Desde el pasado 12 de agosto –y del 19 y hasta el 26 del mismo–, la Asociación de Egresados de los Posgrados en Comunicación (ASEPEC), bajo el liderazgo e impulso de profesionistas de la organización como Claudia Pérez y Roberto Arriola, se organiza el ciclo de conferencias virtuales “La Infodemia: de la información a la desinformación”. Esta iniciativa busca fomentar el debate público en torno a lo pernicioso que puede resultar este fenómeno contemporáneo en la gestión apropiada de los temas de interés público.
En un principio, esta plataforma de reflexión –posibilitada desde grupos estratégicos de vínculos con la renombrada y jesuita Universidad Iberoamericana de México– cobra especial sentido en el contexto actual en el cual nuestra humanidad se ve sometida a la sobre exposición de información de diversa índole y específicamente relacionado al coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la denominada enfermedad COVID-19. Esto a mi parecer tiene su génesis y explosión actual en la generación de las plataformas y tecnologías digitales actuales.
Si bien es cierto que la irrupción descontrolada de información consumida en nuestras sociedades está anclada en procesos liberales de ensanchamiento de las libertades de difundir información, estas posibilidades –en mi opinión– deja espacios vacíos que utilizan ciertas personas a fin de conmocionar y provocar caos emocional (bajo lógicas particulares interesadas en lograr la adhesión a visiones segmentadas de nuestra realidad).
Al respecto, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), han advertido –desde el inicio de los brotes de la actual pandemia– sobre el surgimiento de la infodemia, la cual de acuerdo a la institución líder del ramo sanitario global “se refiere a un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular, que puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual”.
Es en este contexto que lastimosamente regímenes autocráticos y dictatoriales buscan gestionar –eufemísticamente– los derechos de los ciudadanos a una información fidedigna, sin importar los “atropellos” y coacción de las diversas libertades de los individuos a externar sus opiniones. De estos líderes contemporáneos hay una variedad neo lingüística, potenciada por el espectro del mundo digital y virtualizado que al amparo de diatribas como las fake news, han buscado socavar la legitimidad de oposiciones a su forma de gestionar los asuntos públicos.
Lo hemos visto a lo largo de este 2020 cuando mandatarios, tanto de izquierda como de derecha han ignorado públicamente los riegos a la salud pública por parte del coronavirus que ha confinado a medio mundo en todo el planeta, lo cual, bajo mi punto de vista, contribuye indirectamente a potenciar el impacto infodémico sobre los imaginarios populares; producto de que sus visiones sesgadas sobre estos asuntos médico-científicos impactan en las psiques de sus partidarios, quienes por diversas razones se adhieren subliminalmente a sus lógicas discursivas.
En definitiva, estas actividades desarrolladas por equipo de la ASEPEC, posibilitan la visibilidad de fenómenos contemporáneos mayúsculos que, si no se hace algo para confrontarlos –en base a las más variadas y locales estrategias de contención-prevención–, afectarán la existencia misma de las comunidades, pues se pierden vínculos genuinos de confianza en “el otro”, debido a la continuada transmisión de información necesitada de verificación y autenticación, trabajo que nos compete evidentemente a todos, desde nuestras propias convicciones y efecto multiplicador en la “alfabetización” de nuestras sociedades en temas tan sensitivos y de interés público como lo son los tópicos sanitarios –basados en evidencia científica–. Es como combatir contra conspiradores “ocultos” en la clandestinidad y enclaustramiento social.
Posdata: De acuerdo a la afirmación de una hoja informativa generada recientemente por la OMS como central matriz, “la propia infodemia acelera la desinformación y hace que perdure”. Al respecto, se sugiere en el documento que “si no puede confirmar la fuente de la información, su utilidad o si ha sido compartido antes… Es mejor que no la comparta”.
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