valor social

Hacia un pensamiento de prevención de riesgo

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Hay una famosa frase popular que reza “más vale prevenir que lamentar”, porque ya hemos vivido en múltiples ocasiones el arrepentimiento que provoca no haber contemplado y tomado medidas sobre aquello que sabíamos podía ocurrir, sin hacer algo por evitarlo. Aún cuando la mayor parte de los eventos catastróficos no podemos evitar que sucedan, la realidad es que sabemos que existe la posibilidad de que sucedan y solamente esperamos que no sea así.

Como especie humana tenemos una gran capacidad intelectual para evaluar el riesgo, medir la posibilidad de que algo pase y sus consecuencias, pero no está sujeta solamente a nuestro potencial de raciocinio, la mayor parte de nuestras decisiones las tomamos en función de las experiencias vividas y la esperanza de que los eventos siempre sean como los imaginamos. Damos más valor a la percepción que al pensamiento.

cambio de pensamiento
Imagen: Página 12.

Sin embargo, en cualquier forma siempre evaluamos dos aspectos:

*Posibilidad: aquello que puede suceder.

*Impacto: efecto que tiene un evento.

Si queremos decidir tomando como base el pensamiento racional, tendremos al menos que evaluar con datos, la posibilidad y el impacto de aquello que es posible que suceda. Empero, la mayor parte de las veces no sucede así, decidir con base solamente a las percepciones es muy peligroso.

Hoy el mundo vive las consecuencias de no calcular en forma adecuada el impacto de un evento, de no tener consistencia en las medidas que deben tomarse en conjunto por todas las naciones, y de no tomar las precauciones necesarias para prevenir lo que vivimos hoy. Pero, además, hay algo que resulta imprescindible para analizarse y no se ha hecho en forma adecuada; más allá de lo obvio de declarar que siempre es mejor “prevenir que lamentar”, hoy sufrimos el impacto de algo que se esconde sutilmente debajo de esta crisis, de cambios en la perspectiva, en el enfoque de la salud, hoy no sólo debemos evaluar el costo social de la salud, tenemos que medir el Valor Social de la Salud.

ojo que vigila pandemia
Imagen: El País.

Nos preocupa el costo de la salud, de los servicios, de mantener el personal en los hospitales o sistemas de salud, de aquellas enfermedades incapacitantes, de todos aquellos elementos que merman las capacidades físicas e intelectuales de las personas, siempre bajo restricciones presupuestales. Sin embargo, el valor social de las cosas que suceden se convierte en una catástrofe.

Hoy tenemos una pandemia que, sin haber incapacitado a las personas desde el punto de vista de salud, ha inmovilizado al mundo. Restringe la movilidad, los trabajos, disminuye la productividad, el consumo, nuestra normalidad. Hoy vivimos un impacto brutal en diversos aspectos:

*Crisis económica.

*Violencia doméstica.

*Cambio en los hábitos de comportamiento social.

*Disminución de la movilidad.

*Percepción de la vulnerabilidad.

vagabundo, sin casa, desempleo
Imagen: Revista Paula.

El valor social de la salud es mucho más grande que su costo, el no haber tomado las decisiones oportunas de prevención, no medir en forma adecuada la posibilidad e impacto de la ocurrencia de los eventos nos lleva a enfrentar lo siguiente:

*Repercusión en la riqueza desde las personas, hasta las naciones.

*Deterioro del tejido social.

*Nuevas formas de relacionarnos, trabajar, consumir, etc.

*Replantear la necesidad y formas de movilidad.

*Enfrentar nuevos enemigos.

No evaluar las condiciones de riesgo en forma adecuada (posibilidad e impacto) en todos los ámbitos de la sociedad, financieros, sociales, de seguridad, de gobierno, es devastador. Hay que tomar las decisiones y acciones oportunas para evitar el daño que hoy sufrimos. Porque es seguro que ocurrirán en algún momento en el futuro.

Tenemos que capacitar y aportar conocimiento veraz a las personas que nos rodean, que haya gente bien informada y motivada en nuestra sociedad, y quienes usualmente son, y por mucho, más efectivas y poderosas que un grupo de trabajo, sometido a un sistema, ignorante y vigilado.

Pensemos, ¿qué condiciones de riesgo tenemos en nuestro ámbito personal que no hayamos pasado por el tamiz “probabilidad e impacto”?


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