Un anuncio importante a nivel ambiental se difundió el 24 de septiembre pasado cuando quedó prohibido el uso, fabricación, posesión y transportación de redes de enmalle y agalleras en el hábitat de la vaquita marina (Phocoena sinus) en el Norte del Golfo de California.
Esta restricción fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) en la que se estableció que los titulares de concesiones y permisos de pesca disponen de 60 días, contados a partir de esta publicación, para entregar en las oficinas de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) las redes de enmalle o agalleras que tengan en su poder, de lo contrario se harán acreedores a las sanciones que dispone la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables.
Sin duda, se trata de un avance sustancial para la conservación de la vaquita marina, cetáceo endémico mexicano, que enfrenta el mayor peligro de quedar extinta en el planeta. En la NOM-059-SEMARNAT-2010 se encuentra clasificada como una especie en peligro de extinción, y en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) se le cataloga como un especie críticamente amenazada.
Su hábitat es limitado y abarca aproximadamente 4 mil kilómetros cuadrados, y su tasa de reproducción está catalogada como baja, ya que una hembra llega a tener durante su vida de 2 a 7 crías, según datos de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
De acuerdo con el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA), la población actual oscila entre los 6 y 19 individuos e investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM advierten que la pesca ilegal de la totoaba (especie mexicana con alta demanda en el mercado asiático, principalmente chino), atrapa en sus redes a este mamífero marino, aunque también la pesca de camarón y de otras especies marinas, como el tiburón, elevan la presión contra dicha especie endémica de México.
En los últimos años se ha venido documentando que la pesca con redes agalleras (que contiene plomo en la parte interior del trasmallo) atenta también contra otras especies en peligro de extinción como son las tortugas golfinas, como ha ocurrido en las costas del estado de Oaxaca.
Si bien la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) asegura que la vigilancia de la Vaquita se ha intensificado en el Alto Golfo de California y en el Golfo de Santa Clara, en Sonora, así como el monitoreo satelital, para los científicos que realizan trabajos de investigación en el hábitat de esta especie señalan que hace falta un control más estricto en los patrullajes y en la pesca, pues persiste la captura de la totoaba.
“Hay verdaderas mafias en la pesca y con el desmantelamiento de la Profepa -Procuraduría Federal de Protección al Ambiente-, la pesca ilegal continúa a costa de llevar a la extinción a la vaquita marina. Urgen acciones del Gobierno federal más contundentes en la vigilancia, en las sanciones y para impulsar una pesca sustentable en la región”, me comenta uno de los científicos de la UNAM, quien lleva más de 20 años de investigación en el Alto Golfo de California.
Además, apenas se dio a conocer el anuncio en el DOF, grupos de pescadores de San Felipe, Baja California, y del Golfo de Santa Clara, Sonora, inmediatamente impugnaron las restricciones (justo horas antes de que se levantara la veda para la captura de camarón), ya que argumentan que no hubo negociación y tampoco las autoridades les brindaron opciones para la subsistencia de las comunidades pesqueras del Alto Golfo de California.
Y los investigadores de la UNAM me precisan que la presión contra la vaquita marina inició con el cambio del cauce del río Colorado, en Estados Unidos, lo cual impactó severamente su hábitat, y es un tema que las autoridades estadounidenses no reconoce, pero sí culpan a la pesca mexicana.
A escala internacional hace falta un acuerdo o convenio entre los gobiernos mexicano y chino para prohibir el comercio de la totoaba, debido a que el tráfico de esta especie continúa a manos de bandas delincuenciales, ya que la vejiga de este pez (considerada como un potenciador sexual) es conocida como la “cocaína acuática” y en el mercado negro chino un kilogramo alcanza precios superiores a los 100 mil dólares. Ahí está una tarea pendiente a nivel diplomático.
Mientras, vale reconocer los esfuerzos que han realizado grupos de científicos por reproducir en cautiverio a la vaquita marina, pues en el Zoo de San Diego se tienen muestras congeladas de ADN de las hembras, las cuales buscan clonar con las del macho y el objetivo es lograr una cría por año. De lograrse este programa, permitiría una importante recuperación de la población de esta especie endémica mexicana.
Todo suma en defensa de la conservación de la vaquita marina.
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