Ante el abismo de la recesión

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La reactivación económica a partir del 2009 y la prevención de su contracción posterior generó, por primera vez en la historia moderna del capitalismo, aplicar una política monetaria no convencional, lo cual consistió en inyectar dinero directamente por la FED de Estados Unidos y por el Banco Central Europeo, sin que a esto fuera Japón ajeno. En algunos casos iniciales se hicieron préstamos directos a grandes empresas y frenéticamente se hicieron líquidos activos de un buen número de instituciones financieras.

A la par, y como consecuencia relativa de ello, la tasa de interés prácticamente llegó a cero. El resultado fue, por una parte, que el Sistema de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) terminó en cuentas por recuperar del orden de 4 billones de dólares y, otro tanto, en euros por el Banco Central Europeo, cuyo proceso de inyección de dinero relativamente continúa. Por otra parte, la misma tasa baja y la inyección de dinero, vía las instituciones financieras, generó un flujo de inversiones en bolsa hacia los países en desarrollo, apreciando las monedas locales que infló los activos financieros como acciones y bonos en buena parte del mundo.

Recesión.
Ilustración: Lugram Prius.

Así, la salida de la crisis se abordó como un asunto esencialmente monetario y la prevención de su recaída como un problema financiero. Grave error que hoy habrá que pagar, ya que el problema era y es un problema económico real, relacionado con la producción y el empleo. Por eso, en el caso de Estados Unidos, el poder adquisitivo de los salarios no mejoró, aun en circunstancias de baja inflación, al unísono de empeorarse la distribución del ingreso. En el caso de Europa, el desempleo siguió siendo alto en países como España e Italia, afectándose los servicios sociales para sanear las cuentas públicas, sólo por dar dos ejemplos. En Japón terminó pavimentándose hasta las playas, manteniendo la deflación, la caída de precios, y el estancamiento productivo secular.

Hoy que los espíritus animales se han despertado por las disputas comerciales, especialmente con China, y un ciclo largo de producción en Estados Unidos, el mundo despavorido se ve ante el abismo de la recesión. ¿Se probará una vez más lo que no parece haber funcionado? ¿Tasas más bajas y más inyección de moneda? Bien decía Milton Friedman, no hay que pedirle más a la política monetaria de lo que puede dar. La política de gasto público espera su turno, pero debe ser activa, racional y estratégica. De otra manera significará más deuda improductiva y mayor astringencia financiera para las familias y empresas vía los impuestos. Las recetas convencionales de impuestos y el gasto improductivo son artilugios del siglo pasado. Los cínicos dirían, que son asignables al milenio pasado. Ojalá y ello se llegase a entender en estos lares.

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