El suicida olvidado

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El origen sin duda nos marca a todos.  El sufrimiento por culpa del origen, inevitablemente, también.

Abraham Ángel no se llamaba así; o quizá sí, pero también se apellidaba de otra forma.  Sus apellidos no los abandonó para quedarse sólo con sus nombres de pila bautismal por pura ocurrencia: lo hizo, me atrevo a aventurar, por el dolor que sintió cuando fue expulsado del hogar paterno.

 

Autorretrato
Autorretrato

 

Hijo de un minero galés, fanfarrón y mujeriego, aventurero y jugador, Abraham Ángel fue parido en un pueblo perdido – ahora podría considerársele mágico – llamado El Oro.  Pronto demostró no ser de la misma veta que sus hermanos – que eran muchos – y menos de la misma madera que su atroz padre, pues él se orientó sexualmente por una rama distinta.  Esto, quiérase o no, le determinó el futuro pendenciero de un pintor bohemio.

 

El hermano mayor de Abraham tomó las riendas de la casa del padre cuando el minero de la isla del norte decidió, una tarde, no volver más.  Con la potestad que le confería a él ahora ser el paterfamilias sin elección de una familia sumida en la miseria, más temprano que tarde echó al hermano homosexual del hogar.

 

Ante estas circunstancias, el joven – muy joven – Abraham Ángel se fue a la Ciudad de México a seguir su sueño de ser pintor.

 

En el inframundo gay del México de los años veinte conoció a Manuel Rodríguez Lozano, el gran seductor de hombres y mujeres por igual, ex esposo de NahuiOllin y talentoso pintor figurativo.  Abraham se convirtió en su pupilo, aunque la obra tan característica del muchacho, pueril e invadida de colores, siempre se alejó de las influencias pictóricas de la obra de su maestro.  Su pincel, de una naïveté de alegres y vivos matices, paradójicamente termina transmitiendo sentimientos de angustia y desconsuelo.

 

Abraham Ángel pintó poco, y vendió seguramente mucho menos de lo que produjo.  Entre sus obras más emblemáticas se encuentran“La chica” (1924), “La mulita” (1923) “El tenista” (1924) y “Me mato por una mujer traidora”.  Los lienzos coloridos de Abraham Ángel nos remiten a Chagall, el pintor ruso de las figuras voladoras, pero no por eso lo supeditan a una escuela aprendida conscientemente.  Abraham Ángel es un pintor de la angustia, de la tristeza retratada alegremente, de las figuras infantiles producidas por un artista a quien el destino impidió fraguar completamente.

 

Me mato por una mujer traidora
Me mato por una mujer traidora

 

Atormentado por el desprecio sentimental de su maestro, Abraham Ángel se quitó la vida en un lúgubre cuartucho de la Ciudad de México, envenenado por una sobredosis de cocaína, contando apenas diecinueve años.  Su pintura, transgresora y original, sensorial y perturbadora, nos queda como el fugaz legado de un joven maldecido por un destino cruel.

 

Otro autorretrato Diego de Ybarra -442 -7

 

 

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