El 12 de noviembre de 1995 se inauguró el serial capitalino de las corridas de prólogo por el aniversario 50 de la inauguración de La México, el 5 de febrero de 1946. El ambiente fue memorable, arrancó con el pie derecho la temporada grande y se integró un cartelazo con Mariano Ramos, César Rincón y Jorge Gutiérrez con toros de Don Javier Garfias, obteniendo un trofeo de “medio siglo”, Jorge y el colombiano “Rincón de Ventanito II”, para salir en hombros de los aficionados.
La foto que ilustra esta colaboración es la de Vicente Zabala de la Serna, Mauricio Locken, Heriberto Murrieta y el que escribe, quienes retrasmitimos en la televisión la corrida. Vicente llegó a México unos días antes y fue un lujo compartir el micrófono con mis colegas mexicanos y desde luego con uno de los cronistas más reconocidos en el mundo taurino.
Vicente se casó con Peñuca de la Serna –hija del famoso matador de toros Victoriano de la Serna, quien ya está en la Gloria–, con la que tuvo tres hijos: Vicente, Víctor y Verónica; el segundo es uno de los principales responsables de la gestión de Las Ventas en Madrid y al me referiré más adelante.
Recuerdo que Vicente me platicó que iba a viajar próximamente a Cali y me recomendó ampliamente ese bello sitio colombiano y quedamos de ir juntos en el futuro. Sin embargo, el destino no lo quiso así y camino de Miami a Colombia en un vuelo ese año, el 20 de diciembre, se nos adelantó el brillante escritor en el paseíllo de la vida.
Vicente Zabala Portolés, nacido en Madrid el 27 de enero de 1936, vivió algunos años de su infancia en Sevilla, donde se aficionó a los toros, y continuó con fuerza esta afición en Madrid, ya desde su adolescencia, como espectador de las corridas de toros en la plaza de Las Ventas y pronto en el seno de la peña taurina juvenil “Los de Hoy”, que él mismo creó.
Desde los mediados de los 50 y hasta medidos de los 90, vivió una gran cantidad de festejos y siempre buscó abrevar en los testimonios de los toreros en retiro un conocimiento que, combinado con su paso por la Escuela de Periodismo, lo convirtieron en uno de los más importantes críticos taurinos, ocupando tribunas muy importantes, derrochando amor por el espectáculo, autoridad, buen gusto y juicio equilibrado en sus crónicas verbales y escritas.
En el año de 1972 ingresó en ABC, sucediendo en esta importante tribuna al escritor y también gran cronista Antonio Díaz-Cañabate. Dirigió, asimismo, la sección taurina de Blanco y Negro, por mencionar unos datos de su brillante carrera.
Articulista, conferencista, miembro de numerosos jurados calificadores de las principales ferias, fue autor de varios libros sobre la fiesta de los toros; entre otros, La ley de la fiesta, La entraña del toreo, Hablan los viejos colosos del toreo, Restauremos la fiesta nacional, La corrida y Tiempo de esperanza.
Lo anterior lo comento en un brochazo cuando su trayectoria es impresionante. Vicente, su hijo, ha ocupado importantes tribunas periodísticas, y a Víctor, su otro hijo, lo he tratado desde hace varios años en la empresa de Las Ventas de Madrid y donde ahora colabora con Simón Casas y Rafael Garrido, en la gestión de la empresa Plaza 1, en una época de las más complejas que vive la humanidad y, en consecuencia, el toreo.
Al preguntarle por teléfono sobre el estado de los festejos en Las Ventas me comenta: “Las condiciones no están dadas para reanudar pronto, está clausurado mientras se subsana con los sanitarios qué se puede hacer y qué no”.
“La plaza casi cumple un siglo de construcción y, con base en ello, al no haber asientos individuales, responsabilizarnos de que no haya aglomeraciones es prácticamente imposible”.
“Estamos en un sitio que no es fácil habilitar en tiempo de sana distancia, y te doy un ejemplo, tenemos más de 2 mil abonados de la tercera edad que son vulnerables y solamente se cuenta con seis elevadores, lo cual implica de tres a cuatro horas para su acomodo”.
“Las autoridades nos confieren la responsabilidad de las condiciones sanitarias y es muy arriesgado tomarlas cuando los colaboradores también se ponen en riesgo”.
Lo anterior, sin ir a más, contesta con sensatez a muchos quienes con impaciencia quieren abrir, sin tener un control razonable sobre las consecuencias. No es casual que el futbol se está celebrando sin público, lo cual por razones de ritual y económicas, no es una clara alternativa para la tauromaquia.
Efectivamente hay lugares en donde se están dando festejos y nos emociona que así sea, sin embargo, los famosos pies de plomo son muy necesarios antes de hacerlo en escenarios tan importantes como Madrid, Sevilla o La México. Se pone mucho en juego y, por lo tanto, se entiende que sin dejar de pensar en posibles soluciones, los empresarios no se atreven a poner en riesgo a los actuantes, a los asistentes y a su cartera.
Sé que hay quien difiere y es respetable. Su servidor que lee y escucha que la solución de algunos es abrir en tiempos de pandemia y critican acremente a los empresarios por no hacerlo, me parece poco sensible a las condiciones que vivimos y por eso lo expreso.
Pienso que, aunque los empresarios no den informes diariamente, ellos están más que ávidos de hacerlo, pero pagar el precio de una imprudencia, seguro los frena.
El no abrir las plazas si no hay las condiciones idóneas –como lo están decidiendo muchos empresarios en el mundo– es más prudente que hacerlo y tomar la responsabilidad de cualquier cosa que pueda sucederles a los asistentes de un festejo; llevarlo a cabo como en el caso del futbol, posiblemente sea una variable que, quien se atreva hacerlo como experimento, es bienvenido; y desde luego habría que apoyar esos esfuerzos, pero me pregunto, ¿usted, qué opina?
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