En las elecciones del martes 17 de marzo la victoria de Joe Biden sobre Bernie Sanders fue contundente. Biden ganó en Arizona, Illinois y Florida. Lo que ha provocado muchas presiones para que el senador Sanders renuncie ya a la candidatura y el partido demócrata se pueda centrar en una campaña contra Donald Trump. El dilema es si las elecciones van a seguir un curso normal o se cambiará el calendario electoral debido al ataque del coronavirus y las restricciones de aislamiento, puede que cambien las condiciones del juego electoral.
De hecho, varios Estados han pospuesto las elecciones: Georgia que las tenía el 24 de marzo las cambió para el 19 de mayo, Kentucky de mayo 19 a junio 23, Luisiana de abril 4 a junio 20, Maryland de abril 28 a junio 2, por ejemplo. La definición de un candidato ganador debe estar definida para la convención demócrata de julio 2020.
Los demócratas tienen que capitalizar las acciones tardías del presidente Trump y entre más tiempo dejen pasar, más se pueden alejar del triunfo. Las elecciones 2020 en Estados Unidos no se llevarán a cabo en tiempos normales, son tiempos de guerra, guerra contra el coronavirus. En una encuesta del 12 de marzo del WSJ/NBC el 68% de los simpatizantes con el partido demócrata estaban más preocupados por el problema que los republicanos en los que sólo el 40% lo estaba.
En el ámbito político la manera en cómo ambos partidos enfrenten la situación va a repercutir en el resultado electoral.
De un lado de la cancha tenemos al Poder Legislativo conformado por una Cámara Baja de mayoría demócrata y un Senado de mayoría republicana. A ambos partidos les conviene pasar leyes que demuestren a los norteamericanos que en momentos de crisis, el Congreso actúa como uno solo y pasan leyes que busquen aminorar la situación.
El miércoles 18 de marzo el Senado aprobó un segundo paquete de ayuda, propuesto por la Cámara Baja que consiste en 104 mil millones de dólares para enfrentar la pandemia, que está destinado a mitigar el desempleo y a dar pruebas gratuitas a la población y dinero para quienes han dejado el trabajo por estar enfermos.
El paquete no es perfecto pero demuestra el bipartidismo. La expectativa de aprobar un tercer paquete de ayuda para las PyMEs, que incluirá pagos en efectivo a los americanos afectados por el desempleo. El monto total que se busca es de 1 trillón de dólares, sí, una cifra de 18 ceros. Se verá cuál de los dos partidos podrá capitalizar estas acciones en términos de votos.
Del otro lado de la cancha está el Poder Ejecutivo. En un contexto extraordinario, como el de la pandemia provocada por el coronavirus, el presidente Trump tiene todos los recursos de la presidencia, lo que le puede dar una ventaja muy fuerte frente a los demócratas que tienen que elegir a su caballo ganador.
En un contexto de desplome de las bolsas, de desempleos masivos, el miércoles 18 de marzo el presidente Trump recurrió a los Poderes de guerra. La primera acción de Trump fue firmar el paquete enviado por el Senado de los 104 mil millones de dólares.
En el mismo día, el presidente Trump anunció que era un presidente en guerra y resucitó una acta de tiempos de la guerra de Corea (1950), en inglés se llama The Defense Production Act. El Acta le permite al presidente presionar a la industria americana para que manufacturen suministros médicos, que hacen mucha falta en los hospitales a lo largo y lo ancho del país. Máscaras, guantes, equipo de protección para los galenos, ventiladores, máquinas de respiración, etc. En un país en el que ese mismo miércoles la cifra de enfermos por el coronavirus ascendía a 7,500 y al día siguiente llegaba a más de 9000.
El Acta de defensa para la producción le permite también requisar la industria, presionar a los industriales para que produzcan más, también puede imponer salarios y controlar precios, controlar el crédito del consumidor, resolver disputas laborales, establecer prioridades contractuales y desviar las materias primas para la defensa nacional.
Con esta acción, el presidente Trump ha fortalecido su poder y puede demostrar a la opinión pública mayor control de la situación y de la economía, permitiéndole marcar una distancia de sus primeras percepciones de la pandemia, a la que veía menos.
Un presidente fuerte que muestre control, liderazgo y resultados, puede ser la debacle para el partido demócrata este próximo mes de noviembre si no se muestran con mayor entendimiento de la pandemia global que Trump, ya que el bipartidismo en el Congreso siempre beneficia al Poder Ejecutivo.
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