Cuando hayamos superado la pandemia y el COVID-19 deje de ser el asunto de mayor preocupación mundial, el cambio climático ocupará su lugar.
La buena noticia es que la parálisis económica causada por la pandemia va a requerir estrategias de recuperación que ya empiezan a plantearse asociadas al freno al calentamiento global; ese amarre supondría nada menos que la reconversión de la manera en que se produce electricidad para todo actividad productiva en el mundo, al uso de fuentes de energía limpias.
Desde hace 200 años la capacidad industrial capitalista se estructuró sobre la base de fuentes de energía fósiles para generar electricidad; la quema de hidrocarburos hace tiempo que rebasó la capacidad ecosistémica de recuperación.
Transformar la organización productiva de países “ricos y emergentes” al uso de energía renovable, hace recordar la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
La reconstrucción europea generó la recuperación de la crisis económica capitalista de la década de 1930 y fue el gran negocio de Estados Unidos, que ofreció el Plan Marshal a las devastadas naciones para financiarles la compra de maquinaria, equipos y bienes intermedios que se producían en la única estructura industrial en pie, que era la estadounidense.
Joe Biden, presidente de Estados Unidos, entiende el desafío de reconversión tecnológica a fuentes de energía limpia para frenar el calentamiento planetario, y entiende mejor el valor económico de convertir ese proceso en un campo inmenso a nuevas oportunidades de negocios que dominarán el futuro próximo.
A pesar de que reducir las emisiones de CO₂ es cuestión de supervivencia, en el sistema capitalista sólo es posible hacerlo negocio; 13,700 científicos de 153 naciones divulgaron en enero de 2020 el documento titulado Advertencia de Científicos del Mundo sobre la Emergencia Climática, en el que además de los peligros, señalan acciones necesarias en energía, contaminantes atmosféricos de corta vida, naturaleza, alimentos, economía y población. World Scientists’ Warning of a Climate Emergency | BioScience | Oxford Academic (oup.com)
El 6 de enero de este año informaron sobre el comportamiento del calentamiento global durante 2020; resulta que ese año, pese a la recesión económica, se registraron temperaturas y desastres mayores de lo previsto. Y es que el Acuerdo de París, al que Biden reinscribió a Estados Unidos, no ha conseguido que las economías industrializadas hagan lo que les corresponde para que el calentamiento global no pase de 1.5 grados, que es la meta del acuerdo.
Hasta ahora se ha impuesto a los gobiernos la lógica de los grandes negocios, que es mantener sus esquemas “exitosos”; la llegada de Biden a la presidencia de Estados Unidos y voces autorizadas de China, de la Unión Europea y de corporaciones estadounidenses, ya hablan de apertura visionaria a las inmensas oportunidades que se le abren a las inversiones que se ocupen de proveer y equipar de nuevas fuentes de energía a la industria en todo el mundo.
De generalizarse esa perspectiva, se reanimarían inversiones y crecimiento y el combate al cambio climático se convertiría en el motor principal de la recuperación económica post pandemia.
Ni Estados Unidos ni China –los mayores contaminadores del planeta–, ni ningún otro país, tiene fácil la reconversión (habría quiebras, concentraciones de poder económico y político, desempleo, mayores urgencias sociales) y ninguno puede reconvertirse solo; tanto el abatimiento de las emisiones de efecto invernadero como el cambio energético de la industria, tienen que ser concertadas internacionalmente.
Transformar el modo industrial de doscientos años transformará instituciones y leyes, el modo de organización empresarial y los mercados laborales en cada país, e impondrá varios requisitos estándar.
No existe, en el orden internacional, una experiencia de cooperación, solidaridad y coordinación semejante, pero es claro que la pandemia, la emergencia ambiental y los cambios sociales que conllevan, son asuntos globales y que llevan a revisar el multilateralismo y el derecho internacional. Nada, de aquí en adelante, volverá a ser como antes.
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