Zapata

La muerte de un revolucionario

Lectura: 7 minutos

Son los días de la zafra. Tequesquitengo está situado a más de 20 kilómetros del ingenio, pero eso no impide que el primer día de la temporada de corte de azúcar lluevan hojas quemadas provenientes del cañaveral en la laguna. Los trabajadores queman esas hojas con el fin de hacer más fácil su labor. De esta forma, todo Tequesquitengo sabe, sin desplazarse, que ha comenzado la recolección. Es una lluvia negra que apenas dura una hora, tras la cual todo queda manchado. Por si fuera poco, al remover los restos con la escoba, la hoja carbonizada se descompone, tiznando así la superficie en la que reposa. El ingenio de Zacatepec había sido mi mayor logro.

Los burguesitos de Tequesquitengo reniegan de nosotros, pues les fastidia su baño en la laguna y ensucia sus casas coloniales, pero para mí esa lluvia negra representa un acto de purificación a través del cual se expurgan los malos espíritus de la tierra. Ya pronto acabarán las cosechas. Ya pronto habrá que volver a pedirle permiso a la tierra para sembrarla y reiniciar la eterna lucha de la vida y la muerte en la que no hay vencedor sino tan solo transcurrir. Pero yo ya no voy a poder disfrutar de ese espectáculo. Mis muchos años de combate me han pasado factura. Desde los 14 años me uní a mi general Zapata en busca de tierra y libertad. Como todos los de mi edad, no sabía bien a bien porque me incorporaba a la bola, pero sí sabía que quería acabar con el estado de esclavitud en el que había nacido. Los pelones eran los verdugos de la casta sagrada; latifundistas a los cuales había que matar para erradicar la mala hierba.

Emiliano fue un padre para mí y le pidió a Montaño que me enseñara a leer y escribir mientras preparaba el famoso plan de Ayala que le dictara el caudillo del sur. Zapata me enseñó una razón para vivir y luchar, pero con la derrota de Villa en Celaya supe que nuestro movimiento había fracasado de momento. Quise convencer a mi general de que escondiese las armas y esperase mejores tiempos como ya había hecho en el pasado con Huerta, pero él nunca contempló tal posibilidad. Para él la revolución debía triunfar y concluir con el reparto de la tierra o no sería tal. Nunca se rindió. Esa palabra no existía en su vocabulario. Quiso Carranza darle atole con el dedo con su quesque reforma agraria que no estaba mal en el papel, pero que no tenía ninguna prisa por hacerla cumplir. 

revolucion mexicana
Imagen: Nexos.

Yo seguí mi instinto y escondí las armas. Quizá eso me salvó la vida, a diferencia de lo ocurrido a Emiliano en la Chinameca. Eso no impidió que los “carrancanes” me apresaran después del cobarde asesinato del caudillo del sur, atraído con la promesa de que le darían parque. Pero el tiempo me dio la razón. Después de muchos años de espera y de ver desfilar gobiernos que se decían muy revolucionarios, pero que en el fondo poco hacían, finalmente llegó al poder un líder íntegro y cumplidor; tata Lázaro. Primero se deshizo de Calles y luego empezó de a de verás el reparto de la tierra. Con él en el poder sí creí que ya habíamos conseguido nuestro fin. Se hizo el ingenio del cual fui su primer presidente y se consiguieron importantes mejoras para los trabajadores de la zafra. Entre ellas el hospital donde atienden a todos los que invariablemente, año con año, caen fruto de las picaduras de los alacranes que, por más que quememos hierbas antes de la cosecha, no acaban de desparecer. Lo mismo pasa con los oligarcas explotadores. Por más que se les quemen sus haciendas, ellos resurgen de sus cenizas para buscar volver a encadenar al pueblo con formas más sutiles.

Por eso y por el hecho de que esas ratas catrinas intentaron asesinarme, volví a levantarme en armas. No me gustaba nada el giro que tomaba el país con el nuevo presidente Camacho, al que todo el mundo llamaba camocho por lo puritano y beato que era. Pero lo de sus creencias era secundario comparado con sus actos. Se decía, fundadamente, que estaba pensando cederles una base militar a los norteamericanos en Quintana Roo, nomás para que nos defendieran de los ataques de los alemanes como el que supuestamente había hundido El potrero del llano. A saber primero si fueron los hijos de la chingada de los nazis los que lo tumbaron y, en segundo lugar, nosotros que habíamos luchado 20 años, no necesitábamos ayuda fuereña de ningún tipo y menos aún de los gringos que sólo buscan quitarnos tierras. El caso es que entre el atentado que sufrí y lo que veía en el gobierno de mi país, me decidí y me volví a levantar. No podía ganar, pero daría una buena lucha con la esperanza de que otros, en otros puntos de la República, me siguieran. 

Afortunadamente para mí y para el país, aún pesaba la voz de Cárdenas, Secretario de Defensa bajo el gobierno de Camacho. Se negó rotundamente a que hubiera una base militar gringa y consiguió una solución pactada a mi conflicto e impidió que me mataran. Ésa fue la última vez que me reintentaron reenganchar en las filas del Institucional. Me ofrecieron una diputación local y, como para dorarme mucho la píldora, me hablaron de lo lejos que podría llegar. Que si diputado federal, senador o, ¿por qué no?, gobernador del Estado de Morelos. Yo sabía que eso eran puros cuentos chinos, pero chambas institucionales no me habrían faltado si me hubiese calmado ahí y viviría a cuerpo de rey ahora. Bien pensado, lo de gobernador no estaba mal. Así podría, al menos en mi estado adoptivo, vigilar el correcto funcionamiento de las instituciones y encarrilarlo en el camino revolucionario.

emiliano zapata
Imagen: Ricardo Figueroa

Era otra forma de presentar la lucha, pero sabía que no podía ser en el PRI. En ese partido había que corromperse para subir. Por eso formé mi propio partido y me presenté dos veces a la lucha por la silla estatal, pero no había nada que hacer con el del carro completo. Sí o sí tenía que ganar el institucional. Los catrincitos de la casta sagrada habían sido sustituidos por unos nuevos rotitos que, en efecto, seguían hablando con bellas palabras de la Revolución, pero que en el fondo sólo les interesaba complacer a los gringos y llenar sus bolsillos. Son una mafia inamovible que sólo por la fuerza pueden ser arrancados del poder. Me levanté por segunda vez y estuve echando bala por las montañas de Morelos. Nuevamente la prensa me tildó de bandolero y me acusaron de toda clase de injurias. Hasta salió un encabezado que decía “El contrarrevolucionario Jaramillo ataca de nuevo”. Sin embargo, esta vez el cuerpo ya no me acompañó. Los años y las friegas de luchas pasadas me pasaron factura. No me quedó otra más que tranzar con el Gobierno.

Yo ya había hecho suficiente. A otra generación le tocaba plantear la lucha. Además, cómo que eso de pegar tiros ya la gente no lo veía bien. Prolongué la guerrilla para que se cansaran de andarme siguiendo por el cerro y se sentaran a negociar. Y así fue como el nuevo presidente López Mateos, que se las daba de muy campechano y dialogante, mandó a sus licenciados para llegar a un acuerdo con respecto a la viabilidad del ingenio y a mi persona. Negocié lo justo para que me dejaran volver a con mi vieja y los chamacos. De hecho, pude comprobar que no estaba tan cascado como imaginaba. Al cabo de un tiempo en casa, descansando y con la rica comida de Epifania, conseguimos contra todo pronóstico encargar un nuevo chilpayate. Después de todo, ¿por qué no iba a poder ya descansar y vivir tranquilamente, viendo crecer a mi prole como maíces tiernos bajo la luz del sol? Se me llenaron las ideas de ilusiones y, quizá, porque estaba tan contento no desconfíe de los militares que vinieron el otro día, en la madrugada, a mi casa.

Según eso requerían de mi presencia para un acto con el gobernador donde se me concedería la medalla azteca y ya de paso llevarían a mi familia para que me viesen homenajear. También me dijeron que el gobernador me quería consultar unos planes de inversión que tenía para el ingenio. Yo alegué que mi esposa no podría venir dado su estado, pero ellos para convencerme prometieron todo tipo de comodidades, desde darle sombrita hasta atención médica si se requería. Ella, que siempre fue mi principal valedora en todos estos años, fue la primera en apuntarse al carro. Quería verme en el cenit de mi gloria. Cuando llegamos a lo alto de las ruinas de Xochicalco y me encontré con que no había nadie, supe que había caído en una burda celada. La otrora gentileza de los militares tornó en crueldad despótica. No se conformaron con querer matarme, sino que primero me obligaron a ver cómo quebraban a toda mi familia sin importarles que Epifanía llevase una vida dentro.

muerte de zapata
“Canción de la esperanza” de Jorge González Camarena.

Después de la descarga, cuando el cobarde capitán se acercaba para darles el tiro de gracia, no sé cómo logré zafarme y trepar entre la pared hasta llegar al aro del juego de pelota y pasarme al otro lado de la construcción prehispánica. A partir de ahí, corrí monte abajo escondiéndome entre matojos, esperando a cada rato que aparecieran los militares con sus jeeps para aprehenderme y ajusticiarme, pero los únicos carros que pasaron iban con bastante prisa, yéndose de las ruinas como almas perseguidas por el diablo. Una vez sí sentí que ya me habían detectado, y fue cuando el último coche del convoy se detuvo para que meara el capitán Martínez. Pero éste hizo sus necesidades sin notar mi presencia a un par de metros.

Esperé hasta la noche y entonces proseguí mi camino. Me costó mucho llegar ya que por más que hice señas, ningún conductor quiso darme aventón.  Fue al llegar a mi casa que entendí por qué no me habían perseguido los nuevos pelones. Yo, al igual que la revolución, ya estaba acabado. Ambos habíamos perdido. ¿Pa’ qué ensañarse conmigo si me acababan de quitar aquello por lo que vivía? Ahora sólo siento un cansancio de siglos de cadenas oxidadas, mas no rotas, mientras percibo que todo a mi alrededor es atrapado por una niebla impenetrable de la cual yo no puedo salir.


También te puede interesar: La venganza de Arthur Conan Doyle.

Zapatismo de mediocres

Lectura: 2 minutos

El valor artístico de una obra no es una apreciación moral, es una apreciación estética. “No hay libros morales o inmorales, hay libros bien o mal escritos” dijo Oscar Wilde, aquí se aplica perfectamente: no hay pinturas morales o inmorales, las hay bien o mal realizadas, y la pintura de Zapata es una pésima obra. Es inconcebible que esa pintura estrepitosamente mediocre esté colgada en el Museo del Palacio de Bellas Artes en la CDMX en la exposición Emiliano Zapata después de Zapata. En la pintura aparece el caudillo desnudo, muestra la nula capacidad simbólica del autor para manifestar una idea, llevándola a la inmediatez vulgar para llamar la atención, fue seleccionada por la torpeza y la vanidad curatorial, apoyada por la irresponsabilidad burocrática. El disgusto social no es polémica, llamarle así es disfrazar un gran error institucional por la selección de una pintura que se burla de la supuesta homosexualidad de Zapata, y denigra la sexualidad no sólo de ese hombre sino de toda la comunidad LGTB.

El hecho de que un héroe histórico tenga determinada sexualidad no es motivo para ridiculizarlo, y con esta obra el homenaje se convirtió en un juicio injusto para Zapata y para la comunidad LGTB. La moda de “bajar a los héroes de su pedestal” inicia con su sexualidad, porque eso los debilita, hace que pierdan la fortaleza que los mitifica, acercándolos a lo humano, el asunto es que burlarse de su sexualidad no es humanizarlos, es degradarlos como sucede con cualquier persona sea o no un personaje histórico. Ridiculizar a un símbolo, por ejemplo, cuando la afectada es la imagen de la Virgen de Guadalupe, desata la previsible protesta y los responsables se hacen las víctimas y dicen que son perseguidos por la censura, y en la mayoría coinciden con que las obras carecen de mérito estético y su único contenido es el golpe gratuito.

Emiliano Zapata

Los símbolos tienen un valor intangible, individual y colectivo, ese valor merece respeto, eso es de elemental convivencia social, no se trata de censura, es cordura, la exposición es un espectáculo público, pagado con los impuestos de todos, y es injusto que pidan respeto para una pintura mediocre que sabían que iba a ofender a un grupo de personas. La exposición podría haber pasado sin mayor atención del público, hoy es noticia gracias a una pintura de ínfima calidad, eso describe los verdaderos fines de los museos, que buscan el escándalo para acarrear gente. Los directivos del museo intencionalmente eligieron una obra para causar problemas, así que dejen de llamar a la “tolerancia” y el “respeto por todas las manifestaciones”.

Esa obra con su abrumadora mediocridad le falta al respeto a Zapata, a la comunidad LGTB que tanto ha luchado por la dignificación de sus valores y le falta al público que merece ver obras de calidad en un espacio como ése. Hicieron famoso a un pintor mediocre, ya se hicieron las víctimas, si ésta es la “cultura para el pueblo” se ve que tienen al “pueblo” en un concepto despreciable.

El daño moral de “Zapata después de Zapata”

Lectura: 5 minutos

La controversia suscitada por la exhibición en el Palacio de Bellas Artes, de la pintura de Fabián Cháirez es todo menos simple. Comentaristas y comunicadores diversos han descalificado la postura de quienes cuestionan la exposición de la pintura en el máximo recinto cultural del país, calificándolos de intolerantes. La paradoja es que, no entender la naturaleza del conflicto, hace que esa descalificación sea intolerante.

Con sus debidos matices y estándares técnicos, buena parte de la labor de los legisladores en un país, sean de la jurisdicción y nivel que sean, consiste en interpretar los valores y sentimientos imperantes en la sociedad y representarlos, defenderlos y mejorarlos a través de leyes que sigan esa orientación. Propósito que, entre más cercano es a temas socialmente vivos, es más difícil de cumplir. En asuntos como éste, estamos ante visiones enfrentadas, unas que nacen como el nuevo signo de los tiempos, otras que han campeado por años y que se resisten al cambio. Pero unas no pueden imponerse a las otras simplemente por ser vanguardistas o políticamente correctas. Digamos que, se vale, estar de un lado o del otro, y en cada bando hay argumentos atendibles.

Juguemos a ser el Juez al que someten el caso, y así entenderemos la dificultad que la complejidad del asunto supone. Tenemos a una parte, agraviada, que demanda la supresión de la exhibición del lienzo del recinto cultural; y por la otra, un pintor, y una institución que defienden su libertad de expresión al plasmar la obra y exponerla en un evento conmemorativo del prócer de la patria. Resulta singular que, para pronunciarse sobre este conflicto, se recurra a la ley, cuando tendría que ser la primera fuente de consulta y apoyo.

moral zapata
Fabián Cháirez, pintor mexicano (Fotografía: Abstracto Noticias).

Lo que inicialmente debe citarse es la existencia de una legislación, de la Ciudad de México, olvidada y no replicada en otras entidades, que contiene las claves para la resolución del conflicto. Una legislación denominada: “Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen”. Según reza el articulado de la misma, ésta tiene por finalidad regular el daño al patrimonio moral derivado del abuso del derecho de la información y de la libertad de expresión. Hay que subrayar este primer concepto que la ley crea, el denominado “patrimonio moral”.

La ley inicia su discurso señalando que se reconoce el derecho a la información y las libertades de expresión e información como base de la democracia instaurada en el sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo que tiene como presupuesto fundamental la defensa de los derechos de personalidad de los mexicanos. Éste es un excelente concepto que, de entrada, parece crear la plataforma normativa, amplia y suficiente, para que expresiones como el cuadro controvertido pueda existir y ser exhibido.

La problemática empieza a extender sus tentáculos cuando define que el ejercicio del Derecho de Personalidad es la facultad que tienen los individuos para oponerse a la reproducción identificable de sus rasgos físicos sobre cualquier soporte material sin su consentimiento y el respeto a la valoración que las personas hacen de la personalidad ético-social que se identifican con la buena reputación y la fama. Claramente, un tema que la ley no resuelve, es el planteamiento de si tales derechos de oposición los pueden ejercer los familiares de un personaje fallecido, o si, inclusive, corresponde a la autoridad hacer su defensa tratándose de figuras destacadas de nuestra historia. Bajo ese argumento, resultaría un contrasentido que la propia autoridad convocada para la defensa de los derechos de personalidad de Emiliano Zapata, sean vulnerados por ésta.

Siguiendo con la parte conceptual, la ley determina que el honor es la valoración que las personas hacen de la personalidad ético-social de un sujeto y comprende las representaciones que la persona tiene de sí misma, que se identifica con la buena reputación y la fama. El honor es el bien jurídico constituido por las proyecciones psíquicas del sentimiento de estimación que la persona tiene de sí misma, atendiendo a lo que la colectividad en que actúa considera como sentimiento estimable. ¿Ah verdad? Ya sobre esta línea las cosas no son tan simples como parecen, partiendo de que el umbral legal del honor se define por la idea que la persona tiene de sí misma.

Si queremos aderezar la discusión otro poco, es el límite que la ley define para la libertad de expresión al establecer que, para sobrepasar el límite de lo tolerable, las expresiones deberán ser insultantes, insinuaciones insidiosas y vejaciones, innecesarias en el ejercicio de la libertad de expresión y derecho a la información. Por lo tanto, la emisión de juicios insultantes por sí mismas en cualquier contexto, que no se requieren para la labor informativa o de formación de la opinión que se realice, supone un daño injustificado a la dignidad humana.

moral y zapata
Ilustración: Pinterest.

La imagen de una persona, dice la ley, no debe ser publicada, reproducida, expuesta o vendida en forma alguna si no es con su consentimiento, a menos que dicha reproducción esté justificada por la notoriedad de aquélla, por la función pública que desempeñe o cuando la reproducción se haga en relación con hechos, acontecimientos o ceremonias de interés público o que tengan lugar en público y sean de interés público. Cuando la imagen de una persona sea expuesta o publicada, fuera del caso en que la exposición o la publicación sea consentida, con perjuicio de la reputación de la persona, la autoridad judicial, por requerimiento del interesado, puede disponer que cese el abuso y se reparen los daños ocasionados.

En conclusión, según la ley, el ejercicio de la libertad de expresión y el derecho a informar se debe ejercitar en armonía con los derechos de personalidad. No se considerará que se causa daño al patrimonio moral cuando se emitan opiniones, ideas o juicios de valor sobre cualquier persona, siempre y cuando no se utilicen palabras, frases o expresiones insultantes por sí mismas, innecesarias para el ejercicio de la libertad de expresión. Las imputaciones de hechos o actos que se expresen con apego a la veracidad, y sean de interés público, tampoco podrán ser motivo de afectación al patrimonio moral.

Respecto de las expresiones artísticas, ninguna ley en el país las excepciona de este marco general, de modo que los criterios apuntados son aplicables a toda clase de manifestaciones realizadas bajo el gran paraguas constitucional de la libertad de expresión. Lo que aquí se cuestiona no es el derecho del pintor a plasmar lo que quiera en el lienzo, sino la difusión que Bellas Artes le da al exhibirlo.

En resumen, el caso confronta dos derechos de la máxima jerarquía en nuestro sistema normativo. La libertad de expresión, por el lado del exhibidor de la obra de arte, y el derecho a la reputación, el honor y la propia imagen, agrupados todos bajo el rubro del derecho a la privacidad.

De mi parte, celebro la discusión abierta, no la violencia para hacer valer los argumentos. Si concluimos que la ley es obsoleta o imprecisa habrá que reformarla, pero es claro que ésta será la única forma civilizada de definir los derechos y resolver las diferencias. Todo lo demás es justicia por propia mano.

Espero sinceramente que estos conceptos te ayuden a dictar el fallo.

Exposición Zapata después de Zapata la polémica

Lectura: 2 minutos

Autoridades dieron a conocer los acuerdos alcanzados entre la Secretaría de Cultura y la familia del Caudillo del Sur.

En seguimiento a los acuerdos alcanzados entre la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y descendientes del General Emiliano Zapata respecto a la pieza La Revolución, que se encuentra dentro de la exposición Zapata después de Zapata, se informa que la cédula informativa con la posición de la familia fue colocada la tarde de este 16 de diciembre.

A la letra, dice: “Descendientes de Emiliano Zapata expresaron su desacuerdo con esta imagen, por considerar inadecuada la representación de Zapata. Mediante el diálogo entre autoridades de la Secretaría de Cultura y el INBAL, el Museo del Palacio de Bellas Artes mantendrá la obra, basándose en el principio de la protección al derecho de libertad artística y creativa”.

Los acuerdos incluyen también el compromiso por difundir por todos los medios a su disposición, la dignidad y el homenaje al General Emiliano Zapata, incluyendo una cartilla itinerante sobre su figura y legado. Así mismo, la Secretaría de Cultura se comprometió a que la publicidad de la exposición refleje la diversidad de las obras que la componen.

Artículo relacionado: #ZapataenBellasArtes la polémica

Esto, sin olvidar el respaldo a la diversidad y una condena a la violencia contra miembros de la comunidad LGBTTI+ y el apoyo a sus derechos.

El creador del concepto curatorial y el artista afirmaron que respetan la opinión de la familia, aunque explicaron que no la suscriben; sin embargo, respaldan el acuerdo alcanzado con las autoridades. Los museos y el arte son foros públicos a partir de los cuales es posible ejercer la libertad creativa y generar diálogos respetuosos e incluyentes.

Los acuerdos se alcanzaron luego de realizar un recorrido por la exposición Zapata después de Zapata, mismo que se llevó a cabo el pasado 11 de diciembre.

         La exposición estará abierta hasta el 16 de febrero del 2020, de martes a domingo, en un horario de 10 a 18 horas, en el Museo del Palacio de Bellas Artes, en donde los visitantes podrán disfrutar de más de 140 obras y podrán participar dejando sus opiniones en las pantallas interactivas que se han puesto en el recinto.

Es importante recordar que el director del museo, Miguel Fernández Félix, aseguró que en el recinto se trabaja “para construir un espacio incluyente y plural, promoviendo la diversidad artística de una cultura heterogénea. La paz social no se puede lograr por la vía de la violencia, solo a través del entendimiento. Sí al diálogo, no a la violencia”.

Fuente comunicado.

#ZapataenBellasArtes la polémica

Lectura: 2 minutos

Pintura de Zapata provoca conflicto entre campesinos, autoridades culturales y activistas.

Aún cuando la exposición “Emiliano Zapata después de Zapata” se exhibe desde el pasado 27 de noviembre en una de las salas del Palacio de Bellas Artes no fue sino hasta el pasado 10 de noviembre que la muestra se volvió viral debido a una protestas por parte de organizaciones campesinas quienes exigían el retiro de una de las pinturas, ya que aseguraban que la misma denigra el legado del caudillo revolucionario.

Por varios minutos, los miembros de la organización campesina gritaron la consigna “Zapata Vive, la lucha sigue y sigue”, y exigieron a Fausto Pedro Razo Vázquez, director de unidad del Instituto Nacional de Bellas Artes, el retiro de la obra del artista Fabián Cháirez.

En el vestíbulo del recinto cultural pasaron de las consignas a los gritos, jaloneos y alguien arrojó una botella con agua a los manifestantes de la UNTA, lo que encendió los ánimos.

Afuera del inmueble hubo agresiones físicas y verbales de algunos integrantes de esa organización y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) en contra de activistas de la comunidad LGBT que defendieron la exposición del cuadro referido.

Con frases e insultos homofóbicos, los miembros de ambos organismos campesinos descalificaron la defensa de la pintura.

Los dos bandos se mantienen en sus posiciones. Los integrantes de la organización campesina coinciden con nietos de Emilio Zapata sobre la necesidad de retirar en las próximas 48 horas el cuadro del “Caudillo del Sur”.

El otro grupo manifestó estar a favor de la libertad de expresión y de la obra de Cháirez.

El director de unidad del Instituto Nacional de Bellas Artes dialogó con los integrantes de la UNTA para intentar llegar a un acuerdo, pero no se logró, y los quejosos insistieron en que se debe retirar y quemar el polémico cuadro.

También te puede interesar: Cultura comunitaria recordará a Emiliano Zapata

https://twitter.com/cultura_mx/status/1200116050722988032

Habla el autor

El óleo La Revolución de Fabián Chairez (Chiapas, 1987) , pintado en 2014, quiere dar una nueva visión de la figura revolucionaria vinculada al arquetipo del macho mexicano. “Esta obra busca darle un giro en el que busco representar las masculinidades que no se ven cotidianamente”, dice Chairez a Verne. “Estamos acostumbrados a la masculinidad hegemónica y blanca”, dice el artista plástico.

Para Chairez, el rechazo hacia esta obra pone en riesgo la libertad de expresión. “Muchos de estos comentarios son de odio, con un trasfondo de misoginia y homofobia que existen en el país”, aseguró.

La intervención de una figura histórica como la de Emiliano Zapata, es para el artista un motivo de rechazo por intolerancia. “Muchas personas se alteran cuando se representa a un hombre moreno, desnudo y con tacones porque representa feminidad y homosexualidad al mismo tiempo”, concluyó el artista.

Cultura comunitaria recordará a Emiliano Zapata

Lectura: 2 minutos

En el marco de las actividades por el centenario luctuoso de Emiliano Zapata Salazar (1879-1919), la Secretaría de Cultura, a través de Cultura comunitaria, realizará el jueves 28 de noviembre un Jolgorio cultural en la explanada principal del municipio de Ayoxuxtla de Zapata, lugar donde se firmó el Plan de Ayala en 1911.

El evento será inaugurado a las 12:00 horas con representantes de Cultura comunitaria, de la Presidencia del Gobierno de México, del gobierno de Puebla, autoridades municipales y familiares del Caudillo del Sur.

“Año con año se acostumbra en Ayoxuxtla de Zapata hacer un acto cívico, pero ahora se constituyó con familiares un comité organizador de homenajes y actividades conmemorativas en el marco del año 2019, decretado por Presidencia como el Año del General Emiliano Zapata Salazar”, explica Laura Zapata Martínez, bisnieta del revolucionario.

Por ello, después del acto protocolario en donde se recordará cómo Emiliano Zapata promulgó el Plan de Ayala hace más de 100 años, dará inicio el Jolgorio, celebración pública de arte y cultura de Cultura comunitaria, con 24 actividades que incluyen conciertos musicales para niñas y niños, proyección de cortometrajes sobre la Revolución Mexicana, degustación de platillos poblanos, talleres y diálogos con historiadores.

“Trabajamos para que este año fuera diferente, para hermanar la cultura comunitaria de dos pueblos: Morelos y Puebla. Buscamos que todas las generaciones, porque es un evento intergeneracional, conozcan el legado de Zapata y que quede en su memoria”, comenta Laura Zapata.

Fernanda Tapia, periodista, actriz y conductora presentará un monólogo que habla de las mujeres en la Revolución mexicana y que se titula La Salvaja; además de que habrá una variedad de presentaciones escénicas bajo el tema de la conmemoración de la firma del Plan de Ayala, dirigidas para toda la familia.

Otras actividades son los círculos de diálogo que sostendrán historiadores como Pedro Salmerón, Angélica Juárez Pérez, Rubén Amador, Antonio Campos Arias y Jorge Maldonado García. Asimismo, se realizarán los talleres: Pequeños corridos a Zapata, Coplas revolucionarias, Gráfica ¡Viva Zapata! y Esténcil libertador del Sur.

El público también podrá apreciar la exposición Una mirada de la Revolución a través de la fotografía, de los artistas Óscar Cortés Palmas y Génova Cruz. Además, habrá un corredor gastronómico con degustación de platillos de la región y alusivos a la Revolución. Por otro lado, se obsequiará un ejemplar del libro Plan de Ayala, editado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).

Todas las actividades que recordarán el legado del Caudillo del Sur son de acceso libre y para todo público. Con estas acciones, la Secretaría de Cultura trabaja para cumplir el objetivo de impulsar la conservación, preservación y restauración de la memoria histórica, como parte del patrimonio cultural.

Fuente Comunicado.