Plutarco Elías Calles

Lázaro Cárdenas: 80 años después de dejar el poder

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En unas semanas se cumplirán 80 años del fin del mandato del presidente Lázaro Cárdenas, uno de los líderes políticos más importantes de la historia mexicana y del siglo XX. Su gobierno realizó una serie de reformas que cambiaron el rumbo de México: impulsó la Reforma Agraria con la repartición de tierras entre los campesinos a través de la creación de los Ejidos; la expansión de la educación por todo el país, consiguiendo alfabetizar casi en su totalidad a la población; la nacionalización de los ferrocarriles; y, el que quizá sea el logro más trascendente de su mandato: la nacionalización del petróleo mexicano.

En el plano exterior, México reafirmó el principio de no intervención, pero fue prácticamente la única nación que aceptó refugiados republicanos españoles y como miembro de la Sociedad de Naciones fue de los pocos miembros que condenó enérgicamente la invasión italiana de Etiopía, enviando incluso armas al gobierno de este país. Por otro lado, durante el gobierno “cardenista” se acabó de consolidar el sistema de partido hegemónico con el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

Lázaro Cárdenas con campesinos
Lázaro Cárdenas con campesinos, 1935 (fotografía anónima, Secretaría de Cultura, INAH).

La administración del general Cárdenas fue la primera que duró un sexenio entero (1934-1940), inaugurando una época de “estabilidad institucional”  a través del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que pasó a denominarse Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Éste se basaba en cuatro sectores: el obrero, el campesino, el popular y el militar; además de tener varias organizaciones bajo su órbita como la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la Confederación de Campesinos de México (CCM), entre otros muchos sindicatos, mineros, electricistas, industriales, etc. Durante el gobierno de Ávila Camacho (1940-1946), el sector militar fue apartado del partido que se refundó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Pero si bien es cierto que Cárdenas acabó de consolidar el sistema que gobernó México durante décadas, su mandato dio un definitivo impulso al país en muchos aspectos. Durante sus años de gobernador de Michoacán (1928-1932) había realizado una serie de reformas, sobre todo educativas y de reparto de tierras entre los pobladores, y debido a esto le apodaron: “Tata Lázaro”.  En aquellos momentos, Cárdenas era visto como uno de los protegidos del líder político del país, Plutarco Elías Calles, quien después de su presidencia (1924-1928) tuvo el control de la vida política del país durante los años del “Maximato”. Por eso el “Jefe Máximo” hizo uso del “dedazo” escogiéndole como candidato a la presidencia por el PNR y ganando las elecciones. En los primeros años de su gobierno tuvo que aceptar a miembros “callistas”; Calles pensaba que podía influir en el presidente que había escogido. Pero enseguida, Cárdenas demostró que tenía autoridad y era independiente de cualquier cacique político. El partido, con toda su organización, era cada vez más cercano al presidente y se iba alejando más de Calles, como también los obreros y buena parte de la prensa. Finalmente, en abril de 1936, Cárdenas expulsó a Calles de México, junto con otros colaboradores de su entorno. Consiguiendo que, a partir de ese momento, la máxima autoridad fuese el presidente electo.

Lázaro Cárdenas
Imagen: Centro Lombardo.

En el ámbito educativo y cultural también destacó el gobierno “cardenista”. Se implantó la educación “socialista” y se continuaron las políticas de alfabetización por todo el país; aunque en algunas zonas de fuerte implantación cristera, hubo conflicto, debido a los ataques que sufrieron muchos profesores enviados por el gobierno. El castillo de Chapultepec, dejó de ser la residencia oficial del presidente, convirtiéndose en el Museo Nacional de Historia;  a partir de entonces la máxima autoridad del país pasó a residir en “Los Pinos”. Se crearon el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Colegio de México, en donde muchos profesores e intelectuales republicanos dieron clase.

Precisamente, el asilo otorgado a muchos exiliados republicanos y de perseguidos de otros países fue una de las acciones por la que más se le recuerda a Cárdenas. A México llegaron más de 40 mil refugiados españoles, entre ellos políticos, profesores, profesionales, médicos, intelectuales u obreros. Famoso fue el caso de “Los Chicos de Morelia”, un grupo de más de 400 menores huérfanos que se les dio alojamiento en la capital michoacana. No fue una tarea fácil ya que, a mediados de 1940, Francia había sido ocupada por el ejército alemán y muchos refugiados se habían quedado en el sur, en la “Francia de Vichy”. Los diplomáticos mexicanos, como Gilberto Bosques o Luis I. Rodríguez hicieron todo lo posible para salvar a todos los refugiados españoles y de otras partes del mundo. Ningún país quiso intervenir a favor de la República, pero México estuvo del lado del gobierno republicano en todos los organismos internacionales; además proveyó de armas y dinero. 

Lázaro Cárdenas y familia
Fotografía familiar de Cárdenas (México Desconocido).

En 1937, Cárdenas ordenó la nacionalización de los ferrocarriles mexicanos y al año siguiente realizó la acción más importante de su administración: la nacionalización del petróleo mexicano. Desde la época de Porfirio Díaz, buena parte de los recursos naturales de la nación estaban en manos extranjeras. Cuando en 1917 se aprobó la actual Constitución política, en el artículo 27 se reafirmaba la propiedad de todos los recursos naturales que se encontraban en la nación mexicana por parte de ésta.

 Cada vez había más conflicto con la industria petrolera, los gobiernos posrevolucionarios anteriores no habían hecho nada para garantizar mejoras laborales en los trabajadores petroleros y habían garantizado a las empresas extranjeras que nunca se tomaría ninguna medida contra ellas. En 1935, se creó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y en 1936 se aprobó la Ley de Expropiación. El sindicato pedía un aumento salarial y mejoras de las condiciones laborales.  La  Junta de Conciliación y Arbitraje que dictaminó que las empresas extranjeras podían hacer frente a un aumento de los salarios. El economista e historiador Jesús Silva Herzog fue uno de los intelectuales que defendió la postura gubernamental. Éstas no lo aceptaron y pusieron un recurso en la Suprema Corte de Justicia que falló a favor de los trabajadores. Como se negaban a seguir el acuerdo, Cárdenas basándose en la Constitución, ordenó la expropiación el 18 de marzo de 1938, prometiendo una compensación a las empresas, tal como estipulaba el artículo 27. Aunque en un principio las relaciones con Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos se estropearon, volvieron a recomponerse con la entrada de México al lado de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y se llegaron a acuerdos de compensación.

Cárdenas con los Niños de Morelia
Cárdenas con los Niños de Morelia (fotografía tomada de la web “Mi Morelia”).

Tras dejar el poder, el general Cárdenas sirvió como Secretario de Defensa durante el gobierno de Ávila Camacho. En los años posteriores, se negó a intervenir o influir en los siguientes gobiernos que hubo y se fue a vivir a su natal Michoacán. Se dedicó a supervisar proyectos para los más desfavorecidos, defendió a los ferrocarrileros en la huelga de 1959, y medió entre los estudiantes y el gobierno en el conflicto estudiantil de 1968. Además, mostró simpatías por la Revolución cubana, asistiendo al primer aniversario de ésta por invitación de Fidel Castro. Lázaro Cárdenas murió en 1970.  Años después, su hijo Cuauhtémoc, siguió sus pasos como gobernador de Michoacán, convirtiéndose en el líder moral de la izquierda mexicana, tras las polémicas elecciones de 1988.

Hoy en día, Lázaro Cárdenas sigue siendo uno de los mexicanos más universales. Se han escrito numerosos libros y ensayos sobre él, en los que podemos destacar la obra de Fernando Benítez, El Cardenismo (Fondo de Cultura Económica, 1977), o una más reciente escrita por Cuauhtémoc Cárdenas, Cárdenas por Cárdenas (Debate, 2016).

Es recordado en numerosos lugares en México como el Eje Central en la Ciudad de México o la Ciudad Lázaro Cárdenas en el estado de Michoacán. En lugares como Barcelona, Madrid, Praga o Belgrado, hay lugares que llevan su nombre o monumentos en su honor.


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México: entre mofas, halagos y pésima administración

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Me permito hacer referencia al interesante artículo publicado por Don Marco A. Villa, en el Número 131 de la Revista Relatos e Historias de México con el título Entre mofas y halagos. Felicito a Don Marco Villa pues toca un tema que nos habla de las características y defectos de los gobernantes que ha tenido que sufrir el pueblo mexicano, aunque en la realidad se muestra muy benévolo en sus juicios sobre algunos de esos personajes.

A continuación, hago referencia a tres ejemplares que negativamente incidieron en el desarrollo de México y a los cuales les aplicaron motes que nos dicen de sus enormes deficiencias y pecados en la administración del país y la deformación de sus instituciones: Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Joaquín Amaro.

politicos mexicanos post revolucion
Plutarco Elías Calles mostrando la actitud de apocado que lo significaba.

Nuevamente felicito a la Lic. Rosa Albina Garavito por su extraordinario artículo también publicado en el número 101 de esa revista en el que se refiere a Plutarco Elías Calles.

Por la pobre actuación de Elías Calles como “Primer Mandatario”, vox populi también lo hacía objeto de burlas y señalamientos continuos llamándolo Maestro Ciruelo “como el maestro de Siruela que no sabía leer y puso escuela”, expresión utilizada en España para referirse a alguien que pondera sobre un asunto con absoluta ignorancia y, también, denostándolo con versos como el que se incluye a continuación, mismo a través del cual se hace una crítica severa a su pésima gestión al frente del Poder Ejecutivo, así como a la actitud sumisa y pasiva de “nuestros políticos” y del pueblo mexicano:

Yo no admiro de Calles los pellejos,
Ni admiro su poder adquisitivo;
Yo admiro su poder ‘defecativo’
Sobre veinte millones de… conejos.

Sin duda, las mofas y halagos muchas veces llevan enorme contenido de verdad y, en el caso de Elías Calles, los versos señalan con toda razón, a la que se constituyó en la herencia maldita que nos dejó y que los mexicanos hemos tenido que sufrir por más de 90 años pues, al hablar de que se pasaba de la era de los caudillos a la de las instituciones, lo único que hizo fue institucionalizar al dedazo y a la corrupción que había iniciado su “amigo” Álvaro Obregón.

Así, las instituciones corruptas y el dedazo pasaron a formar parte de los usos y costumbres de la vida de los mexicanos teniendo como importantes discípulos de Calles, Obregón y Amaro, a entes entre los que podemos contar como sus protegidos y emblemáticos exponentes de la clase de políticos que creó el sistema implantado por Calles a: Abelardo L. Rodríguez, mejor conocido el primer Embajador de la Mafia en México, y a Gonzalo N. Santos, discípulo aventajado en todo tipo de excesos fuera de la ley y a quien, hasta el año de 1978, protegieron todos los presidentes de México.

En este sentido, Álvaro Obregón, conocido como El Manco, en el colmo del cinismo señalaba que él sería mejor presidente porque sólo tenía una mano y no podía robar mucho, sin embargo, también le decían “Bárbaro Matón” y la inquina que generó con su sangrienta actitud de la que se hizo gala matando a diestra y siniestra durante su gobierno y el de Calles, su pelele, se resume en este epigrama de autor anónimo:

Si con una sola mano 
a tantos has exterminado
con dos hubiera dejado
vacío el suelo mexicano.

mofas y halagos alvaro obregon
Retrato de Álvaro Obregón, presidente de la República ( Mediateca INAH)

Obregón también era conocido como Álvaro Santana, no sólo porque había traicionado el principio sagrado de Sufragio Efectivo No Reelección que ya le había costado a nuestro país más de un millón de muertos, sino porque en el año de 1923, para que Estados Unidos reconociera su gobierno, firmó los Tratados de Bucareli, mismos a través de los cuales impusieron a México condiciones vergonzantes debiendo señalar que, cuando a Victoriano Huerta y a Don Adolfo de la Huerta trataron de imponerles condiciones similares para el reconocimiento correspondiente, mostraron enorme dignidad negándose a ello.

Las condiciones que Obregón aceptó de Estados Unidos dañaron grandemente a importantes sectores de la economía, ya que incluían derechos norteamericanos sobre el petróleo; contratos leoninos para favorecer a las empresas norteamericanas proveedoras de materiales y tecnología de la industria  petrolera; la sustitución del desarrollo de los ferrocarriles nacionales por una red carretera cuyos suministros y asistencia técnica serían norteamericanos, incluyendo los vehículos de transporte que en un 80% deberían  provenir de Estados Unidos; indemnización por expropiaciones agrarias y abstención de afectar propiedades de compañías estadounidenses; prohibición de llevar a cabo procesos de industrialización durante 25 años; y en reciprocidad, el gobierno de Estados Unidos se comprometía a otorgar el reconocimiento diplomático solicitado por Álvaro Obregón.

Estas denigrantes demandas, al final, fueron grandemente onerosas y terriblemente perjudiciales para México, pues canceló la posibilidad de desarrollo económico y la generación de riqueza en nuestro país, por lo que Obregón debió de haber sido juzgado como un traidor a la patria.

Estas peticiones fueron completadas con una exigencia norteamericana fuera de todo orden ético y moral: saldar una cuenta que se presentaba como una afrenta para el pueblo norteamericano, inferida por Francisco Villa al atacar Columbus, por lo que también se pedía su desaparición física.

Obregón, indignamente aceptó todas estas peticiones, y especialmente la referente a la muerte de Villa, que él cumplió gustosamente utilizando a Joaquín Amaro, mismo al que la Doctora Martha Loyo, su biógrafa y panegirista, alabó señalando que sus acciones lo muestran como un ejecutor falto de escrúpulos, implicado en magnicidios tales como el del General Francisco Villa en julio de 1923.

Joaquín Amaro, obedeciendo las órdenes de Obregón, en el colmo del sadismo y la barbarie, posteriormente ordenó al Coronel Francisco R. Durazo, Jefe de la Guarnición de Parral, Chihuahua, también cortar y robar la cabeza del cadáver del Centauro del Norte.

Joaquín Amaro –quien llegó a ser Secretario de Guerra y Marina, chapoteando sobre la sangre de numerosas víctimas, fue conocido como El Perro de Presa de Obregón– era criticado de múltiples maneras y con gracejadas haciendo referencia a su nada agraciado aspecto físico, su consuetudinaria afición a las bebidas alcohólicas que provocaron su muerte por cirrosis hepática, así como por sus enormes deficiencias culturales e intelectuales que se manifestaban en la carencia total de principios y valores.

joaquin amaro mofas
Joaquín Amaro Domínguez, militar mexicano que participó en la Revolución mexicana (Mediateca INAH)

Especial insistencia se hacía a la característica que más lo distinguía y señalaba, pues ha sido el único analfabeta titular del Instituto Armado. Entre otros apelativos le decían el “Indio Seco”; debido a su bajo nivel educativo e intelectual mostraba enorme dificultad para comunicarse verbalmente con propiedad, lo que le hacía expresarse mayormente con monosílabos, con lenguaje muy pobre que enriquecía con palabras altisonantes y el uso del fuete como muestra de su impotencia para relacionarse civilizadamente. Al respecto, la Doctora Loyo, simplemente lo señaló como una persona carente de discursos.

Joaquín Amaro también era conocido como el “General Arete” porque en algún momento se caracterizó por la arracada que ostentaba en la oreja, misma que empezó a utilizar como una condición que le impuso una prostituta que lo rechazaba para acceder a acostarse con él.

Esta arracada se la dejó presumiendo “así parezco más feroz y me da suerte”, misma cuyo uso abandonó al ser objeto de burlas entre las que se le señalaba que le quedaría mejor en la nariz, además de que se le criticó porque su uso era indigno de un militar mexicano.

A partir de la gestión de Amaro, la Secretaría de Guerra y Marina sufrió una mediatización que tuvo como origen sus vicios y enormes deficiencias personales, así como el “acuerdo” de Calles con los militares –que sobrevivieron a las sanguinarias purgas de Calles y Obregón–, con una clase política que el pueblo mexicano no se merecía, mismos que se sometieron a un proceso indigno de “premiación”, conformándose con esperar turno para recibir canonjías de acuerdo con el esquema de “institucionalización” del dedazo y la corrupción adoptado por Calles en esta Secretaría y en todas las instituciones gubernamentales, sin tomar en cuenta un mínimo de los conocimientos requeridos para desempeñar algún puesto y sus funciones, ya que la base de su premiación era el mayor o menor grado de servilismo que exhibieran.

La actividad que el Ejército Nacional Mexicano realizó durante esa época, con Joaquín Amaro al frente, sirviendo a los intereses personales y aviesos de Obregón Calles, fue mediocre, mediatizando su desarrollo, además de que le dieron una característica de represor dejando de cumplir con su función sustantiva y sin tener los efectos positivos que normalmente se espera de una institución pública en lo político, en lo económico y en lo social.

Conviene señalar que Amaro, tratando de darle un tinte “amable y novelesco” a la asociación delictuosa que tenía con Obregón y Calles comentó que les decían Los Tres Mosqueteros, a lo que vox pópuli respondió que Amaro, aparte de tonto era sordo pues en realidad les decían Los Tres Más Rateros.

Esta situación se ha traducido en el hecho de que un país tan rico como México, tradicionalmente haya tenido tasas de desarrollo muy reducidas y, actualmente, sea considerado uno de los países más corruptos del mundo, siendo la base de este problema, la pésima calidad de esas instituciones públicas y la de sus funcionarios.

Es decir, la mediatización que se estableció a través de este esquema de premiación, generado por el dedazo y la corrupción decretado por Calles, se tradujo en pésima calidad de las instituciones públicas sin que éstas lograran su objetivo social legítimo, pero sí lo lograron numerosos individuos que formaron parte de la mafia del poder que nos ha “gobernado” durante más de 90 años, enriqueciéndose de manera escandalosa.


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Gran Concurso Nacional de Marcas Industriales y Comerciales 1929

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Ellos se ríen de mi porque soy diferente,
yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.

En medio de tantos retrocesos a los que me he referido en mis más recientes artículos, hoy me es grato comentar dos hechos que fueron muy positivos en nuestro país, aunque datan de hace casi un siglo.

El 16 de septiembre de 1929 se celebró en México el Primer Gran Concurso Nacional de Marcas Industriales y Comerciales, de acuerdo con las bases publicadas en el gran diario de México, El Universal, el 24 de junio de 1929.

En dicho concurso, el Comité Calificador otorgó el Diploma de Honor, Medalla de Oro y Gran Premio a la marca La Piel de León, empresa dedicada a la curtiduría de pieles que producía charoles, suela y carnaza, por haber sido proclamada de “Fama Nacional” por voto popular.

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Para mí resulta un orgullo enorme comentar este hecho pues esta tenería era propiedad y estaba dirigida por mi abuelo materno Rodimiro García Aróstegui.

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Conviene señalar que esta empresa se inició a través de un esquema de subarriendo de una curtiduría en la Ciudad de México, propiedad de Don Félix Pérez, el 30 de marzo de 1918, de acuerdo con el libro de registro de entradas y salidas de cueros según la categoría y calidad de la piel, del cual me es grato incluir copia de la primera página.

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La exitosa administración de la empresa determinó que once años después de ese primer registro y una enorme transformación con instalaciones propias y construidas ad hoc, la marca La Piel de León haya recibido el galardón señalado.

Es importante mencionar que, debido a una hemiplejía que sufrió mi abuelo, tres de sus hijos tuvieron que incorporarse a la administración de la empresa de tal manera que el mayor de ellos, Nahúm García Escareño, quien en algún momento había recibido un diploma como Premio a la Aplicación y Aprovechamiento, otorgado en junio de 1908 por el Presidente de la República, el general Porfirio Díaz, y por el Secretario de Instrucción Pública y Cultura, el maestro Justo Sierra, tuvo que abandonar sus estudios para asumir importantes responsabilidades dentro de la empresa familiar.

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Su segundo hijo, Juan García Escareño, también tuvo que dejar sus estudios y dedicarse a ayudar en la administración y operación de la empresa y, a pesar de sus importantes actividades dentro de la misma, destacó en el deporte que practicaba, motivo por el cual fue seleccionado para representar a México como integrante del Equipo Olímpico Mexicano de Boxeo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, California, en 1932, sin embargo, los requerimientos de la empresa en ese momento preciso le impidieron asistir a la justa olímpica.

Su tercer hijo, mi mamá, María García Escareño, quien había estudiado “Economía doméstica” en el Colegio Williams, y se había convertido en una excelente cocinera, hoy dirían “Chef”, también tuvo que incorporarse a la empresa familiar, misma que como he señalado, tuvo tanto éxito que fue proclamada de fama nacional.

Asimismo, hay que destacar que, con sólo 20 años de edad, mi mamá se hizo cargo de la administración de la bodega y expendio de pieles, cuero y charol que la empresa puso en la calle de Mesones, y en donde el producto estrella era el charol.

A continuación incluyo una tarjeta de presentación de mi mamá, en la cual aparece la dirección de la tenería La Piel de León:

Panfleto

También es necesario comentar que la industria de la curtiduría en esa época fue clave para el desarrollo del país y destacó por su calidad, de tal manera que, inclusive el calzado Excélsior, que producía el importante industrial mexicano Carlos B. Zetina, fue catalogado como el mejor del mundo, haciendo referencia al importante hecho de que su empresa destacaba en el medio nacional e internacional porque había logrado la integración vertical y horizontal de su operación, situación que actualmente en nuestro país parece imposible.

La imagen de respetable industrial y la gran popularidad de don Carlos B. Zetina hicieron que, en un gran concurso de “Exploración nacional” convocado también por el diario El Universal y publicado el 10 de julio de 1922, sobre los posibles candidatos para ocupar la Presidencia de la República en 1924, figurara en segundo puesto de las preferencias nacionales, sólo después de don Adolfo de la Huerta y superando a Plutarco Elías Calles.

El cómputo sobre esos principales candidatos resultó como sigue:

Don Adolfo de la Huerta: 124,899
Don Carlos B. Zetina: 123,647
General Plutarco Elías Calles: 74,535
General Enrique Estrada: 73,678

Sin embargo, don Carlos tuvo que renunciar a competir como Candidato a la Presidencia de la República después de recibir amenazas de muerte por parte de Plutarco Elías Calles, un individuo débil de carácter y agachón que, obedeciendo las órdenes de Obregón y con su complicidad, estableció las sólidas bases de un régimen antidemocrático y de terror en México, utilizando los servicios del único analfabeta que ha sido titular de la Defensa Nacional, Joaquín Amaro, quien por su misma condición de ignorancia, carecía de valores y principios y, por tanto, fue sumamente útil para cometer toda clase de tropelías que le ordenaban Obregón y Calles como titulares del Poder Ejecutivo.

La empresa de Carlos B. Zetina, fabricante de calzado Excélsior, que fue considerado el mejor calzado del mundo, desapareció porque el gobierno de Calles le impuso la formación de un sindicato que determinó un rendimiento decreciente en su operación, debido a los conflictos internos y problemas generados por ese tipo de sindicato que hoy conocemos como sindicato blanco, presidido por un líder charro, y que incidieron negativamente en su administración.

El nacimiento de este tipo de sindicatos se incrementó durante la “Administración Calles” y se convirtió en un modus operandi que fue cobrando fuerza con los años y los regímenes que siguieron, siendo este tipo de organización lo que ha incidido grandemente en la poca competitividad de la economía mexicana, y que no ha podido ser eliminado totalmente hasta nuestros días.

La era de los caudillos que Calles anunció pomposamente que terminaba, señalando que se pasaba a la de las instituciones, desgraciadamente fue caracterizada por pasar de la era de los caudillos corruptos a la de las instituciones corruptas, mismas que pasaron a formar parte de los usos y costumbres de la vida de los mexicanos al institucionalizar, a través de las mismas, al dedazo y la corrupción.

Esta situación se ha traducido en el hecho de que un país tan rico como México, tradicionalmente haya tenido tasas de desarrollo muy reducidas y, actualmente, sea considerado uno de los países más corruptos del mundo, siendo la base de este problema, la pésima calidad de esas instituciones públicas y la de sus funcionarios. Es decir, la mediatización que se estableció a través de este esquema institucional, se tradujo en enorme mediocridad de las instituciones públicas sin que éstas lograran su objetivo social legítimo, pero sí lo logró el personal de la mafia del poder que nos ha gobernado durante más de 90 años.

Mark Twain parecía que conocía muy bien al sistema político mexicano, pues una de sus frases célebres parece originada en nuestro país tomando como base el estereotipo de políticos creado por Calles: Todo lo que necesitas para tener éxito es ignorancia y confianza.

El mismo Ejército Nacional Mexicano, con Joaquín Amaro como titular de la dependencia, sufrió una mediatización que tuvo como base un “acuerdo” de Calles con los generales que sobrevivieron a la Revolución mexicana, mismos que se sometieron a un proceso indigno de “premiación”, conformándose con esperar turno para recibir canonjías de acuerdo con el esquema de “institucionalización” del dedazo adoptado por Calles en todos los ámbitos.

La actividad que el Ejército Mexicano desarrolló durante esa época, con Joaquín Amaro al frente, sirviendo a los intereses personales y aviesos de Obregón y Calles, le dieron una característica de represor en lugar de cumplir con su función sustantiva.

Desgraciadamente, la imagen de Joaquín Amaro como persona analfabeta, carente de principios y valores, y borracho consuetudinario –que además utilizaba las instalaciones del Heroico Colegio Militar para sus libaciones y que murió como consecuencia de una cirrosis hepática–, también se le adjudicó de una manera genérica a los miembros del Instituto Armado, sin que a la fecha se haya podido eliminar completamente esa idea que todavía permanece en la mente de muchos mexicanos. (Denuncia del Ciudadano Manuel Gómez M. en contra de la actuación de Joaquín Amaro Domínguez como Director General del Heroico Colegio Militar. México, Junio 12 de 1933).

Todos estos elementos que han incidido grandemente en la pésima calidad de las instituciones mexicanas han provocado el pobre desarrollo de nuestra economía, mismos que la Historia Oficial de México ha ocultado pero que, vox pópuli, criticó acremente desde un principio, denostando a Calles con versos como el que se incluye a continuación, mismo a través del cual también se hace una crítica severa a la actitud sumisa, conformista y pasiva de gran parte de los políticos y del pueblo mexicano:

Yo no admiro de Calles los pellejos,
Ni admiro su poder adquisitivo;
Yo admiro su poder “defecativo”
Sobre veinte millones de … conejos.

Teniendo en cuenta la situación que hoy vive la industria del calzado mexicano, al igual que muchos otros sectores, resulta paradójico e increíble que hace 100 años ésta haya sido una industria emblemática que había logrado una integración total, produciendo insumos y calzado de alta calidad, y que hoy se vea amenazada con su desaparición por una irresponsable política comercial basada en la aplicación de un liberalismo dogmático, caracterizado por la firma compulsiva de TLC’s, por una apertura comercial totalmente incoherente y una desgravación unilateral ilógica.

En el caso de La Piel de León, trabajó exitosamente hasta 1942, año a partir del cual empezó a tener grandes problemas para seguir con su operación, debido a que gran parte de los insumos químicos que utilizaba para su producción eran de origen alemán y, naturalmente, la Segunda Guerra Mundial la afectó de manera extraordinaria.

Mi tío, Nahúm García Escareño, después buscar soluciones para los numerosos problemas que aquejaron a la empresa en los años 40 y principios de los 50, principalmente de financiamiento, tuvo que cerrarla y se dedicó a buscar alternativas en León, Guanajuato, asesorando a empresas curtidoras en esa entidad.

Posteriormente, decidió emigrar y primero se fue a vivir a Guatemala para asesorar a una tenería y, finalmente, en las postrimerías de la década de los 50, se fue a buscar el sueño americano a Los Angeles, California.

Al igual que mi abuelo Rodimiro y mi mamá, mi tío Nahúm murió a los 90 años de edad.


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