Las empresas inactivas y el desempleo que va dejando la cuarentena sanitaria, terminará por generar un doble desafío financiero: una cartera vencida de créditos de la banca y la urgencia de préstamos a micro, pequeñas y medianas empresas para resarcir su capital de trabajo.
“A fin de reducir la posibilidad de que las instituciones de crédito tengan un comportamiento pro-cíclico”, es decir, que corran la misma suerte que miles de empresas afectadas por la cuarentena, el Banco de México inició la semana pasada medidas para que no les falte liquidez, y “puedan cumplir su función prioritaria de proveer financiamiento a la economía”.
Es un pre-rescate bancario consistente, principalmente en que el Banxico les reciba recursos no líquidos como garantía, tales como certificados bursátiles y de deuda corporativos “que han disminuido su operatividad”, o sea, que están depreciados y nadie los compra, y a cambio entregará otros títulos.
A esos intercambios –supuestamente temporales, si no serían compras– se aplicarán 500 mil millones de pesos con la intención, repetimos, de que los bancos tengan liquidez para que puedan seguir dando créditos.
Si el problema es de liquidez, ¿no sería más conveniente apoyar a la banca adelantándole pagos al capital adeudado del Fobaproa (IPAB), por el cual se pagan intereses reales, por lo visto insuficientes porque de los 552 mil millones de pesos originales, el año pasado se debía un billón 32 mil 288 millones de pesos? Cosa de que se pusieran de acuerdo Hacienda y el banco central.
Volviendo a las medidas anunciadas por Banxico para que la banca no deje de dar créditos; el problema es que quienes más necesitarán préstamos, serán las empresas y personas que a consecuencia de la cuarentena sanitaria, habrán perdido capital de trabajo y tendrán deudas sin pagar, razones por las que los bancos –que no son hermanas de la caridad– no los consideraran sujetos de crédito.
Es decir, que los 500 mil millones que aporta Banxico a la liquidez bancaria se colocarán conforme a la demanda de mercado y garantías con que cuenten los solicitantes de crédito.
Solamente 250 mil millones están dirigidos a “proveer recursos” a los bancos para que, específicamente, canalicen créditos a micro, pequeñas y medianas empresas, y a personas físicas afectadas por la pandemia. Sin embargo, tampoco en este caso se establecen parámetros sobre intereses y plazos a cobrar por los bancos a quienes resulten acreditados. Existe la posibilidad de que lo haga.
Si conforme a las reglas bancarias no se les otorga crédito a deudores morosos, y las PyMEs saldrán de la cuarentena siéndolo, es muy probable que Banxico descuente los créditos como banca de segundo piso, lo que le permitiría poner las condiciones de tasas y plazos a los intermediarios de esas operaciones.
A final de cuentas, lo que debería ser claro es que son las empresas y personas las que tienen que ser rescatadas del paro económico, no el negocio bancario, aunque ciertamente se requiere de un sistema de intermediación financiera en buenas condiciones para operar.
Si el PIB de este 2020 cae, como se anticipa, alrededor de 10%, pronto se requerirán muchos más recursos que los 750 mil millones actuales, para otorgar créditos suficientes, baratos y a largo plazo a la planta productiva y a las personas afectadas.
A ello suma el acuerdo el Banco Interamericano de Desarrollo y el Consejo Mexicano de Negocios para financiar, hasta con 12 mil millones de dólares a las PyMEs que están en la cadena de valor de las empresas grandes afiliadas al consejo. Además, puede resultar una muy buena experiencia pedagógica de soluciones empresariales, que dejan de esperar canonjías del gobierno.
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