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Una Navidad para descubrirnos

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¿Qué significa la Navidad en la nueva realidad? No entraré a la línea religiosa más que para dejar claro que no debiera de cambiar nada para todo cristiano que sigue su fe.

Hablando de la Navidad como temporada de unión familiar, con los amigos y compañeros de trabajo podemos confirmar que la experiencia se vivirá desde una nueva realidad. De entrada, las posadas se han dejado atrás, aun y cuando algunos lo quieran extender al mundo digital sabemos y entendemos que no es lo mismo. Por otro lado, aquellos que realmente no se reúnan en familia podrán experimentar un espacio en donde la sombra de la soledad, lejanía y tristeza cubra esta vivencia.

¿Qué podemos aprovechar de todo esto? Mas allá de que habrá un número importante de personas y familias que sí se reunirán, esta temporada que normalmente traía momentos de reflexión y paz, será una gran oportunidad para descubrir cómo estamos y cómo es que queremos estar de ahora en adelante.

navidad en covid
Imagen: Keith Negley.

En algunas familias habrá sillas vacías y voces que no se volverán a escuchar. En otras ya no será el mismo evento por el simple hecho de que la economía familiar ha sido afectada. Por supuesto que en otras se vivirá la posibilidad de hacerlo desde la vieja realidad, pero en general, se podrá experimentar un vacío al sentir que este año fue determinante y de gran impacto en la vida de todos.

¿Qué podemos observar de todo esto? Creo que podemos aprender de todas las sensaciones que ya ha empezado a reflejarse por la época. Estamos hoy ante una incertidumbre con “vacunas de ilusión”. Nadie sabe ni puede adivinar lo que sucederá en los próximos meses, menos incluso en los próximos años. Será importante asumir este estado de ánimo compartido en colectivo para empezar a descubrir cómo nos abrimos al aprendizaje consciente para cambiar el rumbo que llevamos hacia el futuro.

Estamos ante una sombra colectiva tan pesada que lo único que debiéramos de pensar es en generar luz. Si logramos entender que esto lo estamos creando nosotros mismos para aprender, seguro se nos abrirán las puertas a nuevos destinos. Observar y asumir las emociones de baja energía de forma consciente puede ser la llave para las puertas de un nuevo camino. De lo contrario alargaremos el arrastre de desesperación por salir de este proceso del cual no hemos terminado de aprender. Sabemos que será más sencillo poder observarse para aquellos que no han sido impactados tan duro por estas crisis, sin embargo, la opción de sobrellevarlo es para todos.

vacuna covid
Imagen: Laura Kammermann.

¿Qué podemos hacer esta Navidad? Podemos regalarnos el auto-conocernos y asumir quiénes estamos siendo, identificando así, desde donde estamos, observando nuestra vida y abrazarla tal cual es. Podemos decidir estar presentes o ausentes. Si nos dejamos llevar por el pasado o si iniciamos un nuevo viaje, será la clave para anticipar cómo pasaremos esta temporada. Será de mucho valor estar cerca de quienes requieran de una palabra o momento para ser escuchados. Hacer esto sin juicio y con toda la atención para confirmar que vamos unidos en esto, es un primer paso para ayudar a alguien más a salir de la experiencia que puede estar arrebatando su vida.

La pandemia nos trajo la oportunidad de vivir cada día como si fuera el último. Aun y que no hemos aprendido totalmente el significado que esto conlleva, la oportunidad sigue presente mostrándonos que de nada sirve todo lo que podamos acumular si nos convertimos en el apego de todo eso. Hoy la nueva realidad la creamos día a día, y solo ésa es la que vale la pena disfrutar. Seguro tendremos más momentos difíciles o inclusive peores. Al final tendremos la opción para decidir cómo pasar por la oscuridad del camino teniendo siempre la posibilidad de hacerlo iluminándolo con nuestra propia luz.

¿Y si esto que nos pasó en el 2020 era parte de un plan para valorarnos más? ¿Acaso hemos descubierto quienes somos frente a esta posibilidad de morir? ¿Nos hemos dado cuenta de que no es la fiesta sino la importancia de estar con nosotros mismos para poder estar con los demás? Estoy seguro de que muchos decidiremos revalorizar esta temporada más allá de nuestras creencias para decidir desde una voluntad consciente. Al final no importa a dónde nos dirijamos o en dónde estemos, siempre estaremos viviendo con nosotros mismos. Desde ahí la construcción de un mejor futuro siempre será más sencillo ¿Ya has descubierto quién eres para platicar contigo mismo de todo esto?


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La pandemia del inconsciente

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¿Podrías creer que en este momento hay algo que se contagia más rápido que el coronavirus y no es una enfermedad? Sí, el miedo. Todos lo hemos mencionado aunque en el fondo, quizás no lo entendamos realmente.

No nos hemos dado cuenta de que después del contagio del miedo estando en medio de una pandemia, se abren más posibilidades a que todo termine peor. Las compras de pánico tienen como resultado la escasez de medicamentos, kleenex, cubrebocas, geles y productos antibacteriales, que por comprar en exceso no alcanza para todos.

¿Y el papel higiénico? Éste es un miedo instalado en nuestro inconsciente por la época de los 70 cuando se vivió una crisis parecida y este producto junto a otros estuvo en escasez. El pánico hace que ni siquiera nos detengamos a observar este tipo de fenómenos que terminan hoy en memes sin ningún entendimiento. El papel es más barato que el kleenex y en aquella época no existían tantos fabricantes ni la logística que hoy tenemos en el planeta para tener mejor disponibilidad. Hoy el primer ministro de Inglaterra les comunicó a sus ciudadanos que no se preocuparan, hay papel para 10 años más.

incosciente y cubrebocas
Ilustración: Joseflee

En la mayoría de los casos ni siquiera sabemos definir a qué le tenemos miedo. ¿A enfermarnos? ¿A no tener papel para ir al baño? ¿A morir? Y mientras, las redes sociales siguen en su juego mostrándonos nuestro inconsciente colectivo. Podemos ver cómo seguimos polarizados y de eso no nos damos cuenta. Inclusive con videos “fake” y chats con documentos editados para desprestigiar a las autoridades o simplemente generar más miedo en la sociedad. La gente enviando mucha información falsa sin revisar su fuente. ¿A dónde vamos con todo esto? ¿Por qué no paramos un momento?

Otro tema que podemos observar en esta contingencia, es cómo estamos desconectados en el día a día de los demás. Nos conmueven acciones colectivas de cantos, porras y felicitaciones en videos de otros países y, esto, no es más que una forma de decirnos que vivimos dormidos de la vida que nos rodea. ¿Y si aplaudiéramos a los médicos y enfermeras que día a día se la juegan en los hospitales sin necesidad de estar en una pandemia? ¿Y si le dejamos un pastel en la puerta a aquella señora de la tercera edad que vive sola el día de su cumpleaños? Nunca se nos hubiera ocurrido. Pero eso sí, pagamos millones de nuestro dinero e idolatramos a personajes públicos que sólo nos traen entretenimiento y nos olvidamos de quienes realmente cada día luchan por mejorar o cuidar este planeta así como de los que viven a nuestro alrededor.

En el 2015 cuando Bill Gates compartió que no nos preocupáramos por una guerra de armas sino por una pandemia, pocos le entendieron. Hablaba de estar listos para enfrentarlo y no se hizo nada. Hoy necesitamos hospitales y equipos especializados que estén presentes en todo el mundo así como una cultura global consciente para prevención y reacción inmediata. Una cultura sustentada en la calidad humana que integre prácticas que nos permitan atender las necesidades principales de la sociedad para que nadie se quede a la deriva. Ahora que estamos frente a la prueba de la pandemia es momento de preguntarnos, ¿qué podemos hacer hoy?, y ¿qué vamos a hacer después de librarla para no regresar al pasado?

coronavirus y el inconsciente
Ilustración: South China Morning Post.

Nadie se salva de tener que hacer algo ya sea en la prevención o en la reacción. Lo que se requiere hoy son liderazgos que se encarguen de mantener la calma y a su vez que construyan una sola voz que permita dar a conocer y ejercer las medidas pertinentes. Líderes que organicen a la sociedad para que sea mínimo el porcentaje de personas lastimadas en cuanto a pérdida de empleos, alimento y atención médica.

Lo que sí es seguro es que tendremos que aprender a hacerlo juntos y trabajarlo conscientemente después de la pandemia. No dejarlo como un simple motivador de unión de los malos tiempos, sino también en los buenos tiempos, ya que no para todos son siempre buenos y eso se nos olvida cuando, en colectivo, no estamos viviendo un miedo como el que hoy existe. Sería lamentable que todo esto se quedara como algo del pasado sin aprendizaje consciente.

Observémonos cada uno en autoreferencia para entender de dónde viene el miedo y darnos cuenta de que lo abonamos cada día con tanta información. Lo importante es enfrentar a esta pandemia cuidando que el inconsciente deje de motivarnos al miedo y enfocarnos en abrir la conciencia. Ya sabemos cómo prevenir su esparcimiento y no necesitamos ir muy lejos de donde residimos para ayudar. Hay muchas personas a nuestro alrededor que no la pasarán bien y que serán el claro reflejo de lo que al final decidamos al actuar conscientemente, o si nos quedamos sumergidos en el miedo. Tú, ¿estás dispuesto a aprender de la pandemia o requieres otra prueba más?


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Es momento de Re-Humanizarnos

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Nos hemos encargado de buscar la respuesta a nuestras preguntas en el exterior, cuando todas las respuestas vienen de nuestro interior. Nos hemos “Des-Humanizado”.

No nos damos cuenta de que las situaciones que están acabando con la humanidad han sido creadas por nosotros en la búsqueda de la felicidad por el apego a las cosas, personas y experiencias del ego. Hemos perdido la brújula consciente de nuestra evolución hasta el punto en que estamos acabando con todo lo que nos da vida en este planeta.

El ser humano, a lo largo de su experiencia en la sociedad, ha sido autor principal de grandes cambios en la historia: económicos, políticos, sociales, educativos y tecnológicos. En estas circunstancias ha dejado a un lado su humanidad hacia él mismo y hacia los demás, originando una sociedad donde priman intereses personales mas no colectivos. El objetivo del ser humano se volvió egoísta, buscando sólo el bienestar individual.

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Ilustración: Jim Pavlidis.

Vivimos en una sociedad inconsciente a la que se le dificulta discernir entre lo bueno o lo malo. Las personas únicamente actúan sin pensar y cuando toman conciencia del daño, ya es demasiado tarde. Es ahí donde la educación tiene un papel fundamental en esta carrera contra el tiempo y la humanidad. Desde este punto de vista debemos descubrir nuestra capacidad de estar conscientes de la realidad que se vive, sus causas y consecuencias.

Hoy el ser humano se enfrenta a una crisis de valores. Afrontar esta crisis de valores es centrar nuestra reflexión sobre la persona humana en la cual se encuentra la raíz fundamental de esta degradación moral. Es imprescindible que todos los valores adquieran un rostro humano. En la persona y, particularmente en su conciencia, se asume su verdadera dimensión ética y moral. Fuera de esto, no tiene ningún sentido hablar de desarrollo social, político, económico, jurídico y educativo.

Es momento de no perder más la brújula humana. Empezar a educar de forma diferente a las nuevas generaciones, usar la tecnología para humanizar en vez de des-humanizar y crear nuevos liderazgos que puedan llevar este reto humano a otro nivel de consciencia, nos permitirá Re-Humanizarnos.

¿Qué vamos a hacer en el momento en que nos alcance por completo la Inteligencia Artificial y desvalorice aún más a un gran porcentaje de personas? ¿Hay alguien creando industria de trabajo o educación para los humanos? ¿Estamos realmente atentos a los retos que esto traerá consigo aunado a todo lo que hoy vivimos?

re-humanizarnos
Ilustración: Comfama.

El futurista Gerd Leonhard nos dice que: Es momento de transcender a la tecnología, no a la humanidad. Por eso la educación del futuro debe incluir el desarrollo de mejores humanos, más allá del conocimiento como base para la creación y aprovechamiento de la ciencia y la tecnología que seguirá evolucionando constantemente.

Podemos atender las situaciones que hoy enfrentamos a nivel social, económico y político. Será muy importante que en esta nueva década construyamos el futuro que permita Re-Humanizarnos y, por lo tanto, obtener una sociedad que colabore por el sostenimiento de la raza humana y los seres vivos que habitan con nosotros.

No es machismo ni feminismo; es humanismo. Si no nos vemos todos incluidos, no habrá forma de resolver lo que hoy tenemos enfrente y lo que viene mañana. La oportunidad está en recuperar la confianza en nosotros mismos. Darnos cuenta de que hacerlo separados sólo nos pone a competir sin permitirnos llegar a todos al mismo sitio. Si no lo hacemos conscientes esto acabará, por mucho, con la calidad de vida en nuestra sociedad, haciendo evidente que cada día se encuentra más separada.

Como seres humanos, nadie es más importante que otro, ninguno tiene más que otro. Sólo tenemos que quitarnos las máscaras que hemos acumulado para navegar por la vida, para encontrar el verdadero propósito dentro de nosotros. El único rol que tenemos es el de “ser humanos”, y eso se logra siendo libres del ego que nos separa de todo y de todos. Es momento de observarnos en autoreferencia para descubrir que detrás de cada uno de nuestros pensamientos y de lo que creemos que somos, hay un ser humano que espera vivir al máximo siendo parte del entorno y de quienes lo rodean. ¿No quieres al menos intentarlo?


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¿Estaremos preparados para el coronavirus?

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En medio del atropello del día a día con los cambios climáticos, sociales, políticos y económicos que estamos experimentando en esta última década, se suma una nueva mutación viral, el coronavirus, que nos pone al filo de nuestro conocimiento para controlarlo. ¿Sabes por qué sucede y si esto terminará en pandemia?

En el Imperio romano se presentaron tres episodios de pandemias muy serias, en la época de Tito Flavio Vespasiano (alrededor de los 80 d. C.), la peste galénica o también conocida peste antonina (165-180 d.C.) que fue una pandemia de viruela, y la peste negra o bubónica del imperio romano de Oriente (imperio bizantino), en la época de Justiniano en el 541. Casi un siglo después apareció otra pandemia, la peste negra en 1346, la cual se calcula que provocó la muerte de casi tres cuartas partes de la población europea.

La conclusión es evidente: de igual forma entre las personas que comen lo mismo, que unas se enferman y otras no, hay quienes pueden destruir a las bacterias que las invaden y otras sucumben a ellas. En una oficina cerrada puede haber seis personas con resfriado y cuatro sanas. ¿No se han contagiado las sanas o sus sistemas inmunológicos han frenado o eliminado la enfermedad antes de que se presenten los síntomas?

pandemia de viruela
Imagen: Wikimedia.

Los virus son similares a un código en un software de computadora: son secuencias de instrucciones para ensamblar proteínas, semejantes a los que cada ser vivo porta en sus cadenas de ADN. No son buenos ni malos ya que son elementos de la naturaleza y tienen un fin específico. Inclusive nuestro cuerpo está preparado para convivir, o si es necesario, contrarrestar cualquier “guerra” contra ellos. Ésa es la principal función de nuestro sistema inmunológico.

El reto que hoy tenemos es que durante el proceso de evolución inconsciente del ser humano, hemos creado un entorno que provee de diferentes “venenos” para nuestro cuerpo. Hemos puesto sustancias a nuestras comidas para mejorar su sabor. Engordamos a los animales y los ayudamos a crecer más rápido con sustancias químicas. Generamos hábitos de consumo de alimentos que no permiten ser procesados en tiempo y forma por nuestro cuerpo. Todo esto pone en un complejo estado de guerra a nuestro sistema inmunológico en el día a día.

También le podemos sumar nuestro estado de ánimo en medio del estrés que nos autogeneramos, y que en tales condiciones produce cortisol, el cual interviene en la regulación del sistema inmunitario, lo que puede constituir una ventaja al estimularlo para que reaccione mejor ante una situación de riesgo. Sin embargo, con el paso del tiempo las hormonas del estrés debilitan nuestras defensas y disminuyen la capacidad del organismo para combatir patógenos externos. Por esta razón, las personas estresadas son más propensas a contraer infecciones virales como la gripe o el catarro, y pueden tardar más en recuperarse de una enfermedad o lesión.

coronavirus
Imagen: Freepik.

Cuando no estamos dispuestos a tomar consciencia de nuestros conflictos, asumirlos y buscar solución, ellos pasan al plano físico y se manifiestan como una enfermedad. Eso significa que lo que pensamos y la manera en que generamos las emociones en nuestro cuerpo, son la fuente de la mayoría de nuestras enfermedades. Sucede directamente cuando es autogenerada e indirectamente cuando mantenemos a nuestro sistema inmunológico ocupado y no puede atender un nuevo virus o la bacteria que se presenta.

Mientras se encuentra una solución para la cura del coronavirus, que ya ha puesto en cuarentena a tres ciudades en China y en alerta a las instituciones de salud en los principales países, podemos empezar por atendernos de manera individual. Entrar en un proceso de observación y preguntarnos: ¿qué estoy sintiendo en mi interior?, ¿qué pensamientos recurrentes me generan ansiedad o me preocupan?, ¿mi mente está en el pasado o en el futuro por mucho tiempo?, ¿cómo me estoy alimentando?, ¿qué porcentaje del día estoy realmente en paz?

Responderlas conscientemente nos dará una foto de dónde nos encontramos y podremos observar los cambios necesarios para disminuir el estrés y los estados de ánimo dañinos que ponen en jaque a nuestro sistema inmunológico. Habrá que aprender a perdonar y perdonarse, así como fortalecer el amor a nosotros mismos. Es momento de pasar de un aprendizaje inconsciente, hacia una evolución consciente del ser humano. ¿Estás listo para salir inmune de una posible pandemia?


El recalentado inconsciente de la vida

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¿Por qué el recalentado de la cena navideña sabe mejor? Expertos en gastronomía coinciden en que esto es sencillamente por una reacción química. Al colocar de nuevo los alimentos en el fuego, los líquidos que sueltan se modifican y toman mayor sabor.

De una forma sencilla, el recalentado es volver a darle la vuelta a lo mismo para saborearlo de nuevo con una mejor experiencia. ¿Cómo podemos observar el comportamiento de volver a repetir algo del pasado en nuestras vidas?

¿Quién realmente quisiera que el pasado vuelva a repetirse? Quizás sólo en los mejores momentos. En los peores sólo si fuimos conscientes de que crearon mejores tiempos, pero ¿qué sabemos nosotros del tenue encadenamiento de los acontecimientos?, ¿en qué medida unos inciden en los otros? Que el pasado no se repita es, para los que han vivido una situación límite o traumática, la mejor de las noticias. Implica una especie de liberación.

recalentado y fracaso.
Imagen: La oreja roja.

Saber que el pasado fue y no volverá a repetirse, implica un descanso para los que han sufrido. Saber que la vida es finita y breve, también implica una motivación para vivirla a fondo. Vivir como si fuéramos a morir mañana.

El filósofo Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, enseña que el ser humano logrará transformarse en el Superhumano (Übermensch) cuando logre vivir sin miedo y, por consiguiente, amar la vida, para así desear el eterno retorno. El filósofo alemán dice que vivimos la vida sin la intensidad necesaria y sin la pretensión y anhelo de convertir cada instante de la vida en algo maravilloso en sí mismo, hasta el punto de justificar la existencia. Podemos relacionar esto el día de hoy con el concepto de vivir el presente.

La evolución del ser humano es el mejor ejemplo de un recalentado inconsciente para generar el eterno retorno. Esto es, seguiremos viviendo una y otra vez nuestras experiencias del pasado hasta que asumamos nuestra vida tal cual está sucediendo en este instante. Hemos creado una serie de valores y creencias acerca de cómo es que tenemos que vivir y, por lo tanto, pasamos el tiempo renunciando a la experiencia en vez de vivirla con toda la intensidad. ¿Qué pasaría si integráramos de forma consciente a nuestras creencias que todo se repite para nuestro aprendizaje?

Nadie, de forma consciente, probaría el recalentado de una comida que no le gustó el día anterior. ¿Por qué seguimos haciéndolo en nuestras vidas? ¿Por qué no terminamos de aprender y seguimos viviendo más de lo mismo? Es probable que estemos esperando a que el mundo cambie o lo cambien otros, ya sea seres humanos o divinos, dejando la responsabilidad fuera de nuestra persona.

recalentado en mente
Imagen: Freepik.

En la obra Tractatus Logico-Philosophicus del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, dice que “hacemos figuras de los hechos”. Una figura es un modelo de la realidad. Inclusive comparte que “lo único que se puede cambiar es la mirada, no el mundo (y su finitud)”. Claro que cambiar la mirada acerca del mundo es cambiar el mundo; las ideas son sumamente poderosas sobre todo cuando están en coherencia con lo que sentimos.

El reto es entrar al “No sé” para abrirnos al aprendizaje consciente. Poder observarnos en autoreferencia para aprender desde las emociones que estamos viviendo, en vez de querer responder de acuerdo a nuestros paradigmas.

La vida continuará mostrándonos quiénes somos en un eterno retorno, y al final podemos creer que somos alguien en específico, pero el recalentado inconsciente de la vida nos regresará a nuestro lugar de origen de acuerdo a cómo vivamos cada situación. Ahí es donde las emociones se convierten en el GPS de nuestra vida. ¿Listos para disfrutar el recalentado?

¿Qué tan muertos estamos los vivos hoy?

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Imagina que un ser humano, que vivió hace 100 años, apareciera en medio de un lugar concurrido de personas el día de hoy ¿Qué observaría? ¿De qué se asombraría?

Sin duda le asombrarían las estructuras, los edificios, los colores, los autos y todo lo que tuviera que ver con la tecnología. Sin embargo descubriría como las personas están ensimismados viendo constantemente un aparato en sus manos, casi sin hablar con otros y embebidos en ese pequeño cuadrito con luces. En un restaurante, en la fila del cine, en la calle caminando, sentados en la plaza, la mayoría de las personas desconectadas de lo que sucede a su alrededor. Podría decirse que una especie de zombies acaparó el planeta Tierra.

La mayoría creemos que disfrutamos el tiempo que estamos frente a un celular, sin embargo lo que estamos haciendo es distraernos de lo importante que es VIVIR. Llenos de conceptos, chistes, chismes, tristezas y alegrías por lo que vemos, estamos creando una realidad de acuerdo a lo que cada momento nos comunican nuestros aparatos móviles. Las redes sociales se han convertido en el mejor panteón de muertos-vivos. No se diga Twitter, que se transformó de un medio informativo a un campo de guerra social. Y no se trata de criticar las redes sociales, si no de cómo nos hemos relacionado con ellas desvirtuando el fin original de las mismas.

Vivimos frente a un gran reto de conciencia para la sostenibilidad de la vida de los seres que hoy habitamos en este planeta. Sin embargo, constantemente nos distraemos luchando entre la razón y el juicio, por lo que nos «empodera» el ego. Esto sólo nos convierte en carceleros de nuestra propia libertad para disfrutar cada instante.

La muerte ha sido en todas las culturas, y a través de la historia, un evento que invita a la reflexión, a rituales, ceremonias, a la búsqueda de respuestas que causa temor, admiración e incertidumbre. Hoy la psicología nos comparte cómo la mayoría de nuestros temores vienen del miedo a morir, y no nos damos cuenta de que –por estar siempre distraídos–, lo que estamos haciendo es perder la oportunidad de vivir.

Epicuro, filósofo perteneciente a la época helenística, presentó en su ética una visión racional acerca de la muerte, criticando por ello el carácter irracional con que es vista por la mayoría de los hombres. En uno de sus escritos propone: “Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros. Porque todo bien y todo mal residen en la sensación, y la muerte es privación del sentir”.

Es sabido que nadie en este mundo puede sobrevivir a la muerte biológica; todos los hombres por su carácter finito deben terminar en algún momento con el sustrato vital, pero ello no implica que se deba vivir –mientras se tenga sensación–, con la duda y el temor a la muerte. La vida está en cada lugar del cuerpo y desaparecerá en la misma medida con él. La vida se siente en cada instante.

Hoy tenemos la oportunidad de observarnos en autoreferencia para conciliar la muerte en vida. Darle el verdadero honor a los que ya murieron físicamente, al disfrutar de nuestras vidas sin importar el cómo las estemos viviendo en este momento. No hay vidas buenas o malas, sino vidas conscientes e inconscientes.

Es momento de dejar a un lado nuestro disfraz de zombie y ponernos a vivir la experiencia de estar presentes ante todo lo que somos como seres humanos. Estamos llenos de potenciales que están dormidos por creer que la felicidad está afuera de nosotros. Sintámonos vivos para salir de nuestra muerte inconsciente. Este día de muertos hay que preguntarnos en lo individual ¿Estoy realmente viviendo con todo mi ser y sin miedo esta vida o la estoy desperdiciando en modo zombie?

LA CALAVERITA:

Sin querer poco a poco, los zombies se fueron creando,
haciendo una guerra inconsciente pues el ego iba ganando.
Estaba la Muerte ausente hasta que llegó el celular.
Ella se trepó a la redes y se llevó a todos en la ciudad.

Querida Parca te pedimos, danos otra oportunidad,
queremos hacernos conscientes y cada momento observar.
Reírnos, hablar, poder vernos y quizás hasta cantar,
que al hacernos autoreferentes siempre podemos ganar.