¡Es oficial! Con 155 mil 145 defunciones por COVID-19, México ocupa el tercer lugar en pérdidas humanas a nivel mundial. El panorama se torna más oscuro si se toma en cuenta que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador está contagiado sin dar señal de vida y en medio de un proceso de vacunación lento y poco eficiente.
De acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, la República Mexicana rebasó a India que hasta el momento registra 154 mil 010 decesos por el virus SARS-CoV-2. En este sentido, el país se encuentra únicamente por debajo de Estados Unidos (433 mil 622 defunciones) y Brasil (221 mil 547 fallecimientos).
Quizás una de las cosas más tristes de la situación reside en que desde hace algún tiempo se sabía que el territorio nacional llegaría al peldaño tres. Esto, sobre todo porque mientras el promedio de muertes al día rebasa la cifra de mil, la saturación hospitalaria es inestable en algunas entidades y la distribución de vacunas apenas da sus primeros pasos —657 mil 842 dosis aplicadas al momento—.
Lo que resulta un poco nuevo al respecto, es que el momento llegó justo cuando el primer mandatario no está ni siquiera para defender su estrategia antiCOVID-19. Todo lo contrario, desde que contrajo el coronavirus, lo poco que se sabe de él es a través de Olga Sánchez Cordero, titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Hugo López Gatell-Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, o Jesús Ramírez Cuevas, el vocero de Presidencia.
Si la noticia hubiese llegado cuando el jefe del Ejecutivo estaba sano, seguramente sería el primero en negarlo todo. Tal situación, como lo ha hecho a lo largo de toda la contingencia sanitaria: atacando a quien critica los errores de sus maniobras.
La doble Moral de AMLO: Dice que las muertes no se cuentan y es el primero en comparar
Para López Obrador si los medios de comunicación u organizaciones internacionales sacan a la luz la alta mortalidad en México, los llama “zopilotes de la información”. En cambio, él goza de comparar la situación nacional con otros países, que a su decir, están peor.
Y es que cuando organismos como la Universidad Johns Hopkins o la de Oxford han lanzado datos que demuestran la mortandad del país, el líder de la autollamada Cuarta Transformación no pierde su derecho de réplica. Eso sí, pide disculpas a fin de no jugar con las pérdidas humanas de cualquier región del mundo.
Como ejemplo de lo anterior se encuentra la mañanera del 7 de agosto del 2020, cuando el primer mandatario al ser cuestionado por las entonces más de 50 mil muertes en el país por COVID-19, únicamente respondió que existen otros territorios con más casos fatales. Incluso, pese a que “no le gustan las comparaciones” afirmó que México registraba menos decesos que países como Estados Unidos, Brasil, Chile, Perú, Francia o España.
De forma más reciente, en su encuentro con la prensa del 9 de enero del 2021 y con 132 mil 69 fallecimientos por el SARS-CoV-2 en el bolsillo, López Obrador se atrevió a decir que a la República Mexicana no le ha ido “tan mal” en la crisis sanitaria. Y no le bastó con eso, en lugar de cuestionarse aspectos como el desabasto de medicamentos o la pésima cultura de prevención, argumentó que en el país existe la tradición del cuidado del adulto mayor.
“Ahora con la pandemia no nos fue tan mal, no nos ha ido tan mal porque existe la tradición en México de cuidar a nuestros adultos mayores”, apuntó el funcionario.
El jefe del Ejecutivo podrá batear los reclamos de la oposición, de los gobernadores estatales y hasta de la población. Sin embargo, es imposible retar la rigurosidad de estudios a través de lo que él mismo llama “politiquería”.
Tan grave está el asunto, que Bloomberg arrojó que México es el peor país a nivel mundial para permanecer durante la contingencia sanitaria. Con una tasa de mortalidad del 7.5 por ciento y una tasa de pruebas positivas de 41.1 puntos porcentuales, es indefendible la posición del territorio.
Si todo lo anterior no bastara, el funcionario tabasqueño también ha tenido un discurso engañoso con relación a la implementación de las vacunas. Por un lado, no se cansa de decir que su gobierno fue el primero en ocuparse de la aplicación universal del remedio en sus habitantes, pero por otro aceptó una reducción de la vacuna Pfizer-Biontech para entregarla a los países pobres. ¿Y dónde quedarán los 10 millones de habitantes que la pandemia dejará en México?
Así es como a casi un año del primer caso de COVID-19, México enfrenta dolor e incertidumbre. No hay que olvidar que cada pérdida de vida es equivalente a familias desintegradas economías a la baja y menos esperanza en el cambio.