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Celulares: entre la necesidad y la adicción

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No existe aparato más necesario para la sociedad contemporánea que el celular inteligente. Es nuestra bendición y nuestra maldición. No nos podemos despegar de él, primero, porque lo necesitamos para estar comunicados con el entorno personal y laboral y, segundo, porque nos produce demasiado placer utilizarlo. Para eso está diseñado, ese complejo rectángulo parece tener más información de nuestra persona que nosotros mismos. Nos conoce y nos habla para que mantengamos la vista fija en él por el mayor tiempo posible.

Desde que este aparato llegó a nuestras vidas, no nos hemos separado, sin embargo, la pandemia de COVID-19 empeoró las cosas. Según una encuesta realizada por la Universidad Panamericana, en julio de 2020, 65% de los mayores de edad consideraron haber aumentado el uso de celular “mucho” o “bastante”, con un 38.8% mostrando un uso excesivo. La Universidad aseguró que, en promedio, los encuestados pasaron 9.1 horas al día en estos dispositivos.

Los celulares tienen la capacidad de generar dopamina, explica Claudia Rafful Loera, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en entrevista con El Semanario. Los “centros de recompensa” se activan con el uso del celular, como se activan cuando se consume otras sustancias adictivas como alcohol, tabaco, café, hasta marihuana, cocaína u opioides. Sin embargo, ella considera que no se deben satanizar, pues todo depende de varios factores.

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Claudia Rafful Loera, investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM / Foto: UNAM

Herramientas para la adicción

“Dentro del área de investigación de salud mental, no se reconoce, como tal, una adicción a los celulares”, explica Loera. “Lo que sí hay son algunos indicadores de que sí puede haber un patrón. No se descarta que en algunos años sí se puede incluir este nuevo criterio como otro trastorno”. Para ejemplificar, habla de los juegos de apuesta o los videojuegos, los cuales sí se considera que generan trastornos o conductas adictivas, al menos de manera oficial, según instituciones mundiales.

No porque algo se haga mucho, se considera un trastorno, asegura la especialista. Para que tal sea el caso, se necesita recopilar evidencia por años y el debate sigue abierto. “Yo creo que el celular es un instrumento”, opina ella. “Es como si dijéramos, por ejemplo, que las jeringas causan adicción. No es la jeringa como tal la que causa una adicción, sino la sustancia que se le pone. No es lo mismo inyectar una vacuna que heroína”.

En este sentido, los videojuegos en el celular sí podrían generar adicción. Pero lo que es más aterrador, es el hecho de que herramientas como los buscadores o las redes sociales, funcionan analizando nuestra propia información personal y gustos, para poder determinar qué mostrarnos y así hacernos permanecer más tiempo ahí.

Foto: Cuartoscuro

“Lo que es distinto es la facilidad que tenemos de acceder a información que antes no teníamos y que en realidad es más complicado que nosotros mismos siquiera tengamos control de la información a la que accedemos, por lo mismo del diseño que tienen”, señala Loera. “No sé si tenemos mucho poder de cambiarlo, porque es la manera en la que están funcionando y esa es la parte que sí es problemática. Los sesgos de la información no los llegamos a detectar”.

Consecuencias inciertas

Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp y otras herramientas consideradas redes sociales, son de las aplicaciones más utilizadas en el mundo y no es ninguna coincidencia. “Sí se hace una investigación previa, para ver de qué manera se puede hacer más atractivo cierto recurso de cierta red social para que lo queramos utilizar”, explica Loera. “Sí se tiene esa intencionalidad de buscar hacer un uso repetitivo. Yo no diría que buscan hacernos adictos, pero sí se busca que los usemos mucho”.

¿Qué tan pública queremos que sea nuestra vida y qué consecuencias traerá en el futuro?, se pregunta la especialista. “Es una estimulación muy alta para toda el área visual y sensorial, desde el tener el celular en la mano también puede generar molestias musculares”, explica. “En realidad, creo que todavía no sabemos, a largo plazo, todas las consecuencias que pudiera tener el uso del celular”.

Sin embargo, ella considera que todo depende del uso de cada persona. “No creo que genere, como tal, problemas psicológicos. Lo que creo es que puede utilizarse para cualquier cosa, para optimizar la salud mental y también nos puede perjudicar”, agrega. “Si se utiliza solamente para ver en redes sociales la vida de los famosos millonarios y que yo no puedo estar en un yate, pues a lo mejor sí me afecta el autoestima”.

Foto: Cuartoscuro

Circunstancias adversas

El celular hoy se usa para muchas más cosas que sólo el ocio. La misma medicina ha buscado aprovechar las nuevas tecnologías. “Se hace mucho trabajo de intervenciones en salud mental desde redes sociales, se hacen páginas, aplicaciones, no todo el uso es indebido”, asegura Loera.

También está el ámbito laboral, que hace a los celulares más pertinentes debido al “home office”, lo cual puede llegar a fomentar el estrés. “Si es nuestra herramienta de trabajo, pero también es una misma herramienta de recreación y de contacto social y lo utilizamos para muchas cosas, pues llega a ser un generador de estrés. Nuevamente que estamos en semáforo rojo y más gente está confinada en su casa, llega a ser muy difícil poner horarios”, explica la especialista.

“Cada vez es más difícil el poner estos límites, porque también los requerimientos laborales pueden ser más. Si todos estamos conscientes que la movilidad está siendo más reducida, pues como que a veces se asume o se facilita que se extiendan las jornadas laborales”, agrega. Es por ello que resalta la importancia de ser más moderados y cuidadosos, incluso aunque las circunstancias no lo permitan.

Rutinas saludables

“Somos seres a los que nos gustan las costumbres y los hábitos. Ese riesgo, como tal, siempre lo tenemos con cualquier innovación y con cualquier tecnología”, dice Loera, sobre la aparente tendencia del ser humano por conductas repetitivas. “Desde la salud mental, sí se fomentan las rutinas y los hábitos, porque eso nos ayuda a tener como cierta estabilidad y saber que todos los días tenemos como algo concreto. El tener una conducta repetitiva no necesariamente es algo malo, sino la parte en la que ya está interfiriendo con otras actividades”.

Foto: Cuartoscuro

Así como podemos ser adictos a otras cosas que facilitan nuestra vida, como los medios de transporte, es normal que lo hagamos con los nuevos medios de comunicación, que nos hacen más sencilla nuestra interacción con los demás. El problema está en saber moderarnos y no dejar de lado hábitos saludables como comer bien o hacer ejercicio, por dar prioridad al celular.

“Es importante el no estigmatizar el uso de las herramientas, sino de promover un uso adecuado. Eso incluye horarios y un uso sobre todo consciente. Para qué estamos utilizando en cada momento estas herramientas”, señala. “Enfatizo en la parte del uso racionalizado, el que pensemos bien qué información es la que estamos nosotros optando ver, qué es lo que queremos hacer con esa información y qué está satisfaciendo”.

Loera aconseja apagar las notificaciones para que, al menos, el uso de redes sociales sea intencional y no porque el celular nos obligó a hacerlo. También aconseja que los menores de edad no usen estos dispositivos y que no se haga un uso poco antes de dormir, pues sí puede afectar la calidad del sueño. Lo correcto es ser críticos y que los avances nos apoyen, no nos consuman, por difícil que parezca.