NeuroLife puede llegar a cambiar para siempre la historia de la parálisis y recuperar la funcionalidad de millones de miembros afectados por alguna lesión.
Tras haber sufrido un desafortunado accidente de buceo, Ian Burkhart fue informado a los 19 años sobre su condición, nunca podría volver a moverse. Su cuerpo había quedado paralizado del cuello hacia abajo debido a graves lesiones en su médula espinal.
Cuando el Instituto Battelle Memorial -centro de investigación sin fines de lucro- y el Centro Médico Wexner se enteraron de lo sucedido, decidieron que Burkhart representaba el paciente perfecto para practicar su más reciente invento: NeuroLife.
Un grupo de cirujanos, neurólogos, ingenieros y fisioterapeutas, decidieron probar en Ian una maravillosa tecnología experimental que le permitiría realizar todas las tareas que imagina con la fuerza de su propio pensamiento. NeuroLife trabaja por medio de una especie de bypass que permite al pensamiento, a través de una manga de estimulación muscular y un ordenador, saltar la parte de la médula dañada y mandar las señales directamente a las extremidades para cumplir con el mando de los movimientos.
Levantar una botella, manipular una tarjeta de crédito e incluso divertirse con videojuegos son algunas de las cosas que Burkhart disfruta nuevamente de hacer. Eludir por completo la zona de la médula que se encuentra lesionada, permite que el ordenador decodifique y dirija a la manga de estimulación electrodos de alta definición que le permiten a Ian ejecutar las tareas que su cerebro determina con sólo una décima de segundo de diferencia entre pensamiento y acción.
A este paciente le tomó la aprobación de la FDA -agencia que regula medicamentos y alimentos en EUA- para correr el experimento, una cirugía cerebral de tres horas para implantar un chip en su corteza motora y un entrenamiento de tres sesiones semanales durante 15 meses, pero al final, resultó ser un caso exitoso en la activación de músculos paralizados… de hecho, el primero en su tipo.
