Vacunas: Triunfo de la gobernanza, no de los gobiernos

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Tanto la creación de la vacuna contra el Covid-19 en tiempo récord, como su aplicación masiva en la mayoría de los países desarrollados, han sido un ejemplo de colaboración público-privada. No es ni triunfo del Estado ni triunfo de la empresa privada, sino de la gobernanza colaborativa. Ni la nación más poderosa puede sola ante lo complejo y sofisticado que se han vuelto las sociedades y los mercados.

Las vacunas más confiables (Pfizer-BioNTec, Oxford-AstraZeneca y Moderna) se crearon gracias a Estados visionarios que han invertido por décadas en ciencia y tecnología, pero también gracias a empresas innovadoras y ágiles que han asumido riesgos.

Estas vacunas, por una parte, fueron posibles gracias a la investigación básica sobre Proteínas S (Spyke Proteins) que se ha desarrollado por años en institutos públicos de investigación de Estados Unidos y otros países. En el caso de Estados Unidos, que invierte 3% de su PIB en ciencia y tecnología, se destinaron 10 mil millones de dólares al sector privado para la vacuna, a través de la Operación Warp Speed. Para poner en contexto la cifra: este financiamiento de emergencia representa 10 veces el presupuesto del CONACYT para 2021 (recordemos que tiene el mandato de crear una vacuna mexicana).   

vacunas y gobernanza
Imagen: Financial Times.

Como nos lo recuerda la economista Mariana Mazzucato, la Internet, el GPS, las baterías de litio, los teléfonos celulares y la tecnología aeroespacial no se explican sin la intervención del gobierno en financiar la investigación básica. Empero, las grandes innovaciones del presente tampoco se explican sin los emprendimientos de Google, Tesla, SpaceX, Blue Origin, Moderna, entre muchas otras.   

Hasta el momento, el ejemplo más relevante de gobernanza colaborativa público–privada para la implementación de la vacuna el Pharmacy Partnership for Long–Term Care Program, que el gobierno de Estados Unidos creó en conjunto con las cadenas CVS, Walgreens y Managed Health Care Associates, con el objetivo de vacunar a sectores vulnerables residentes en casa de asilo o de asistencia (nursing homes). Las empresas se encargarán del proceso completo de vacunación: enfriamiento, distribución, aplicación y reporte a las autoridades sanitarias; sin costo alguno para los beneficiarios.

No obstante este esfuerzo, Estados Unidos cerró el año 2020 con tan sólo 2.8 millones de vacunas aplicadas, en contraste con las 20 millones que tenía proyectadas para esa fecha. El principal problema ha sido la escasa coordinación entre el gobierno federal y los estados, así como la politización del proceso (sí, igual que en México). También el escaso personal capacitado a nivel local para administrar el medicamento. Es el reto de la “última milla”, que ha sido minimizado ante la prisa por crear la vacuna: las vacunas ya se encuentran almacenadas en grandes cantidades a nivel local, pero ¿cómo hacerlas llegar al brazo de los pacientes de manera eficiente y segura?

En Reino Unido, el sector farmacéutico y el gigante del retail de aquel país, Tesco, han llamado al gobierno a combinar esfuerzos y hacer uso tanto de su personal como de sus instalaciones, para administrar la nueva vacuna, esperando que esta colaboración logre multiplicar el número de dosis por semana. Durante el mes de enero, el primer ministro, Boris Johnson, podría pronunciarse al respecto.

vacunas
Imagen: Medium.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mencionado que las empresas privadas pueden comprar vacunas en el extranjero y venderlas en el país. Nada más. No se vislumbran asociaciones entre el gobierno, el sector privado o bien las universidades para campañas masivas y efectivas de vacunación. Una gran oportunidad de colaboración perdida.

A nivel global, se corre el riesgo de que el gran logro científico de la creación de la vacuna no sea correspondido por otro logro de igual magnitud de las políticas públicas para su aplicación.

Un ingrediente fundamental –además del financiamiento– para que esta gobernanza colaborativa entre el poder público, la empresa y el sector social sea exitosa, es la confianza. Confianza que en México se erosiona peligrosamente.

Una vacuna no se da por decreto, ni un esquema efectivo de vacunación se debería llevar a cabo sólo por el Ejército, por más disciplinado que éste sea. Por esto, distintos países han reconocido la necesaria e indispensable colaboración entre el sector público y privado, no solamente para la creación sino también para la distribución y aplicación efectiva de la vacuna.

Sin duda, una lección que ha dejado la pandemia es que ningún gobierno puede resolver los problemas solo. La gobernanza colaborativa fue fundamental para desarrollar las vacunas, lo tendría que ser para su implementación. Varios actores pueden contribuir a tal fin, como las empresas, las universidades, la sociedad civil organizada. Recurramos a la confianza para trabajar juntos. El bienestar y desarrollo nacionales no son monopolio del gobierno.


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