San Ignacio de Loyola

La Iglesia de San Ignacio De Loyola a 60 años de su inauguración

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Aunque la idea de construir la iglesia de San Ignacio de Loyola en la esquina de Horacio y Molière en Polanco, como capilla del prestigiado Instituto Patria se gestó en 1951, no fue sino hasta el 31 de julio de 1961 que se logró inaugurar. En efecto, en 1953, el padre Rodolfo Mendoza, S.J., encargado de la obra y primer capellán de la iglesia, comunicó al eminente arquitecto Juan Sordo Madaleno la invitación para ser el director de la obra. Asimismo, el padre Mendoza invitó al prestigiado contador público Wilfrido Castillo Miranda para encargarse de la tesorería, al señor arquitecto Luis Girault Esteva para encabezar la comisión técnica y al entonces pasante de ingeniería Jorge de la Mora Llaca para que actuara como secretario ejecutivo, quien se hizo apoyar de su hermano Luis y del arquitecto José Adolfo Wiechers, socio de Sordo Madaleno. El equipo acordó pedir a don Salvador Ugarte, director del Banco de Comercio, actuar como presidente y al licenciado Raúl Valdés Villareal como secretario del patronato de Fomento Cultural AC, que finalmente se constituyó junto con otros integrantes.

También se solicitó la opinión del arquitecto Alonso Mariscal, entonces director de la facultad de arquitectura de la UNAM, quien aunque hizo ciertas aportaciones, siempre dio su lugar al arquitecto Sordo Madaleno. Según señaló el padre Rodolfo Mendoza en su reseña con motivo de los 50 años de la construcción de la iglesia, también destacó la intervención de Virginia Armella de Aspe, quien “se ingenió para adornar la iglesia con tal acierto y distinción, que sentó la tradición de buen gusto en los adornos que han sido de tanta satisfacción para cuantos asisten… para orar en la sencilla austeridad, en la mística penumbra, como en los templos góticos, en la discreta sinfonía de luces con que bañan su altar los vitrales, que sin decir ninguna plegaria las dicen todas”. Matías Goeritz calificó la iglesia como “el más alto exponente de la arquitectura religiosa moderna… Al entrar a ella se siente uno inclinado a orar, a meditar”.

El arquitecto Sordo Madaleno fue quien encontró en Madrid, España, al artista Pablo Serrano, quien realizó la escultura del polémico Cristo que preside el altar. “De modernísimo estilo expresionista, resultaba nuevo y desacostumbrado en una Iglesia y como objeto de culto”. En palabras del propio padre Mendoza:

El Cristo de Pablo Serrano
El Cristo de Pablo Serrano.

El mensaje que se percibe más inmediatamente es el del holocausto redentor del Hijo de Dios: su cuerpo de larguísimos brazos, que nos abrazaron a todos los hombres, a los miles de millones que vivieron, que vivimos y vivirán; con manos crispadas de dolor y grandes para dar; de piernas largas, cansadas de moverse por los senderos escabrosos interminables de la malicia y de la volubilidad humana; su cuerpo, todo él en ademán de entrega total y sin reservas, de una entrega ofrecida y donada. Y ese rostro maravilloso que expresa el dolor y el amor infinitos de Dios; tiene tristeza y dolor pero sin reproche ni condenación; tiene amor sin medida pero con la Suprema dignidad de Dios. Pocos rostros, si es que alguno, expresan tan magistralmente el perdón”.

Cabe mencionar que durante algún tiempo, a instancias del padre Manuel Ignacio Pérez Alonso, la iglesia albergó unos fantásticos cuadros que Miguel Cabrera pintó para la casa de formación de los jesuitas en Tepotzotlán, pero fueron devueltos a su lugar de origen puesto que interrumpió la escena minimalista concebida por el arquitecto Sordo Madaleno. También son de destacar los espléndidos vitrales concebidos por el mencionado arquitecto Adolfo Wiechers. La réplica de la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe, colocada a la derecha del altar, fue donada por la señora Carmen Riba de Cervantes.

Luego de 56 años de intenso funcionamiento, el entonces Rector de San Ignacio, el padre Joaquín Gallo Reynoso, identificó filtraciones de agua en las paredes de la iglesia y a sugerencia del actual Rector, el padre Carlos Vigil Ávalos, se invitó al ingeniero Francisco Escamilla Llano de la Universidad Iberoamericana, para planear y ejecutar los trabajos de conservación y mejora que actualmente se están llevando a cabo, conforme a la autorización que dio el Instituto Nacional de Bellas Artes. El padre Vigil nombró como su asesor para la supervisión de los trabajos al ingeniero José Antonio Cortina Suárez, con cuya ayuda se ha logrado mantener el proyecto dentro del presupuesto inicialmente establecido. De los 30 millones de pesos faltan aún por recabar 3 millones.

Los trabajos de conservación y mejora incluyeron el arreglo de la cimbra de cemento y Siporex, sobre la cual se apoya la emblemática cerámica de color amarillo que cubre el exterior de la iglesia, material que fue proveído originalmente por el dueño de la mencionada empresa, Rolph Anderson y su directivo, mi tío Álvaro Yarza Alonso. Al momento se ha concluido el 95% de los trabajos en el interior de la iglesia y se espera que la cerámica exterior quede colocada totalmente hacia finales de mayo próximo. Se espera poder llevar a cabo en la iglesia las celebraciones de Semana Santa y la reinauguración oficial el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola, a los 60 años de la Bendición original, a la cual se espera asista el Emmo. Sr. Cardenal Carlos Aguiar Retes.

Quienes hemos estado cerca de esta iglesia no podemos dejar de recordar la labor pastoral y de diálogo espiritual del padre Fernando Suárez, el último director de primaria del Instituto Patria, cuya voz privilegiada lo llevó muchos años a Radio Vaticana y cuyos sermones aún son recordados. Hoy día la marcha de la iglesia al mando del padre Carlos Vigil Ávalos se ha dinamizado con la pastoral del padre Daniel Stevens y el grupo de empresarios que analiza su papel a la luz del evangelio, proyecto a cargo de Francisco Palafox Padilla, los cuales no han cesado con motivo de la pandemia. Quiera Dios que la Iglesia de San Ignacio de Loyola retome aliento en esta nueva fase de su historia, en beneficio de los feligreses de la zona.

Quien tenga interés en contribuir con la conclusión de los trabajos de conservación y mejora de la iglesia, pueden depositar en la cuenta de la Fundación San Ignacio de Loyola, A.C., CLABE 002180701077526747, en Banamex.


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