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El hundimiento del peso

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Tipo de cambio peso dólar el jueves toca máximo histórico por coronavirus

El peso mexicano vuelve a sufrir un jueves negó al depreciarse por octava jornada consecutiva en medio de las crecientes preocupaciones por el impacto de la pandemia del coronavirus en la economía global, además del impacto de la caída de las acciones en la bolsa mexicana que se encamina a registrar su peor sesión en más de 20 años.

En un hecho histórico alcanzando niveles superiores a los 22 pesos, el dólar rozaba la madrugada del jueves 12 de marzo los 23 pesos por unidad, con un desplome de la divisa mexicana de 6.94 por ciento. A las 05:58 horas, el dólar tocó un máximo de 22.9785 unidades, de acuerdo con datos de Bloomberg.

Más tarde, el peso cotizaba en 22.250 por dólar, con un declive del 4.07 por ciento frente al precio de referencia de Reuters del miércoles 11 de marzo.

En ventanilla bancaria, el dólar se cotiza en 22.25 unidades, cifra mayor al cierre reportado el jueves por Citibanamex, que fue de 21.66.

“La incapacidad para valorar el escenario macroeconómico a corto plazo y su potencial impacto es lo que está provocando el pánico entre muchos inversionistas que están optando, ante la incertidumbre, por reducir de forma drástica sus posiciones de riesgo”, dijeron analistas de CI Banco en un reporte citado por Reuters.

En las últimas ocho jornadas, la moneda acumula una pérdida de casi un 15 por ciento.

¿Qué dice AMLO sobre ‘disparado’ tipo de cambio?

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), dijo el jueves que el país tiene la fortaleza económica necesaria para enfrentar el brote del coronavirus y que no se debe intervenir en el mercado cambiario para apuntalar al peso mexicano, que ha sido golpeado por el temor en los mercados al impacto del virus.

“Somos respetuosos del Banco de México, de la autonomía del Banco de México. Nada más opinar que desde nuestra perspectiva no debemos de intervenir para que artificialmente se fortalezca nuestra moneda, que sea el Banco de México el que decida”, dijo en su conferencia de prensa diaria. “El mismo mercado se va a ajustar”, añadió.

La Secretaría de Hacienda anunció medidas contra los choques externos que han golpeado a la divisa mexicana.

Después de que la guerra petrolera derribara los precios del crudo en México y se incrementara la incertidumbre en los mercados alimentada por el riesgo del efecto del coronavirus en las industrias, el titular de Hacienda, Arturo Herrera anunció la decisión de incrementar el programa de coberturas cambiarias de 20 mil millones a 30 mil millones de dólares, en busca de lograr inyectar tranquilidad en los mercados y poner orden en las transacciones cambiarias.

Una década de devaluación

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La devaluación del peso mexicano en los últimos diez años registró una pérdida de 5.77 pesos desde su cotización de 13.09 en 2010.

El peso mexicano fue una de las divisas a nivel mundial con mayor índice de devaluación en reacción a choques externos como la guerra comercial desatada por el gobierno de Donald Trump en contra de México, sus amenazas arancelarias, el muro fronterizo, así como efectos colaterales por el brexit y la guerra entre Estados Unidos y China.

A pesar de la notoria recuperación que la divisa azteca ha registrado en los últimos meses, a lo largo de la última década, el peso mexicano acumula una depreciación de 44.05 por ciento, equivalente a 5.77 pesos, ya que el 1 de enero de 2010 cotizaba cerca de 13.09 pesos por dólar.

De acuerdo con la directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base, Gabriela Siller, en promedio la moneda nacional se ha depreciado de manera anual 4.19 por ciento, siendo la mayor depreciación observada la de 2016, cuando perdió 20.45 por ciento, es decir 3.52 pesos.

En un análisis hecho por la especialista, señaló que tan sólo entre 2013 y 2016 el tipo de cambio subió 7.87 pesos, lo que representa una variación de 61.26 por ciento en estos cuatro años.

“En este periodo, la Reserva Federal (Fed) frenó sus estímulos monetarios y comenzó a normalizar su tasa de interés, mientras que a finales de 2016 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos que dieron la victoria a Donald Trump, elevando la incertidumbre con respecto a la estabilidad económica en México”.

En contraste, detalló la analista de la institución financiera, la mayor apreciación del peso fue en 2012, cuando la moneda nacional avanzó 7.77 por ciento, equivalente 1.8 pesos.

Asimismo, explicó que la volatilidad promedio del tipo de cambio durante la década fue de 10.9 por ciento, siendo 2014 el año de menor depreciación, al ubicarse en 6.9 por ciento, seguido de 2019 que se ubicó en 8.0 por ciento.

Mientras que la mayor volatilidad se registró en 2016, al ubicarse en 15.4 por ciento, siendo a su vez el año en el que se registró la mayor depreciación del peso en la década.

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Una mirada a la economía mundana

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Debido a mis actividades, frecuentemente tengo la oportunidad de platicar con personas de diversa índole y actividades diferentes, con inteligencias varias, que aportan enfoques y perspectivas por demás interesantes. Es casi inevitable que los temas recaigan en la gestión del gobierno, en los eventos o declaraciones de personajes públicos o en la economía del país y este último punto con frases peculiares como “¿Qué tal te está yendo?”, “¿Cómo ves las cosas?”, de ahí se desencadenan conversaciones, confesiones y a veces catarsis.

Sin embargo, durante los últimos días esas preguntas las tomé más en serio y decidí averiguar en vez de preguntar “¿Qué tal le está yendo a las personas?”, “¿Cómo ven las cosas?”, y las respuestas fueron interesantes, dándome una perspectiva diferente a la que se conversa o que vemos en las noticias o redes sociales.

Empecé este ejercicio con uno de los personajes más interesantes y entrañables de esta ciudad, la persona que me corta el cabello. Buen conversador, enterado, receptor de muchos y diversos pensamientos vertidos por sus clientes, en síntesis, un pozo de opiniones e ideas. Me platicó que las personas están espaciando más el tiempo entre corte y corte, de tres semanas se van a cinco, de un mes a dos meses, además están perdiendo clientes que buscan opciones más baratas del servicio, aunque esto se compensa con otros que acuden a él y han abandonado a peluqueros más caros. Al comparar el año anterior contra este año, literalmente expresó: “estamos vendiendo menos que el año pasado”.

Visité un local donde venden unos “burritos” deliciosos, local bien acreditado y con clientela regular, las respuestas a las preguntas anteriores fueron: “sigo teniendo el mismo número de clientes, pero ahora gastan menos cada vez que vienen, el año pasado vendí más”.

Hice las mismas preguntas a una persona que se dedica a dar servicios gráficos,  expresando lo siguiente: “pues ahora estoy además vendiendo ropa para poder completar mis gastos, porque de esto no puedo vivir ya, el año pasado me fue muy bien, pero mis clientes están gastando menos en esto. Es lo primero que quitaron del presupuesto, porque ellos están vendiendo menos”.

En total fueron 10 personas de diferentes giros o negocios con las que platiqué y en términos generales todas las respuestas fueron similares, salvo un caso, todos ellos están ganando menos que el año pasado, la excepción fue un locatario de un mercado público que me dijo: “este año me está yendo muy bien, me cambiaron de local y como estoy en la entrada me compran a mi primero, ya no van hasta el fondo del mercado”.

Platiqué con seis personas que durante la segunda mitad del año pasado y este año perdieron sus empleos, los comentarios se dividieron en dos grupos:

~ Los que no han podido conseguir empleo, algunos tienen más de un año en la búsqueda, han reducido sus expectativas de contratación y están en la búsqueda de “lo que sea”, pero tampoco consiguen algo.

~ Los que han encontrado trabajo (dos casos), pero se contrataron por un sueldo y prestaciones menores a las del año pasado, se sienten agradecidos de tener un trabajo.

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Imagen: Sin Embargo.

Estas pláticas en algunos casos estuvieron llenas de muchas emociones, añoranzas y coraje, pero sobre todo de un profundo sentimiento de no entender por qué estaban pasando por esta situación, había en todos los casos culpas y culpables.

Las conclusiones son sencillas, las personas están percibiendo menos dinero este año que el año pasado y ese dinero les está costando más trabajo obtenerlo, por supuesto, están gastando menos, y las tarjetas de crédito se han vuelto hasta donde alcanzó el límite, una ayuda para subsistir. En la mayoría de los casos ese recurso está agotado por falta de pago.

La otra fuente de apoyo es la familia, se afianzan los lazos, se recurre a los ahorros, a los padres, a los hermanos, entre todos se enfrenta el problema. Tenemos la gran fortuna de ser una sociedad donde la familia sigue siendo el eje sobre el cual se construye.

Entiendo y tengo perfectamente claro que este ejercicio no tiene, ni con mucho, los elementos para considerarse un estudio formal, ni pretendo que lo sea. Sólo recopilo opiniones de un microcosmos de esta ciudad.

Al comentar estos hallazgos con diversas personas, surgieron comentarios como: “las crisis son momentos de oportunidad”, “si se hubieran preparado para el cambio”, “es un proceso cíclico”, “ya vendrán tiempos mejores”, etc., múltiples comentarios similares. Pero la realidad es que las personas están ganando menos que el año pasado y que se están ajustando el cinturón.

Comentaba que hubo mención de culpas y culpables, que se daban muchas soluciones por hacer o se señalaba lo que no se había hecho aún y estaba pendiente para salir adelante, pero evidentemente el problema es mucho más profundo y no tenemos como sociedad acceso a la información necesaria para poder dar opiniones sobre la forma de hacer las cosas para ayudar a estas personas en sus problemas.

Son muchos los elementos y personajes que participan en el problema y, por tanto, son muchos quienes tienen que aportar en la solución. No hay un responsable único, no hay soluciones mágicas. Se espera que las personas que tienen la influencia, fuerza, información y posición para tomar las decisiones adecuadas, lo hagan con el conocimiento, inteligencia y buena voluntad para que como nación salgamos adelante.

Al final de todo este ejercicio, sólo me quedo con una idea: Si las personas no ven una mejora en su bienestar y seguridad en su vida, no podemos pensar que las cosas están bien.