Castigo a los vándalos

Lectura: 3 minutos

El sábado 1 de diciembre del año en curso, en un hecho sin precedentes, mientras Peña Nieto tomaba posesión en el recinto de San Lázaro, en sesión de Congreso General, un grupo de radicales instrumentaba la mayor provocación de la que ha sido objeto la Ciudad de México.

El primer episodio de esta batalla se dio en las inmediaciones de la Cámara de Diputados, donde el Presidente Electo era juramentado.

Un contingente de manifestantes marchó hacia allá a primeras horas  de la madrugada, como lo muestra este video:

 

Ahí también se puede apreciar que estos individuos sabían a lo que iban; armados con tubos, palos y escudos hechizos. Todos embozados, con paliacates o pasamontañas.

Este primer enfrentamiento, contra fuerzas federales que resguardaban el Congreso, fue cruento. Un intenso intercambio de bombas molotov y granadas de gas lacrimógeno; una lluvia de piedras; un aluvión de violencia. En cierto momento los radicales se apropian de un camión, al parecer de la Ciudad de México, y lo estrellan contra la barricada.

En esta primera escaramuza resultan heridos de gravedad dos manifestantes; un muchacho pierde un ojo al explotarle un petardo, un señor de entre 60 y 65 años recibe un durísimo impacto en la cabeza, al parecer de una granada de gas, fracturándole el cráneo y dejando expuesta la masa encefálica. Es a este último a quien, irresponsablemente, Ricardo Monreal da por muerto en su alocución desde la tribuna de San Lázaro.

Después de enfrentarse alrededor de dos horas, sin nunca haber sido detenidos, o siquiera replegados, los violentos marchan hacia el primer cuadro de la Ciudad. Es ahí donde se lleva a cabo el segundo enfrentamiento, ahora contra policías de la Ciudad de México.

Sobre Avenida Juárez, enfrente de Bellas Artes y en plena Alameda, una nueva refriega se da a lugar, como lo muestra el siguiente video:

Es aquí donde se suscitaron actos vandálicos, saqueos y destrozos en decenas de establecimientos de avenida Juárez, Paseo de la Reforma y Centro.

En las imágenes del segundo video se aprecian, claramente, los rasgos e indumentaria de los agresores; hombres jóvenes, con la cara tapada y hambre de caos. La policía del DF sólo alcanza a resistir, en una esquina de Bellas Artes,  mientras otro grupo de agresores recorre Avenida Juárez destruyendo bancos, hoteles y otros negocios.

Cuando el grupo de granaderos ve disminuir la cantidad  de individuos que les hacían frente en Bellas Artes, deciden avanzar. En completo desorden, y evidentemente azorados, corren hasta llegar a Reforma, ávidos de atrapar maleantes y justo en el momento en que varias manifestaciones pacíficas están terminando. Particularmente la del Ángel de la Independencia.

Los policías no entienden razones, arrestan a quien se encuentran

Queda claro que la sevicia de estos vándalos, el afán de caos que denotaron  a través de la violencia, la irracionalidad y el sin sentido, es un afrenta no sólo a los habitantes de esta gran ciudad, sino a todos los mexicanos.

La libre manifestación del disenso, principio rector de la convivencia democrática, no puede consentir  manifestaciones violentas de repudio. Al contrario, la pluralidad de toda sociedad moderna  debe verse cristalizada en oposiciones responsables, institucionales y representativas.

Sin embargo, ahora  nos encontramos con el peor de los escenarios.

Un puñado de porros atacó nuestra ciudad, el corazón mismo de la República, y quedó impune. Quedaron impunes porque la policía no fue capaz de reaccionar adecuadamente, fallaron al no contenerlos,  al no encajonarlos para después arrestarlos. Los dejaron  escapar, y en cambio detuvieron a ciudadanos pacíficos que se manifestaban libremente.

Lo que pasó el sábado 1 de diciembre es mucho más complejo de lo que se quiere aceptar. Los contingentes de porros estaban muy bien coordinados, actuaron a la perfección. Casi como si los estuvieran auxiliando las mismas autoridades. Salieron de San Lázaro libremente, cuando deberían haber sido detenidos justo en ese momento por las fuerzas federales. Marcharon al centro, hicieron destrozos y huyeron cuando muchas otras manifestaciones pacíficas se estaban desintegrando.

Alguien planeó esto, alguien con muchos más medios que a los que un simple grupúsculo de anarquistas puede aspirar.

Los dejo con estos videos, donde se pueden valorar algunas de las detenciones arbitrarias de la Policía del Distrito Federal:




0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x