¿Cómo afectará el paro económico mundial, del cual México no escapa, la distribución del ingreso entre los hogares mexicanos? Es la pregunta que guía el trabajo del doctor Fernando Cortés para la serie de publicaciones del Centro Tepoztlán en torno a las implicaciones y posibles cursos de acción ante la pandemia.
Mientras se conocen los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2020, que se publicarán el año próximo, Cortés compara las distribuciones inmediatamente anteriores y posteriores a las tantas crisis económicas que hemos padecido.
Entre 1977 y 2010 México sufrió crisis profundas en 1982, 1994-5 y en 2008-9, así como una retracción económica de 2000 a 2003 derivada del estancamiento de la economía de Estados Unidos.
En todas esas crisis hubo menores ingresos monetarios por habitante y en todas, la desigualdad disminuyó “porque en todos los casos, han sido los hogares «más adinerados» los que más pierden”.
Todos los sectores han perdido ingresos siempre; como toda crisis, la actual dejará un número mayor de pobres en el país, pero los más pobres no suelen ser los más afectados –relativamente– en sus bajos ingresos, debido a que se trata principalmente de hogares rurales dedicados a actividades agrícolas de autosubsistencia.
En los cinco primeros deciles de los diez en que están clasificados los hogares mexicanos según sus ingresos, abundan los hogares que, “en situaciones económicas difíciles, hacen uso intensivo de su fuerza de trabajo familiar, con lo cual neutralizan en parte las pérdidas de ingreso”.
En el décimo decil entran los hogares de profesionistas, artistas y trabajadores de la educación, funcionarios de los sectores público y privado, vendedores y agentes de ventas; están también las familias realmente ricas del país, sobre las que existen sospechas fundadas de que declaran menores ingresos.
Si en todas las crisis han sido los profesionistas, artistas, académicos y burócratas los más afectados en sus ingresos, lo serán más ahora que el gobierno, desde un año antes de la pandemia, rebajó nominalmente los salarios a los funcionarios públicos y este año recortó hasta 75% los presupuestos de las instituciones de educación superior.
Dicen los que entienden las motivaciones del presidente, que no es que aborrezca a los burócratas e investigadores, sino que considera que han vivido en situación de privilegio y que deben aceptar un sacrificio en la cruzada contra la pobreza.
El hecho previsible es que la participación del decil 10 en el ingreso nacional disminuirá más este año que en crisis del pasado, lo que hará que también caiga la desigualdad en la distribución del ingreso; esa caída sería mayor en favor de la equidad, si no cayeran también los ingresos de los deciles más bajos, aunque lo hagan en proporción relativamente menor.
Cuánto caerán los ingresos monetarios de los cinco primeros decirles, dependerá de la eficacia de los programas sociales orientados a tratar de mejorar la calidad de vida de la población más vulnerable.
Al final del 2020, toda la población habremos sufrido baja en los ingresos monetarios, y si en alguna medida mejora la distribución del ingreso, será principalmente porque el decil de ingresos más altos será el que sufra mayor pérdida. O sea que la menor desigualdad será efecto de un empobrecimiento general, debido a la crisis económica global y a la propia de nuestro país. El trabajo de Cortés está accesible en el sitio web del Centro Tepoztlán.
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