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Violencia contra violencia. Terror cotidiano en el México de hoy

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Evidentemente el panorama es desolador, la violencia campea por doquier, con una variedad de rostros y formas que acusan la descomposición paulatina y creciente que aqueja a la sociedad, bajo el acecho del crimen en cualquiera de sus expresiones y con un altísimo grado de impunidad.

Se atribuye con insistencia a la decisión de declararle la guerra al narcotráfico, lo que desató el enfrentamiento armado y abierto de los cárteles e incendió regiones enteras del país con una violencia inusitada. Se ha cuestionado enfáticamente la fallida estrategia de confrontación a la delincuencia organizada empleada por gobiernos anteriores, involucrando directamente a las Fuerzas Armadas, y se ha conminado a los criminales, como nueva estrategia, a portarse bien. En contraparte, recientemente se ha instruido a la Guardia Nacional a conducirse con respeto a los delincuentes que también son seres humanos.

Pero ni las medidas de contención abierta, ni los pacíficos y amables llamados al orden, parecen haber funcionado para llevar a los violentos al camino del bien y de la moral. Los mexicanos se mueren en cantidades de miles y, no estamos en guerra.

violencia y saldo rojo
Ilustración: Vanguardia.

A ese rostro de la violencia, al que parece nos fuimos habituando cual rana en agua hirviendo, al del enfrentamiento entre grupos rivales, con miles de balazos por el control de plazas, que al fin y al cabo “se mataban entre ellos”, se fueron sumando, poco a poco, otras formas de agresión a la convivencia social, no nuevas, pero sí en una cuantía en constante aumento: el asalto a mano armada en la vía o en el transporte públicos, la violación y homicidio de mujeres, feminicidios, secuestro y extorsión, entre los más comunes, que, vistos en conjunto, dan forma a un ambiente de pavor que se antoja imparable, implicando con más frecuencia a mujeres y niños como víctimas del terror cotidiano.

La impunidad ha producido, de manera consecuente, incentivos para los delincuentes. La miseria de sanciones legales, que no llega al diez por ciento de los delitos denunciados, tiene un efecto directo sobre el comportamiento criminal. A la falta de efectividad del sistema de procuración y administración de justicia, tradicional en nuestro país con la corrupción asociada, debe añadirse el efecto adverso de las reformas de 2008 que introdujeron el sistema de oralidad; y que a la fecha no ha terminado de cuajar, además de ser seriamente cuestionado por ofrecer la llamada “puerta giratoria” a los delincuentes, que encuentran facilidades en las fallas de procedimiento de los abogados, reales o artificiales, para evadir la acción de la justicia y pretendió ser subsanado por las nuevas reformas que no tuvieron paternidad ni denominación de origen.

El reclamo por el aumento sensible en la incidencia de homicidios comunes o por razones de género en contra de mujeres pasó, en breve tiempo, del activismo mesurado de colectivos feministas, a la protesta abierta, recurrente y agresiva, que en no pocos casos ha rayado también en extrema violencia y ha debido ser contenida por la fuerza pública con el empleo de contingentes policíacos integrados por mujeres, situación que ha abierto el debate sobre la pertinencia de la movilización violenta para exigir, precisamente, acciones contundentes contra la violencia.

impunidad y corrupcion
Ilustración: Nueva Tribuna.

Sin embargo, el clima de inseguridad y de violencia que se padece en prácticamente todo el territorio, con su hemática cauda depredadora, se erige como razón suficiente para justificar los modos y los medios que diversas organizaciones han elegido para visibilizar sus demandas y exigir respuestas. Los abundantes casos sin resolver y los atroces asesinatos de fechas recientes de una joven mujer y una pequeña de apenas siete años, son más que suficientes para justificar la indignación, no sólo de los colectivos, sino de toda la sociedad.

México padece una enfermedad profunda, una epidemia que se expande, contaminando perceptiblemente todos sus órganos y su sangre, un cáncer perverso y contagioso que, a medida que crece, hace más difícil su tratamiento y extirpación. Los antídotos prescritos en el pasado, es verdad de Perogrullo, no han surtido efecto y hasta hoy, tampoco las nuevas recetas. Se llama corrupción, las evidencias están a la vista y no requieren de mayor demostración. El Galeno debe aplicarse.

 La criminalidad se nutre de la tolerancia, de la indiferencia, de la ambición, de la connivencia, de la omisión de la autoridad, pero también de la indolencia, de la pasividad, del miedo y de la distracción de las sociedades.

El horno no está pa’ bollos, prudencia y acción.


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Justificar lo injustificable: ni una más, alto a los feminicidios

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Hace unos días, oí por casualidad parte del discurso de una diputada. No sé de qué partido era ni cómo se llamaba. Ahora me arrepiento de haber cambiado de canal para no seguir escuchando palabras que me amargaban la tarde. Sin embargo, lo poco que oí fue suficiente para romper el pacto que había hecho conmigo misma de evitar escribir sobre política y cosas peores en esta columna. En el pedazo del discurso que me hizo cambiar de opinión, la diputada defendía la postura del gobierno federal en el caso de los feminicidios.

No se puede defender lo indefendible. Basta de utilizar el pasado para justificar lo injustificable. Los feminicidios no surgieron con este gobierno. De acuerdo. La descomposición social ha sido un proceso de años. De acuerdo. Las voces de las mujeres han sido silenciadas durante décadas. Cierto. Pero no se trata de historia, se trata de lo que está sucediendo hoy en nuestro país. Del riesgo que implica ser mujer en México hoy. No es necesario ver, escuchar o leer noticias para saber que los medios no exageran. Todos conocemos a una –o varias– mujeres que han sufrido algún tipo de violencia. En el medio de transporte, en el trabajo, en la escuela, en la calle, en casa. De día, de tarde o de noche.

Las estadísticas pueden manipularse, la realidad está ahí. Los feminicidios deberían estar a la cabeza de las prioridades del gobierno. La discusión sobre los derechos de los delincuentes es válida, pero no si opaca el tema de fondo. Las víctimas se acumulan, ése es el fondo. ¿Y la primera dama, no tiene nada qué decir al respecto? ¿O a ella también la han silenciado?


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Debemos alejar a los niños del crimen

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La semana pasada vimos las imágenes de varios niños armados como parte de la milicia. ¿Qué es lo pasa por la mente de un niño? ¿Cuándo se convierte en un recluta? ¿En qué momento es miembro activo del crimen organizado? ¿Qué lo lleva a transformarse en un sicario? No es noticia que las organizaciones criminales buscan y encuentran en la destrucción del tejido social a sus reclutas, es más, necesitan de esa destrucción o falta de tejido social para nutrirse.  Resulta ingenuo preguntar en dónde están los padres de esos niños que han sido abandonados y olvidados, completamente vulnerables, y que día a día viven en la miseria, desprotegidos, expuestos al abuso y a la violencia. Y que, penosamente, nunca tuvieron oportunidad de elegir, y este panorama desolador ha sido su única opción.

¿Cómo se llegó a este punto? Es el resultado de la mezcla de extrema pobreza, de la falta de servicios, del limitado o nulo acceso a la educación y a la salud. Todo ello consecuencia de la corrupción de un sistema político ineficiente, de una sociedad indolente, y así, la primera víctima se vuelve victimario y ahora de una nueva víctima que se siente alejada de ese entorno, de manera que se va creando el círculo macabro. No debemos seguir prolongando acciones concretas para crear las condiciones necesarias de un sistema, que aún con la ausencia de los padres o tutores, pueda proteger a estos niños y brindarles sus derechos elementales.

ninos en armas
Imagen: Causa Probable.

Estamos hablando de niñas y niños que no llegan a los doce años. Es increíble, pero pareciera que se les quiere ver como objetos, cuando son personas que merecen tener una vida digna.

Sugiero más propuestas y acciones como éstas:

1. Grupos de intervención conformados por trabajo social, psicológico, médico, y sociológico, implementando acciones y programas inmediatos.
2. Construcción y mejora para la “dignificación de las instalaciones” (escuelas, clínicas, parques, plazas, espacios públicos en general).
3. Programas de detección de riesgos sociales (profesor monitor, médico monitor, trabajador social, todos capacitados y sensibles al contexto y situación de cada niño y niña).

La lista es tan larga como la queramos hacer. El enemigo es la corrupción y la indiferencia, y esto es corresponsabilidad de todos. Winston Churchill decía que Un apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo, esperando que se coma a otro antes que él.  ¡Urge comenzar! Los niños no son el futuro, son el presente de México. 

¡Hasta la próxima semana!


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El año más peligroso de la historia

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De acuerdo con las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), 2019 fue el año con mayor número de homicidios dolosos desde que se lleva registro. Sin quitarle importancia a un dato brutal, los años anteriores ocuparon en su momento el mismo sitio infame, por lo que es fundamental empezar a trabajar como sociedad para reducir la violencia.

¿Cómo? Retirando la mayor cantidad de armas posible de las casas y de las calles. Mientras no comprendamos que para los delincuentes son herramientas de trabajo –y para nosotros, instrumentos de tragedia–, un gran porcentaje de las muertes violentas seguirá inalterable.

Sin armas en manos de civiles, que no defienden a nadie de la delincuencia y sólo se descargan en contra de otro ciudadano en la mayoría de los casos, bien podríamos comenzar a organizarnos desde el vecindario, la colonia y hasta la alcaldía.

Es una realidad que no sabemos quién vive al lado, no nos importa qué le suceda, y desconfiamos a tal grado que preferimos mirar hacia otro lado antes de involucrarnos en comunidad. Esta división plena a los únicos que fortalece es a los criminales, quienes nos han dado una lección acerca de cómo aterrorizar con violencia a comunidades enteras y no dejarlas actuar en conjunto.

violencia en mexico
Imagen: TerceraVía.mx

Sin tejido social es difícil prevenir cualquier delito. Mucho más si la delincuencia recluta desde nuestra población más joven; dejemos de pensar que el Ejército es de reserva para el crimen, los jóvenes son la primera línea de recursos humanos de las bandas del crimen organizado, que es todo, no hay mucha diferencia si hablamos de quien cuida coches y da pitazos al criminal, o de quien forma parte de un cártel de droga.

Paralela a esta realidad está la enorme desigualdad que prevalece en México. Nada en contra de la creación de riqueza, que es el único camino para desarrollar a una nación, sin embargo, es momento de lograr una distribución del ingreso que compita con la oferta de salario y ventajas artificiales que todos los días lanza la delincuencia.

Aquí no cabe la ideología política, ni la simpatía electoral, se trata de un problema estructural que ha permitido que la frontera entre el crimen y el poder político y económico se diluya hasta no saber dónde empieza uno y dónde termina el otro. La grilla ha perjudicado más a nuestro país que cualquier banda delincuencial.

Por eso debemos llegar a acuerdos mínimos en los que la voluntad y el compromiso sean los denominadores comunes. Sin esos elementos el sexenio se nos irá en sólo “contener”, tratando de reducir los números, pero sin erradicar las causas que hoy provocan la violencia.

mexico violento
Ilustración: Victor Solís.

Dos de los estandartes que ha abanderado el gobierno de la República son la eliminación de la corrupción y de la impunidad. Mi sugerencia es que los ciudadanos colaboremos haciendo que éstos se eliminen en cada actividad que tenemos a lo largo del día. No somos una sociedad corrupta y tampoco está en nuestra naturaleza o cultura, pero los malos hábitos cambian cuando el resto sanciona moralmente una práctica errónea, así que necesitamos empezar por convencernos nosotros, luego a nuestro círculo cercano y, finalmente, a todos los que convivimos en el país.

Éste es un segundo año crucial para la seguridad de nuestra nación. Sin ella, cualquier plan económico y político no sirve de mucho, es hora de tomarnos en serio lo que podemos hacer para evitar que el crimen y la violencia sigan afectando nuestro crecimiento personal y social.

¿Qué puedo hacer yo para ayudar? De nuevo: deshazte de cualquier arma que tengas; organízate con tus vecinos para que haya buen alumbrado, se recoja la basura y no se tire a cielo abierto en calles y unidades habitacionales, y se establezca un sistema de prevención que no es otra cosa que estar pendientes unos de otros. No fomentar la corrupción y denunciar cualquier acto, por mínimo que sea, que la implique; es decir, construyamos comunidad, con lazos fuertes, que hagan imposible que la delincuencia nos siga dividiendo.

El tema pendiente de AMLO

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La violencia en México alcanza cifra récord en 2019.

La violencia se ha apoderado del territorio mexicano y pocas ciudades en el país pueden dormir tranquilas sin que algún evento de inseguridad altere la paz.

Este ha sido la realidad en México por más de una década y año con año se agrava hasta anotar una cifra récord de 34 mil 582 homicidios en 2019, considerado el año más violento según informó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

El documento publicado la noche del lunes 20 de enero señala que la mayoría de estos crímenes se perpetraron con arma de fuego. En el caso de los secuestros, el año pasado fueron reportados 1,322 casos frente a los 1,329 de 2018.

Otro de los delitos que mostró un incremento entre 2018 y 2019 fue la venta de droga al menudeo categorizado como “narcomenudeo” en el reporte. El salto fue de 58,585 a 70,062.

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El tema pendiente de AMLO

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha culpado en reiteradas ocasiones a la fallida estrategia de la guerra contra el crimen organizado que inició el expresidente Felipe Calderón y que derivó en una ola de violencia sin precedentes, liderada por los cárteles de la droga.

López Obrador ha admitido que uno de los pendientes de su gobierno, que inició en diciembre de 2018, es contener los crecientes niveles de violencia.

A principios de enero, autoridades dijeron que al menos 61,000 personas fueron reportadas como desaparecidas desde 2006, año en que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico cuando México sacó a decenas de miles de militares de los cuarteles para combatir a bandas criminales.

Esta cifra representó un incremento del 52% respecto a las víctimas contabilizadas en el último informe difundido el año pasado.

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La tragedia en Torreón

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Los crímenes cometidos el día 10 del presente mes en Torreón, Coahuila, por un niño de once años, quien asesinó a dos maestros –una de ellas María Assaf– e hirió a cuatro alumnos del prestigiado Colegio Cervantes, y enseguida se suicidó, ha generado una abrumadora polémica en todo México, no tanto por los hechos en sí, sino por el modus operandi de cómo se llevó a cabo. El antecedente más próximo a este acontecimiento se dio en Nuevo León, en febrero de 2017 en el Colegio Americano del Noreste del municipio de alta plusvalía, San Pedro Garza García, en el cual un alumno operó de la misma manera, provocando similares reacciones y medidas a las que hoy se anuncian, tanto en aquel estado norteño como en la Ciudad de México.

La pregunta obligada ante estos hechos es por qué esta suerte de crímenes llama poderosamente la atención mediática y social en un país como México, en el cual ya estamos acostumbrados a ejecuciones masivas casi cotidianamente, a partir de la guerra declarada por el expresidente Felipe Calderón en el 2006, violando la propia Constitución al sacar el Ejército a la calle para combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada, que alcanzó su punto culminante con la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Rural Normal “Raúl Isidro Burgos”, el 26 de septiembre de 2017 en Ayotzinapa, Guerrero, bajo el gobierno del también hoy expresidente Enrique Peña Nieto.

crimen y violencia en colegios
Imagen: The Atlantic.

Hay muchas respuestas ahora, tanto declarativas, propositivas como proactivas. Muchas se irán por los desagües del olvido, otras serán solamente medidas temporales, como los protocolos accionados por las autoridades de los tres niveles de gobierno en materia educativa; y las menos, impuestas a cabalidad, pero la sombra de esta tragedia prevalecerá como caso inusitado en nuestro país, tal vez, irradiado por los continuos tiroteos estadounidenses donde adoptan con mayor frecuencia estas formas de criminalidad. La conmoción social, causada por estos hechos se internacionalizó, y la misma ONU se pronunció por combatir la cultura de la violencia y regular el acceso a las armas, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador acudió al fortalecimiento de los principios morales en el seno familiar, inspirado posiblemente, en la Cartilla Moral del eminente y prolífico escritor mexicano Alfonso Reyes, quien señala que aquellos son los derivados de la religión que se profesa.

La realidad, en mi opinión, es que la formación educativa de los niños no es ajena a muchos factores que se inician en el hogar, en la escuela y en el ambiente social. Hogares disfuncionales, precaria situación de valores morales en la propia familia, desórdenes mentales, influencia de la violencia que inundan los medios de comunicación, lamentable alimentación por condiciones de pobreza material, amistades nocivas, abusos de mayores, maestros discriminadores y ausencia de ejemplos de conductas éticas de quienes los rodean. Todo ello implica la necesidad de un estudio sociológico profundo, que retroalimente la política educativa, hacia el interior de los hogares y se haga una revisión de los nuevos factores de la tecnología que influye en la creación de la conciencia infantil, entre otros componentes en torno a este tema de graves perfiles.

violencia y armas en escuelas
Imagen: The Daily Beast.

A lo anterior habría que agregar la necesidad de revisar la legislación actual de los medios de comunicación y principalmente las redes sociales y videojuegos, en la que existen vacíos impresionantes pues, para nuestra sorpresa, aún está vigente la Ley de Imprenta promulgada en 1917 en el gobierno de Venustiano Carranza, que ya no tiene aplicación alguna por no ajustarse a las condiciones actuales. Ninguna legislatura, desde entonces, por temor fundado o infundado, se ha atrevido a tocar este punto debido al gran poder adquirido, al paso de los años, por la influencia en la opinión pública de las grandes empresas mediáticas nacionales e internacionales, cuyos contenidos son en múltiples casos de violencia extrema.               

La verdadera Lolita de Nabokov

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En un artículo de El País, Antonio Muñoz Molina escribió acerca de una entrevista a Nabokov. El escritor ruso había preparado las respuestas de antemano y usaba unas pequeñas fichas para contestar. Esto cambió cuando el entrevistador se refirió a Lolita como a una niña un poco perversa. Me imaginé a Nabokov olvidando sus apuntes para hablar de una cuestión de especial interés para él. Le daba tristeza que así vieran a Lolita cuando, en realidad, era una niña lastimada de la que habían abusado sexualmente. Lo sorprendente es la cantidad de lectores que la han interpretado como a una “niña mala”. Muñoz Molina reconoce que él mismo había caído en ese error. Nabokov pensaba que la confusión podía deberse a las portadas de los libros y a las caracterizaciones en las películas, en donde la retratan mayor de lo que era en realidad. Para mí, una de las escenas más perturbadoras del libro es cuando Humbert Humbert describe las rodillas huesudas de la niña. A esa edad fue secuestrada por él; en la portada que tengo ahora frente a mí, en lugar de una pequeña de rodillas huesudas, veo a una adolescente de lentes oscuros en forma de corazón, comiendo una paleta tan roja como su boca. Sin embargo, me parece que las interpretaciones de la novela van más allá de cómo la han vendido algunos medios.  

Vladimir Nabokov
Vladimir Nabokov, escritor de origen ruso (Fotografía: El País).

Se ha discutido acerca de si las mujeres escriben de manera distinta a los hombres. El artículo de Muñoz Molina me hizo preguntarme: ¿Leen distinto los hombres y las mujeres? Según el escritor y columnista, él vio a Lolita como lo que era en realidad gracias a sus conversaciones con mujeres. Para ellas, era una víctima, no la manipuladora cuya historia sería menos dolorosa.Independientemente de si esto se deba a condicionamientos sociales o no, en general, los hombres y las mujeres tienen gustos distintos en cuanto a lectura. Lo interesante sería descubrir cómo se acercan al mismo libro. Lolita es la novela ideal para discutir la cuestión porque toca dos temas que han definido a nuestra especie: el género y el poder que otorga ser físicamente más fuerte. Los movimientos feministas son tan diversos que sería difícil compaginar con todos. Confieso que hasta hace poco nunca me había involucrado en serio en las discusiones. Defendía la paridad en los salarios por un mismo trabajo, la igualdad de oportunidades y la revaloración de las labores domésticas; comulgaba con las ideas de Virginia Woolf y de Simone de Beauvoir y me interesaban teorías como el transfeminismo, por poner un ejemplo. Sin embargo, quizás porque he tenido la suerte de nunca haber sido víctima del machismo, mi solidaridad con los movimientos feministas era tibia.

Para que un libro afecte, se debe descubrir en el momento adecuado. Leer a Herman Hesse a los 50 años no es lo mismo que a los 20. Lo contrario aplicaría para novelas como El sentido de un final, de Julian Barnes. En mi caso, Nell Leyshon me abrió los ojos. Hay una escena en El color de la leche que cambió mi forma de involucrarme con el feminismo. Se trata de cuando el pastor que abusa de la protagonista cree que ella lo disfruta. Su actitud me hizo recordar la arrogancia de quienes se niegan a darle valor a las palabras de las mujeres, por la simple razón de que van contra sus propios intereses. Es fácil justificar el acoso diciendo frases como: “cuando las mujeres dicen que no quieren, es porque sí quieren”. En El bosque, otra novela de Nell Lehyson, cuando un soldado en la calle insiste en que responda a sus avances, Sofía piensa:

Siempre este miedo, sólo porque eres mujer. Imagínate que hubiera un modo de evitarlo, que pudieras transformarte y volverte invisible.
Imagina que el pelo se te pudiera retraer, meterse por la raíz y enroscarse dentro del cráneo, y que sólo las puntas quedaran visibles en la cabeza, como si lo llevaras pelado al rape. Imagina que la cintura se te llenara y los pechos se encogieran, instalados junto al corazón, y te quedara el torso duro y liso (…) que toda la blandura de tu cuerpo te pudiera abandonar.
Imagina ser un hombre.

Lolita teresa
“Teresa soñando”, Balthasar Klossowski de Rola (1938).

Para muchas mujeres, así transcurren sus días: en la calle, en el trabajo, incluso dentro de lo que debería ser el refugio de la casa. Esto no significa que los hombres sean animales en busca de presas, pero sí que llevamos siglos de una educación y una cultura diseñadas por ellos. En su artículo, Muñoz Molina se refiere al hecho de que su lectura de Lolita cambió después de escuchar el punto de vista femenino, lo que me lleva a la pregunta inicial: ¿Las conclusiones a las que llegamos cuando leemos están condicionadas por nuestro género? Independientemente de nuestra educación o de nuestros prejuicios, ¿nuestra condición hormonal afecta nuestras lecturas?

Nuestras experiencias hacen que nos identifiquemos con un personaje, que un libro nos conmueva, nos frustre o nos llene de nostalgia. Lo que para un lector pasa desapercibido, a otro puede marcarlo. Y los seres humanos solemos tener experiencias distintas desde los primeros años de vida dependiendo de nuestro género. Quizás para un hombre sea más fácil que para una mujer ver a una Lolita un poco depravada porque nunca estaría en una situación como la suya. A Nabokov le frustraba que no se considerara su obra maestra como un libro tristísimo, pero las interpretaciones son eso. Puntos de vista. Y el autor ruso se metió de tal forma en la mente de Humbert Humbert que lo convirtió en un psicópata convincente. Por eso Lolita es inmortal, porque el protagonista manipula la historia para hacernos creer que la verdadera víctima es él. Y lo hace con tal maestría que es fácil caer en la trampa. Aunque parece que caen más los hombres que las mujeres.

México foco rojo por violencia contra menores

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Debido a la violencia contra menores en México mueren al día 3.6 niñas, niños y adolescentes.

En un esfuerzo para que las autoridades centren más su atención en las causas que provocan el fallecimiento de 3.6 niñas, niños y adolescentes a diario en México la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) presentó el Informe Infancia y Adolescencia en México.

En declaraciones retomadas por Notimex, Juan Manuel Pérez García, director ejecutivo del Redim, señaló que además de la muerte de infantes entre 30 y 35 mil menores de edad son reclutados de manera forzada por el crimen organizado.

Añadió que entre enero 2015 y julio de 2019 se registraron tres mil 97 feminicidios en todo el país, 317 de ellos entre la población de 0 a 17 años, esto es, uno de cada 10 feminicidios afecta a niñas y adolescentes.

Refirió que, en materia de trata y feminicidios, organizaciones que trabajan esos temas han señalado que el Estado de México registra un problema más grave que en el estado de Chihuahua, al acumular el 25 por ciento de todos los casos de desaparición de mujeres adolescentes.

Sobre el registro de homicidios infantiles diarios, comentó que hubo una reconfiguración de la violencia, ya que en 2012 Guerrero y los estados fronterizos al norte del país tenían los mayores índices de violencia y para 2018, Chihuahua alcanzó la mayor tasa de homicidios, pero la violencia se desplazó hacia el centro y occidente, convirtiendo a Guanajuato en la entidad con mayor número de homicidios para la población de 0 a 17 años, pero la cuarta en cuanto a tasa.

Sobre el incremento del reclutamiento forzado de adolescentes, el Informe indica que durante 2019 la sociedad mexicana se escandalizó con los videos virales de niños pequeños portando armas largas, con indumentaria militar, amenazando a líderes de carteles de la droga. Pérez García refirió que los reclutamientos forzados alcanzan a entre 30 y 35 mil menores.

Otro caso mediático fue la presunta ejecución extrajudicial del adolescente “Juanito Pistolas” en Nuevo Laredo, Tamaulipas que mostró lo que Redim ha documentado desde hace una década con el caso de “El Ponchis”: el uso de niños soldados en la guerra contra el narco.

Sin embargo, en 2011 y en 2015 el Comité de Derechos del Niño de la ONU recomendó al Estado Mexicano revisar la estrategia de seguridad por el impacto negativo para millones de niñas, niños y adolescentes, así como reconocer el reclutamiento forzado que realizan grupos criminales y fuerzas de seguridad mexicanas, sin que hasta el momento esto sea atendido.

“Los niños y adolescentes son usados como informantes de las fuerzas armadas o grupos armados, estos últimos lo involucran en prácticas militares, procesamiento de sustancias, comisión de delitos de alto impacto como homicidios, mutilaciones y desapariciones, al tiempo que ellos mismos son sometidos a abusos y explotación, sufren lesiones o incluso mueren como resultado del reclutamiento forzado.

Con información de Notimex.