En unas semanas se cumplirán 80 años del fin del mandato del presidente Lázaro Cárdenas, uno de los líderes políticos más importantes de la historia mexicana y del siglo XX. Su gobierno realizó una serie de reformas que cambiaron el rumbo de México: impulsó la Reforma Agraria con la repartición de tierras entre los campesinos a través de la creación de los Ejidos; la expansión de la educación por todo el país, consiguiendo alfabetizar casi en su totalidad a la población; la nacionalización de los ferrocarriles; y, el que quizá sea el logro más trascendente de su mandato: la nacionalización del petróleo mexicano.
En el plano exterior, México reafirmó el principio de no intervención, pero fue prácticamente la única nación que aceptó refugiados republicanos españoles y como miembro de la Sociedad de Naciones fue de los pocos miembros que condenó enérgicamente la invasión italiana de Etiopía, enviando incluso armas al gobierno de este país. Por otro lado, durante el gobierno “cardenista” se acabó de consolidar el sistema de partido hegemónico con el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).
La administración del general Cárdenas fue la primera que duró un sexenio entero (1934-1940), inaugurando una época de “estabilidad institucional” a través del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que pasó a denominarse Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Éste se basaba en cuatro sectores: el obrero, el campesino, el popular y el militar; además de tener varias organizaciones bajo su órbita como la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la Confederación de Campesinos de México (CCM), entre otros muchos sindicatos, mineros, electricistas, industriales, etc. Durante el gobierno de Ávila Camacho (1940-1946), el sector militar fue apartado del partido que se refundó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Pero si bien es cierto que Cárdenas acabó de consolidar el sistema que gobernó México durante décadas, su mandato dio un definitivo impulso al país en muchos aspectos. Durante sus años de gobernador de Michoacán (1928-1932) había realizado una serie de reformas, sobre todo educativas y de reparto de tierras entre los pobladores, y debido a esto le apodaron: “Tata Lázaro”. En aquellos momentos, Cárdenas era visto como uno de los protegidos del líder político del país, Plutarco Elías Calles, quien después de su presidencia (1924-1928) tuvo el control de la vida política del país durante los años del “Maximato”. Por eso el “Jefe Máximo” hizo uso del “dedazo” escogiéndole como candidato a la presidencia por el PNR y ganando las elecciones. En los primeros años de su gobierno tuvo que aceptar a miembros “callistas”; Calles pensaba que podía influir en el presidente que había escogido. Pero enseguida, Cárdenas demostró que tenía autoridad y era independiente de cualquier cacique político. El partido, con toda su organización, era cada vez más cercano al presidente y se iba alejando más de Calles, como también los obreros y buena parte de la prensa. Finalmente, en abril de 1936, Cárdenas expulsó a Calles de México, junto con otros colaboradores de su entorno. Consiguiendo que, a partir de ese momento, la máxima autoridad fuese el presidente electo.
En el ámbito educativo y cultural también destacó el gobierno “cardenista”. Se implantó la educación “socialista” y se continuaron las políticas de alfabetización por todo el país; aunque en algunas zonas de fuerte implantación cristera, hubo conflicto, debido a los ataques que sufrieron muchos profesores enviados por el gobierno. El castillo de Chapultepec, dejó de ser la residencia oficial del presidente, convirtiéndose en el Museo Nacional de Historia; a partir de entonces la máxima autoridad del país pasó a residir en “Los Pinos”. Se crearon el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Colegio de México, en donde muchos profesores e intelectuales republicanos dieron clase.
Precisamente, el asilo otorgado a muchos exiliados republicanos y de perseguidos de otros países fue una de las acciones por la que más se le recuerda a Cárdenas. A México llegaron más de 40 mil refugiados españoles, entre ellos políticos, profesores, profesionales, médicos, intelectuales u obreros. Famoso fue el caso de “Los Chicos de Morelia”, un grupo de más de 400 menores huérfanos que se les dio alojamiento en la capital michoacana. No fue una tarea fácil ya que, a mediados de 1940, Francia había sido ocupada por el ejército alemán y muchos refugiados se habían quedado en el sur, en la “Francia de Vichy”. Los diplomáticos mexicanos, como Gilberto Bosques o Luis I. Rodríguez hicieron todo lo posible para salvar a todos los refugiados españoles y de otras partes del mundo. Ningún país quiso intervenir a favor de la República, pero México estuvo del lado del gobierno republicano en todos los organismos internacionales; además proveyó de armas y dinero.
En 1937, Cárdenas ordenó la nacionalización de los ferrocarriles mexicanos y al año siguiente realizó la acción más importante de su administración: la nacionalización del petróleo mexicano. Desde la época de Porfirio Díaz, buena parte de los recursos naturales de la nación estaban en manos extranjeras. Cuando en 1917 se aprobó la actual Constitución política, en el artículo 27 se reafirmaba la propiedad de todos los recursos naturales que se encontraban en la nación mexicana por parte de ésta.
Cada vez había más conflicto con la industria petrolera, los gobiernos posrevolucionarios anteriores no habían hecho nada para garantizar mejoras laborales en los trabajadores petroleros y habían garantizado a las empresas extranjeras que nunca se tomaría ninguna medida contra ellas. En 1935, se creó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y en 1936 se aprobó la Ley de Expropiación. El sindicato pedía un aumento salarial y mejoras de las condiciones laborales. La Junta de Conciliación y Arbitraje que dictaminó que las empresas extranjeras podían hacer frente a un aumento de los salarios. El economista e historiador Jesús Silva Herzog fue uno de los intelectuales que defendió la postura gubernamental. Éstas no lo aceptaron y pusieron un recurso en la Suprema Corte de Justicia que falló a favor de los trabajadores. Como se negaban a seguir el acuerdo, Cárdenas basándose en la Constitución, ordenó la expropiación el 18 de marzo de 1938, prometiendo una compensación a las empresas, tal como estipulaba el artículo 27. Aunque en un principio las relaciones con Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos se estropearon, volvieron a recomponerse con la entrada de México al lado de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y se llegaron a acuerdos de compensación.
Tras dejar el poder, el general Cárdenas sirvió como Secretario de Defensa durante el gobierno de Ávila Camacho. En los años posteriores, se negó a intervenir o influir en los siguientes gobiernos que hubo y se fue a vivir a su natal Michoacán. Se dedicó a supervisar proyectos para los más desfavorecidos, defendió a los ferrocarrileros en la huelga de 1959, y medió entre los estudiantes y el gobierno en el conflicto estudiantil de 1968. Además, mostró simpatías por la Revolución cubana, asistiendo al primer aniversario de ésta por invitación de Fidel Castro. Lázaro Cárdenas murió en 1970. Años después, su hijo Cuauhtémoc, siguió sus pasos como gobernador de Michoacán, convirtiéndose en el líder moral de la izquierda mexicana, tras las polémicas elecciones de 1988.
Hoy en día, Lázaro Cárdenas sigue siendo uno de los mexicanos más universales. Se han escrito numerosos libros y ensayos sobre él, en los que podemos destacar la obra de Fernando Benítez, El Cardenismo (Fondo de Cultura Económica, 1977), o una más reciente escrita por Cuauhtémoc Cárdenas, Cárdenas por Cárdenas (Debate, 2016).
Es recordado en numerosos lugares en México como el Eje Central en la Ciudad de México o la Ciudad Lázaro Cárdenas en el estado de Michoacán. En lugares como Barcelona, Madrid, Praga o Belgrado, hay lugares que llevan su nombre o monumentos en su honor.
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