Stanley Kubrick

Senderos de Gloria

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A quienes nos gusta el cine, no podemos dejar pasar desapercibida la muerte del último grande de una era de extraordinarios actores del cine norteamericano. Esta semana falleció Kirk Douglas, a los 103 años. Sólo le sobrevive, de esa gran camada de actores y actrices de Hollywood, la inglesa (por cierto, nacida en Japón) Olivia de Havilland, quien ahora tiene 103 años y hasta el 5 de febrero pasado, era celebrada junto con Douglas, como los únicos sobrevivientes del cine clásico de Hollywood.

De origen muy humilde (su padre fue ropavejero), Kirk Douglas salió de Nueva York para convertirse en uno de los actores más prolíficos y multifacéticos de Hollywood. Además de actor, fue director, productor, escritor y en sus últimos años, un gran filántropo. Interpretó tantos y tan diversos papeles como le fue posible. En 1956 interpretó a Vincent van Gogh, el célebre pintor holandés, y hasta que recientemente Willem Dafoe lo volvió a interpretar, nadie lo había hecho con tanta pasión y entrega. Además de pintor fue esclavo romano (Espartaco), gangster (Dos tipos duros), vaquero (Los justicieros del oeste), agente de la CIA (La Furia), maestro provinciano (Carta a tres esposas), científico de ciencia ficción (Saturno 3), boxeador (El ídolo de barro), ballenero (20000 leguas de viaje submarino) y mil cosas más.

Douglas compartió la pantalla grande con grandes celebridades como fueron John Wayne, Burt Lancaster, Lana Turner o Lauren Bacall. Lo dirigieron los más grandes de esos tiempos, como William Wyler, Billy Wilder, John Huston, Vincente Minnelli o Elia Kazan.

Stanley Kubrick, uno de los más influyentes directores del siglo XX, lo tuvo en dos de sus películas. En Espartaco, los dos hicieron un salto enorme en su carrera, aunque yo prefiero la película de menor presupuesto que estrenaran previamente en 1957, cuya acción se desarrollaba en la Francia de la Primera Guerra Mundial, y cuyo final es memorable (no se las voy a contar para que la busquen y la vean, en verdad que vale la pena). El nombre de la película es La patrulla infernal, una traducción un poco extraña a un título original en inglés: Paths of Glory que literalmente se traduce como “Senderos de gloria”, título de este artículo y mi película favorita de Kirk Douglas.

Los senderos a la gloria que siguió Douglas no son muy diferentes a los que todos debemos seguir para ser exitosos; mucho amor y pasión por lo que uno hace, mucha creatividad y ánimos de reinventarse una y otra vez, trabajo constante y buscar propósitos en tu vida que trasciendan a tu persona. Douglas lo sabía, y no conforme con su gran carrera como actor, director y productor, siguió trabajando, pero ahora por los demás como un gran filántropo. El tipo duro de Hollywood, como se le conocía en sus tiempos, junto con su esposa Ann, reconstruyó patios escolares de zonas pobres de Los Ángeles, construyó hospitales y decidió que la mayor parte de su fortuna se iría a obras de caridad cuando muriera.

En 1996, y después de un derrame cerebral que lo dejó un tiempo sin poder hablar, este incansable personaje bajó su ritmo y sólo participó en papeles menores en tres películas, también, menores. ¡Lo increíble es que ya tenía más de 80 años! Ese mismo año recibió el premio Oscar, que en dos ocasiones se le había negado cuando fue nominado a mejor actor. El Oscar honorífico por su prolífica carrera, The Lifetime Achievement, le fue entregado por uno de los grandes directores que aún vive, Steven Spielberg. En esa ocasión celebró sus 50 años de actuación. Hoy, 23 años después y en ocasión de su muerte, invito al lector a entretenerse con sus películas. El coraje, la pasión y la compenetración con el personaje a interpretar, que Douglas ponía en cada película, lo hace uno de los grandes del cine.

Películas como The bad and the beautiful que se tradujo como “Cautivos del mal” y la ya señalada Paths of glory son imperdibles para quienes gustamos del cine. Verlo como “Midge” en su actuación como boxeador iracundo y fracasado, es un agasajo. El mítico esclavo que comanda una revuelta en Espartaco, deja ver a Douglas en toda su expresión. Ser dirigido por Kubrick no es cosa menor, y él lo logró dos veces.

Douglas fue un actor más bien identificado siempre con el drama, la rudeza y el desasosiego, pero en su vida personal, y sobre todo en sus últimos años, fue visto como un hombre feliz, de buen sentido del humor y con un sentido de familia bien arraigado. Sus cuatro hijos, entre ellos el célebre Michael Douglas, se expresaban de él como un gran padre, así mismo lo hizo su viuda con la que duró casado más de 60 años.

Se fue un talento que se describe en una de sus propias frases de la película Espartaco:

“Tal vez no haya paz en el mundo. No lo sé… pero sé que mientras estemos vivos, debemos ser fieles a nosotros mismos”.

Descanse en paz, el último gladiador de Hollywood.


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