En un mundo de hombres y mujeres ¿qué queda para aquellos que no se identifican como completamente uno o el otro? ¿Qué es la transexualidad?
La historia de la homosexualidad, transexualidad, trasvestismo y transgénero es la historia de los cuerpos limitados, de la visión dual que manejamos, del concepto de que en este mundo sólo es posible ser hombre o mujer. Es esa falta de opciones la que sigue permeando un cúmulo de violencia intransigente, contra nosotros mismos y contra aquellos que deciden transgredir la norma. Una sociedad verdaderamente evolucionada se encamina a eliminar estas distinciones, e incluso, busca ampliar los conceptos, difuminando sus bordes y dejando un espacio de convergencia mucho más accesible para la eliminación completa de los roles de género y su repetición.
Allá afuera solo puedes ser hombre o mujer y estas dos ‘opciones’, con sus marcadas diferencias, no es algo que puedas elegir -de hecho intentar hacerlo te lleva a transgredir la norma-. La sociedad obliga a los cuerpos a insertarse en uno u otro y toma como único punto de partida los caracteres sexuales externos con los que se nace. Un pene significa entonces que ese cuerpo es hombre – será tratado como tal y se exigirán para él los usos y costumbres que corresponden a nuestra idea de masculino- mientras que una vagina identifica al cuerpo con una mujer e igualmente le corresponde cumplir con una serie de normas fijadas desde antes de su nacimiento.
El mundo social, familiar, escolar y laboral trabajan todo el tiempo para normatizar la adscripción completa de un cuerpo a su género correspondiente -correspondido no por elección propia- los niños no juegan igual que las niñas, no visten igual, no gustan de las mismas caricaturas o juguetes, no crecen para tener los mismos trabajos y no deben de tener las mismas metas o deseos.
Existen cuerpos transgresores, porque no logran acceder a lo que otros predispusieron para él. En cambio desean aquello que esta fuera de sí y que “no le corresponde por derecho propio”, debido a que sus características físicas lo norman y constriñen, lo limitan y le prohíben. Pero no, en realidad.
La transexualidad y el transgénero no es un fenómeno actual, como afirma la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, existen desde hace mucho y se ha presentado en todas las culturas. Su término comienza a desarrollarse hasta 1940 y denomina a aquellos individuos que desean vivir de forma permanente como miembros del sexo opuesto y que quieren someterse a cirugía de reasignación de sexo.
Los y las transexuales tienen la convicción de pertenecer al sexo opuesto al que nacieron, con una insatisfacción mantenida por sus propios caracteres sexuales primarios y secundarios, con un profundo sentido de rechazo y un deseo manifiesto de cambiarlos médica y quirugicamente.
Con el fin de lograr esto, los métodos son muchos… comenzando desde el tratamiento hormonal -que busca disminuir los caracteres secundarios propios y cambiarlos por los del sexo opuesto- siguiendo con la reasignación de identidad que implica vestir, comportarse y actuar en el mundo social como el sexo al cual se desea adscribirse -soportando los problemas de desinformación e intolerancia que todavía manejamos-, por ultimo, viene el cambio quirurgico de sexo, en el cual se implantara un pene o se reconstruirá una vagina en el individuo; además existen operaciones estéticas secundarias como implantes de seno, afilamiento de mandíbula y frente, extracción de mamas, etc.
La diferencia fundamental entre las personas transgénero y transexuales, aunque ambos concuerdan en sentir que su identidad no concuerda con el cuerpo físico que la biología les ha asignado -y que la sociedad ha moldeado-, es que los transexuales mantienen una marcada diferencia al explícitamente renegar de los órganos sexuales secundarios con los que cuentan, pues estos les impide visualizarse a sí mismos como completamente hombres o completamente mujeres. A diferencia de los trasvestis, ambos grupos han decidido vivir su vida completamente como personas del género que eligieron y no sólo se caracterizan de esa forma por breves periodos de tiempo.
La opción que todavía damos a aquellas personas que no nacieron para ser lo que todos y todo allá afuera intentaron convertirlos es limitada; tanto que la idea sigue siendo mantener los roles de género existentes y convertirse en uno o el otro. Aún se busca insertar a los cuerpos en orden a ser un ente completo y no existe la opción de la reconstrucción de ideales y nuevos patrones de comportamiento, la verdadera diversidad no existe. En cambio, existe todavía un profundo miedo al cambio verdadero, a la toma de responsabilidad para la creación de una sociedad más allá del género, falta mucho antes de alcanzar la era de los cuerpos libres.