Leo en el resumen de Times que llega todos los días a mi computadora, lo siguiente:
Más recientemente, en Seattle, la doctora Helen Y. Chu, experta en enfermedades contagiosas, libraba otro tipo de batalla: tenía acceso a miles de muestras de pacientes que podían ayudar a comprender el coronavirus cuando apenas había aterrizado en Estados Unidos, pero un laberinto burocrático le impedía estudiarlas. Así que ella y sus colegas empezaron a hacerlo sin autorización:“Sentíamos que estábamos de brazos cruzados, esperando a que la pandemia surgiera”, recordó Chu antes de que la OMS declarara que el brote es ahora una pandemia. —Elda Cantú.
Desde un comienzo, o más bien cuando comenzó a tener eco público la existencia del coronavirus, mi enfermedad de la conspiración me llevó a pensar que esto no es algo casual y que fue premeditadamente liberado de algún laboratorio. La idea se hizo más fuerte cuando estudié un poco más qué se sabe sobre la ciudad de Wuhan y, sin duda, ella tiene la capacidad para desarrollar el virus y, aparentemente, suficientes extranjeros para propagarlo por el mundo.
El médico que lo descubrió en un paciente ya murió, pero él mismo estuvo amenazado por publicar la existencia del virus, y su colega en el hospital, también murió. ¿Puede ser que los mataron?:
De la nota extraigo: A principios de enero, el doctor Li fue interrogado por funcionarios hospitalarios y por la policía después de que el 30 de diciembre advirtió a un grupo de compañeros de la Facultad de Medicina sobre un brote viral que, dijo, parecía similar al SARS. La policía lo conminó a firmar una declaración donde decía que su alerta era un rumor infundado e ilegal.
Me pregunto ahora por qué en Estados Unidos no permitieron investigar el coronavirus. ¿Quién se encuentra detrás de esta guerra mundial que está paralizando al mundo? Recientemente, justo China publica que fue Estados Unidos quien insertó el virus en el país asiático y eso coincide con una noticia de hace varios días, en la cual se publicaba que el virus se desarrolló en laboratorios de Estados Unidos y Reino Unido. Esta noticia se desmintió en varias oportunidades y se manifestó que es diferente el virus desarrollado en esos países.
No comparto enlaces sobre notas de conspiración pues hay muchas y posiblemente varias tampoco sean muy serias. Todo lo que yo digo no es más que una suposición personal y no científica, aunque considero que es seria. Por las dudas, llenaremos las alacenas de la casa, esperando que aquí no se despierte aún la histeria. He visto imágenes y relatos que en Estados Unidos hay grandes colas en los supermercados e incluso ya están faltando productos, como decían en un video, “ya se parece a Venezuela”.
Aparentemente la mortalidad no es tan grande y los más afectados son las personas mayores, en especial, los que tienen alguna enfermedad crónica. ¿No es acaso uno de los problemas del mundo actual, especialmente el occidental, la prolongación de la vida y el envejecimiento de la población que se convierten en una carga a los sistemas de pensiones, a los sistemas de salud, etc.? No es agradable y, hasta inhumano, lo que pienso, pero la sensación es que parece un programa de sanidad global. La participación de los políticos en manifestar que hacen todo lo posible para evitar la propagación de la enfermedad, no siempre es confiable. No les creo, nunca les creo; ésa es mi verdad.
Sí quiero agregar que he leído que no se hace todo lo posible para evitar la propagación en Israel, por eso se fortalece mi idea de que los gobiernos son partícipes de este “programa”; también acabo de ver un video de España donde un médico dice que tampoco se hace algo. Estamos ante un “sálvese quien pueda”, yo mismo estoy feliz de estar en Barranquilla con 28° a las 10:44 de la mañana.
Sabemos por experiencia o por imaginación, o sencillamente por ver muchas películas, que todo es posible. La acusación de China que el virus lo propagó Estados Unidos es probable, tan probable como intentar que otros tengan la culpa es siempre una primera y mejor solución. En realidad, para mí no es importante, pues siempre somos utilizados por los regímenes y, tanto los unos como los otros, utilizan armas químicas, biológicas y atómicas para cuidar sus intereses. Nunca sabemos cuáles son “sus intereses”. ¿Quiénes están incluidos en “sus”? Veamos qué dice la Doctora Chu en un reportaje, y copio la cita textual marcado en negritas:
Do you think there could have been previous deaths from coronavirus that were not recognized as due to the virus?
Yes. Now that we’re pretty certain that coronavirus was here from January up until now probably circulating in the community, I think we’ll start getting a better understanding of what else it was causing. In our study we have samples that we’ve saved over the last two years. We’ll be able to get some information from those.
La expansión en el mundo fue en realidad a fines de enero, en Corea se identificó el primer caso el día 20 y en Italia el 31. Un enlace del 21 de enero de 2020 manifiesta que ese día se denunció el primer caso en Seattle, en un viajero que venía de China. Seguramente llegó de China, lo que no sabemos es el número de cuántos enfermaron antes que él en la zona de Seattle. Recordemos que los primeros enfermos de Estados Unidos precisamente eran del estado de Washington. Todo esto –incluido el siguiente enlace– para manifestar que puede ser un nuevo virus que irrumpe en nuestra vida, pero también puede ser un virus de laboratorio, siempre quedará la duda: se escapó solito o le abrieron la puerta. Tanto a China como a Estados Unidos, y otras potencias en el balance de alertas mutuas, les conviene que se piense que ellos pueden liquidar millones de personas.
Como todas las guerras, estamos en una que es económica y desde hace tiempo se menciona la guerra comercial que, sin duda, es parte de ella el coronavirus COVID-19. La suspensión de la actividad económica causará muchos más muertos que el COVID-19 y realmente afectará al mundo entero. ¿Habrá un nuevo orden mundial? Reducción del consumo, menos turismo, desarrollo de industrias locales. No lo sé, tampoco sabemos quién ganará esta guerra. Por lo pronto, los precios de las acciones han bajado mucho y es posible que bajen más, y el que tiene dinero puede comprar empresas con “poca plata”.
Los chinos, gracias a sus exportaciones, tienen mucho efectivo y seguramente se apropiarán de varias empresas. Hay un encarecimiento general del dólar, efecto que aumenta el precio de los productos de Estados Unidos y baja su competitividad en los mercados. La reducción del precio del petróleo sin duda es parte de esta guerra, ya que las empresas que lo producen en el país estadounidense, producen un petróleo caro porque utilizan la tecnología del fracking, mientras que a Arabia Saudita le resulta muy barato explotar las reservas. Así, supuestamente la guerra es entre Rusia y Arabia Saudita, ya que la primera desea reducir la producción para incrementar los precios y la segunda incrementó la producción a cantidades récord. El petróleo siempre fue parte de las guerras, en 1973 la OPEP –Organización de Países Exportadores de Petróleo– decidió no vender a los países que apoyaban a Israel, decisión que les dio muchas ganancias.
El Vaticano permanecerá cerrado para los turistas y así también el Louvre; la suspensión del futbol y otros espectáculos multitudinarios causarán un paro a la economía. Es de estimar que Netflix y otros medios florecerán en el corto plazo, pues la gente estará en casa más tiempo que el habitual. Obviamente los centros comerciales se verán afectados.
Por supuesto, me acompaña lo que tranquiliza a las personas optimistas: A mí no me pasará nada y creo que a la mayoría de los que sufren de hipocondría tampoco les sucederá.
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