AMLO presentó un testimonio del supuesto “fraude electoral” que habría tenido lugar en las elecciones del pasado 4 de junio en Edomex.
La imagen es familiar. Se ha vuelto conocida a fuerza de tanto repetirse. Andrés Manuel López Obrador de frente a la cámara, en medio de una habitación sobria, casi aséptica, presentando las “pruebas” de lo que llama fraude electoral.
El líder nacional de Morena compartió este lunes en sus redes sociales un vídeo en el que, asegura, como ha repetido en varias ocasiones durante más de un mes, tiene evidencia de que no existieron elecciones libres el pasado 4 de junio en el Estado de México.
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“En cinco distritos (del Edomex) se compró más votos. Se tráfico con la pobreza de la gente”, dice en el vídeo el dos veces aspirante a la presidencia, siempre viendo de frente a la cámara. Esos municipios son Tejupilco, Atlacomulco, Ixtahuaca; así como los distritos electorales de Valle de Bravo y Jilotepec, comunidades en las que el tabasqueño, asegura, su partido realizó una investigación.
Los distritos que menciona el tabasqueño son paradigmáticos en el Estado de México. Son de los más marginales, con más violencia, presentan un alto índice de migración y, curiosamente, en ellos hubo una participación electoral de entre 64 y 66%.
Morena, con apoyo de un grupo de universitarios, recabó más de seis horas de grabaciones que constan de los testimonios de más de 60 personas que denunciaron y describieron la forma en que supuestamente sus votos fueron comprados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para apoyar a su candidato, Alfredo del Mazo.
Un solo testimonio por el momento (Obrador promete más en los próximos días), el de Guadalupe Garduño Marín, de la comunidad de San Agustín Altamirano, en el municipio de Villa Victoria. Hombre recio, moreno, de ropas humildes. Con su voz fuerte, acepta que su familia votó por El PRI porque en esta ocasión al menos a él le dieron una tarjeta rosa con 2 mil 500 pesos, pero, dice visiblemente enojado, todavía desconoce cuándo y cómo podrá cobrar ese dinero.
Le prometieron, dice, que al término de las elecciones podía recibir su pago. A otras personas les prometieron, afirma, “paquetes de borregas, de reses, de pollos, guajolotes, puercos o apoyos (materiales) para vivienda. Cada quién decidió (lo que quería)”.
Su decepción y enojo son profundos. Es algo que difícilmente se podría actuar. Como a millones de mexicanos, de izquierdas, de centro o de derecha, se le prometió algo y no lo cumplieron. ¿Cuándo podrá cobrar, le preguntan unas voces jóvenes al hombre que reacciona con desaliento mezclado con rabia: “Pues no lo sabemos, no se supo quién quedó y esa es la situación”.
Las denuncias de Obrador no son nuevas, lleva ya más de diez años diciéndolas, desde la primera vez que contendió por la presidencia en 2006. Por momentos parece un discurso gastado, repetitivo, casi paranoico. A fuerza de repetirse ha pedido fuerza.
Obrador dice, siempre mirando fijamente a la cámara, que la elección en Estado de México fue un fraude, que la maestra Delfina Gómez, abanderada de Morena, ganó legítimamente la votación. Que la imposición de Alfredo del Mazo es algo que no puede permitirse en Edomex.
Lo que no dice, porque no hace falta, porque el vídeo es dolorosamente inequívoco, es que en los municipios más pobres del Estado de México, como en los de otras entidades del país, hay hartazgo, enojo, una sensación de desengaño palpable, que asfixia.
Lo que AMLO tampoco dice es de qué forma estos testimonios podrían tener un efecto en el curso de la elección (que, parece increíble, todavía no acaba) o en el resultado que sea avalado por las autoridades electorales.
“México necesita democracia, necesita que se respete la voluntad de los mexicanos”, dice Andrés Manuel mirando a la cámara.
