aztecas

Epidemia y Pandemia

Lectura: 4 minutos

Vivimos en estos tiempos en el mundo (y nuestro país desgraciadamente no es la excepción) momentos difíciles debido al COVID 19 (SARS-CoV-2) que ha provocado estragos de proporciones inusitadas en los más diversos ámbitos, no sólo en el de la salud pública, sino en el económico, político y en la dimensión cotidiana de todas las personas.

Acontecimientos epidémicos y pandémicos como el que hoy por hoy nos aquejan globalmente han sido una constante en la evolución de la humanidad, hechos que en ocasiones ocurren con una frecuencia para algunos, hasta apocalíptica. (En efecto, hay quien ha hecho notar, pre-científicamente, que las pandemias suelen ocurrir más o menos, cada cien años). Pensemos, por ejemplo, en la peste negra que asoló a Europa entre 1347 y 1353, la epidemia más mortífera, quizá, de la que se tenga noticia, y que se calcula ocasionó la muerte por lo menos de 75 millones de personas, sólo en el continente europeo.

En el caso de México, las epidemias han estado presentes, y muy singularmente tras el contacto con los europeos, hecho explicable por ser los extranjeros portadores de patógenos para los que los naturales de estas latitudes carecían de inmunidad o defensa. Estas enfermedades las llamaban en náhuatl cocoliztli, que significa “enfermedad”, o “pestilencia”. Huey cocoliztli sería, así: “gran enfermedad”.

codice epidemia
Enfermos de viruelas Códice Telleriano-Remensis (BNF, Ms. Mexicain 385), f. 45v (detalle).

Una “gran enfermedad” como ésta tuvo lugar en plena conquista de México. Pánfilo de Narváez, quien venía desde Cuba para someter a Hernán Cortés, traía entre sus huestes a un negro de nombre Francisco Eguía. Sometidas, a la postre, las fuerzas de Narváez, Eguía pasaría al lado de Cortés. Pero Eguía era portador de la viruela negra, así que él la esparciría por primera vez en tierras continentales. Bernal Díaz del Castillo, refiere el hecho en el capítulo CXXIV de su Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.

Incluso después de la derrota infligida por los mexicas a Cortés y sus tropas, cuando éstos escapaban de Tenochtitlan, la célebre Noche Triste del 30 de junio de 1520, la viruela se había esparcido ominosamente, lo que bien refiere el cap. 29 del libro 12 del Códice florentino, es obra que hoy conocemos como Historia general de las cosas de la nueva España, debida a Fray Bernardino de Sahagún y sus colaboradores indígenas. Ahí se consigna esta huey cocoliztli, totomonaliztli, “gran peste, enfermedad general” y los estragos que causó. Aquí un célebre pasaje de aquella crónica, en la versión del náhuatl de Ángel Ma. Garibay:

Una enfermedad general. Comenzó en Tepeílhuitl. Sobre nosotros se extendió: gran destruidora de gente. Algunos bien los cubrió, por todas partes (de su cuerpo) se extendió. En la cara, en la cabeza, en el pecho, etcétera. Era muy destructora enfermedad. Muchas gentes murieron de ella. Ya nadie podía andar, no más estaban acostados, tendidos en su cama. No podía nadie moverse, no podía volver el cuello, no podía hacer movimientos de cuerpo; no podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado a otro. Y cuando se movían algo, daban de gritos. (Códice florentino, XII, 29 en: Visión de los vencidos [1989]: 201).

epidemia codice
Códice Telleriano-Remensis (BNF, Ms. Mexicain 385), f. 44v.

Epidemias como ésta continuarían asolando a la población indígena de la ulteriormente denominada Nueva España, como el célebre cocoliztli de 1544-1545, de cuya consecuente mortandad da cuenta el códice mencionado en su f. 46v. La glosa del comentarista español sólo acertó a describir el dibujo como: “vuo vna gran mortandad entre los yndios [sic]”.

Pero este tipo de epidemias no sólo causaban estragos entre los indígenas; también entre toda la población. Baste recordar la tristemente célebre epidemia de matlazáhuatl (que aparentemente se trató de tifus), la cual se abatió sobre la Nueva España entre 1736 y 1739. El escritor novohispano Cayetano de Cabrera y Quintero le dedica su vasta obra Escudo de Armas de México (1746).

La enfermedad se originó en un obraje de lo que hoy es Tacuba, expandiéndose de tal manera que narra el cronista que “ardían à los últimos meses del año, primeros de la plaga, el Real, y demas Hospitales de México; y se abrasaban en enfermos en que herbian unos, y otros. [sic]” (Cabrera y Quintero, Escudo de Armas [1746]p. 37).

tablon virreinal

Ni santos ni distintas advocaciones de la Virgen María a quienes se invocó buscando el remedio de esta epidemia, logró conjurarla. Toda la población de la ciudad de México se encomendó especialmente a la Virgen de Guadalupe como a su escudo de protección. Este hecho derivó en que a la Guadalupana se la jurase patrona principal de la ciudad de México, en 1737. Y ese entusiasmo y empuje propiciaría que fuese luego proclamada, en 1754, patrona de toda la Nueva España.

Es decir, un hecho fundacional y genuinamente identitario como lo fue esta jura (un hecho histórico 55 años anterior a que en estas tierras se hablase de independencia), tuvo lugar debido… ¡a una epidemia! Ojalá que esta pandemia que ha ocasionado el exagerado fallecimiento oficialmente de más de 76,000 mexicanos, la pérdida de millones de empleos y el cierre y quiebra de miles de negocios, logre un rasgo de identidad para realizar con imaginación el esfuerzo necesario para trabajar por un destino común.


También te puede interesar: El gran aliado de Hernán Cortés.

Epidemias en el México antiguo

Lectura: 7 minutos

Decir que los antiguos mexicanos eran unos sanotes antes de la llegada de los malosos es un alegato flaco. Simplemente durante la segunda mitad del siglo XV el México antiguo estuvo azotado por fuertes cambios climáticos que resultaron en serias hambrunas y epidemias, obligando a la gente a emigrar. Inclusive la guerra, aparato indispensable para mantener la maquinaria cosmogónica, paró completamente y pueblos enteros se entregaban como esclavos a cambio de algo de comida o vendían a sus hijos por una mazorca. De 1450 a 1454 una tremenda sequía, combinada con fuertes heladas fuera de tiempo, llevó a los pueblos del altiplano a una crisis catastrófica de hambre y enfermedades. Uno de los primeros historiadores novohispanos, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, comenta que por las nevadas que se sufrieron en 1450 “la temperatura enfrió de tal manera que se presentó un catarro pestilencial (influenza), a consecuencia del cual murió mucha gente, en especial de edad avanzada”. Cinco años seguidos de escases de alimentos esenciales para la nutrición, junto con el mal clima, son para borrarle la sonrisa a cualquiera, sin importar clase social.

Otro caso notorio fue el abandono de la ciudad de Tula, un viejo asentamiento poblado desde el 700 d.C. Las causas fueron muchas, pero sobre todo el caidón de una gran epidemia en el año 7 tochtli: de los mil toltecas que quedaban, murieron novecientos.

Por supuesto, para el hombre prehispánico todos los males físicos y sociales eran producto de la voluntad de los dioses, un castigo, una maldición. En su Monarquía Indiana, Torquemada escribe: Cuentan las historias, que pocos días antes de la guerra, apareció en el cielo una gran Cometa… la cual duró hasta el fin de la batalla. Esta señal tuvieron por mal agüero; porque estos indios (también como nosotros los castellanos) conocen de ellas significar Hambres, Pestilencias, y Guerras como en esta ocasión se verificó.

epidemias en el mexico antiguo
Imagen: Wikimedia.

El siglo XVI fue testigo de grandes epidemias y con la llegada de los españoles vinieron nuevas enfermedades que diezmaron categóricamente la población indígena. Si se dice que había más de veinte millones de estos antes de la Conquista, con las epidemias terminaron siendo menos de diez millones. De ahí que tampoco debe echársele la culpa completa al conquistador como el ejecutante principal en el exterminio del indígena, a diferencia de los colonos anglosajones, que ellos sí exterminaron al nativo norteamericano.

Ahora bien, mientras morenos y blancos se acomodaban, entró en este teatro de desavenencias un actor importantísimo en el asunto de las enfermedades: el negro africano: El negro fue un portador de nuevos y terribles padecimientos que aniquilan y debilitan al blanco y al indio por igual. Las embarcaciones llenas de esclavos no sólo transportaban crueldad y sufrimiento humano, sino también las semillas de terribles epidemias y pandemias. Los padecimientos que trajo el negro se volvieron endémicos en el Nuevo Mundo y desde entonces han sido de primordial importancia en la historia, comenta José Luis Martínez en su libro Pasajeros de Indias (2004).

epidemia por negros en Mexico antiguo
Códice Telleriano-Remensis (¿Cómo ves?, revista de ciencia de la UNAM).

La primera desbandada de esclavos negros de España a el Nuevo Mundo fue hacia 1500 a la isla de Santo Domingo (República Dominicana), pero en los siguientes dos años se comenzaron a importar directamente de África en grandes cantidades. Claro, como los indios fueron escaseando, había que traer a alguien que hiciera el trabajo pesado. Inclusive el gran defensor de los indios, Bartolomé de las Casas, fue responsable directo de la explotación del negro en América, pues no sólo participó en su trata, sino que sostenía fervientemente que el negro era más resistente, por lo tanto, podía soportar la labor que estaba destartalando al indio. Aunque en promedio, el 30% de los esclavos se moría en la travesía atlántica, normalmente por disentería, el negro africano no sólo resultó ser más resistente al trabajo pesado, sino también a todas las enfermedades.

enfermedades Mexico antiguo
Imagen: México Desconocido.

Poner en cuarentena a los esclavos era la única manera de prevenir la propagación de enfermedades. Pero muchas veces ésta no se respetaba porque era mucha la urgencia de los amos para que sus chicos se pusieran a chambear. Esto llevó a que se propagaran enfermedades como paludismo, amibiasis, lepra, sífilis y fiebre amarilla. De hecho, la nefasta viruela, quizás la más letal epidemia en América, fue transmitida por un negro infectado que llegó a Veracruz, en 1520, en una de las naves de Pánfilo de Narváez, que venía por órdenes del gobernador de Cuba a corretear al desobediente Cortés. Una crónica atestigua que aquel amigo de la selva salió a tierra, fuelas pegando a los indios de pueblo en pueblo, y cundió de tal suerte esta pestilencia, que no dejó rincón sano en la Nueva España, y en algunas provincias murió la mitad de la gente, y en otras poco menos. Uno de los muertos fue Cuitláhuac, hermano de Moctezuma.

epidemias en el mexico antiguo
Códice florentino (Imagen: Wiimedia).

La segunda gran epidemia en el México antiguo fue el sarampión, que explotó hacia 1531. No murieron tantos naturales como con la viruela, pero el caos no se hizo esperar, ya que también se trataba de una enfermedad desconocida para los nativos, quienes lo llamaron záhuatl tepiton, que quiere decir lepra chica. Otra epidemia fue una que causó también gran mortandad, sin embargo, no se menciona su nombre, pero sí sus padecimientos: “pujamiento con sangre y juntamente con calenturas, y era tanta la sangre, que les reventaba por las narices”. Suena divertida.

Desde antes que se conocieran, tanto indígenas como españoles tenían conocimiento del tifus. Claro, los piojos son tan viejos como nosotros. Pero a mediados de siglo XVI la condenada tifo regresó reloaded cobrando muchas vidas. Hay códices indígenas que representan a los afectados de esta enfermedad con la piel cubierta de manchas parduscas. Inclusive el primer libro de medicina que se publica en América, la Opera medicinalia (1570), de don Francisco Bravo, trata por primera vez, entre otras cosas, sobre esta enfermedad. Como nota curiosa, o inútil, comento que cuando se publicó este libro, al comité encargado de censurar las obras, que era prácticamente de talante inquisitorial, se les fueron dos capitulares –la letra mayúscula que inicia un capítulo, que se agranda y adorna– con motivos eróticos un tanto cachondos.

Opera Medicinalia
Opera Medicinalia de Francisco Bravo (imagen: iberlibro.com).

Se dice que en 1545 cayó la más grande pestilencia (epidemia) sobre la población, causando la muerte de un jalón de más de ochenta mil indios. Un cronista indígena de la época escribió: …se difundió entre nosotros una gran peste, una enfermedad general. Comenzó en Tepéilhuitl. Sobre nosotros se extendió: gran destruidora de gente. Algunos bien los tapó, por todas partes (de sus cuerpos) se extendió, en la cara, en la cabeza, en el pecho, etcétera […] ya nadie tenía cuidado de nadie, nadie de otros se preocupaba. […] Pero a muchos con esto se les hechó a perder la cara, quedaron cacarañados, quedaron cacarizos. Otros perdieron la vista.

Las epidemias más terribles que sacudieron el México antiguo fueron la viruela, sarampión y el tifo. Los indígenas las llamaban de diferente forma, pero también tenían un nombre especial para designarlas a todas ellas: Cocoliztli o peste. ¿Será que de ahí viene la poderosa frase, además muy ad hoc para estos tiempos, ¡nos va a ir del cocol!?

epidemias en el mexico antiguo
Imagen: Wikimedia.

De todas ellas, la viruela fue la más pérfida –inclusive el rey Luis XV de Francia murió de ella–, y ésta no se combatiría sino hasta principios del siglo XIX, curiosamente gracias al imperio español, que fueron los creadores de las campañas de vacunación. Más bien gracias al rey que tenía fama de idiota, Carlos IV, que de su bolsillo pagó una expedición a América, mandando a su médico particular, Francisco Javier Balmis, junto con veintidós niños huérfanos inoculados. Balmis y los niños (vacunas con patas) recorrieron con el dinero del rey de 1803 a 1806 desde Sudamérica hasta América del norte y de ahí a Filipinas, vacunando de manera gratuita a pequeñines a destajo, con lo cual se erradicó el maldito bicho.

Mientras tanto, nuestro indígena del México antiguo nunca tuvo anticuerpos para enfrentar las enfermedades traídas de Europa y África. Si a esto le sumamos las guerras y la imposición de un sistema basado en la explotación, el resultado es una fuerte baja en la productividad, sobre todo en la entonces más importante, la agrícola. Esto desembocó en hambrunas, estableciendo así un círculo infernal e interminable de epidemias y hambrunas. Por otro lado, vino un choque existencial muy canijo: mientras para el viejo indígena una enfermedad era castigo divino, para el nuevo indio era un bien con el cual se ganaba la gracia de Dios, ¿¡tons!?

Fco. Javier de Balmis
Imagen: Revista Metode.

No en balde el empobrecido, vapuleado y confundido indígena prefirió entrarle con gusto a una epidemia que le resultó más soportable, aunque igual de destructiva: el chupe, epidemia que sigue reinando hasta en nuestros tiempos… y seguirá.

P.D. La historia de la “Expedición Balmis” es fascinante y vale la pena leer sus peripecias. El ganador del Premio Planeta, Javier Moro, cuenta la historia de estos niños en su gran libro “A flor de piel” (2015).
También está “Los héroes olvidados” (2011), de Antonio Villanueva.


También te puede interesar: Epidemias en Bolsa: Inmunidad Histórica.