Iatrogenia política

Lectura: 5 minutos

¿Qué significa iatrogenia?

En la práctica médica se emplea la palabra iatrogenia para referirse al daño producido por una medicina o por un procedimiento terapéutico o quirúrgico, que el médico recomienda, administra o realiza dentro de lo que está medicamente indicado, ya sea a solicitud del paciente o intentando salvar una situación crítica y grave sin salirse del protocolo establecido para casos como el que tiene frente a sí (JAMA, Journal of the American Medical Association).

Surge cuando la cura del médico provoca más daño que la enfermedad. Ese daño que el enfermo no tenía y que adquirió o se agravó por causa el propio médico o medicina. Incluso puede ser psicológica, cuando daña la integridad psíquica del paciente, con independencia de repercutir en agravamiento de la integridad física del individuo.

La iatrogenia está vinculada al aspecto hasta cierto punto aleatorio y cambiante de las enfermedades y situaciones críticas de salud que enfrenta el médico, pues, aun cuando existen protocolos, lex artis o praxis de procedimientos, en la realidad cada caso y cada circunstancia exige matices en su interpretación y aplicación, dejando así un amplio margen al error o al daño colateral.

La iatrogenia en otros ámbitos profesionales

Hay otras profesiones que son primas hermanas de la Medicina, por cuanto comparten la misma esencia metodológica y se comportan de manera semejante, en las que también es posible detectar algo parecido a la iatrogenia. Me refiero concretamente a la Política y al Derecho.

Su parentesco se debe a que las tres tienen como objetivo el gobernar realidades sujetas a un constante cambio. En el caso de la política, o más aun, de la Ciencia Política (entendida como arte de gobernar y mantener el control) la variabilidad de los acontecimientos sociales es inmensa e impredecible. Tratándose del Derecho, cada caso que se presenta en tribunales tiene sus peculiaridades derivadas de las circunstancias de tiempo, modo y lugar. Lo mismo ocurre en la medicina: cada paciente es único y, aunque puede presentar síntomas similares a los de otros, su padecimiento varía dependiendo de un sinfín de circunstancias, generalmente impredecibles.

A diferencia de otras ciencias naturales, rigurosas o matemáticas, las ciencias prácticas de las humanidades como la Política y el Derecho, se enfrentan a un objeto que difícilmente se deja atrapar en los estrechos límites de una ley general en la que se puedan predecir todas las eventualidades posibles, como siempre ocurre, por ejemplo, en las ciencias naturales como la Física, donde la “ley de la gravedad” se cumple necesariamente si se reúnen los elementos de peso y movimiento.

Riesgos en el tratamiento de situaciones anómalas

Las profesiones políticas y jurídicas pertenecen al terreno del conocimiento prudencial, en el que la ponderación del caso (de cada caso particular y concreto) es fundamental. El riesgo que se corre en su tratamiento es el de excederse en el remedio. En Política y en Derecho ese exceso se expresa de manera clara en el antiguo aforismo latino Summum ius, summa iniuria, que podríamos traducir como “el exceso del remedio -político o legal- produce más daño del que pretende sanar o solucionar”. Lo cual deberían tener presente muchos legisladores y gobernantes que piensan que es posible “curar” todos los padecimientos o enfermedades en lo social reformando y aumentando el número de leyes, decretos, normas, artículos e incisos, penas y sanciones, así como los códigos, circulares y reglamentos, sin advertir que el exceso reglamentario o normativo puede producir tal confusión en la sociedad que termina por salir más caro el remedio que la enfermedad.

Daños previsibles y malas prácticas

Los daños iatrogénicos pueden ser de tres tipos:

  • Predecibles o calculados, que es cuando el médico advierte efectos colaterales en el uso de ciertos medicamentos o en la aplicación de determinados remedios. En Política también hay daños colaterales, provocados por determinadas decisiones que pretenden sanar una anomalía económica u organizacional. Por ejemplo, reformar una ley para lograr mayor eficacia en la procuración de las funciones policiales puede producir molestias a algunos ciudadanos que se verán afectados por el hecho de vivir en determinada área de la ciudad donde se realizarán operativos de prevención delincuencial o de trabajar en determinados ramos de la economía que serán sometidos a escrutinio por parte de las autoridades.
  • Aleatorios, cuando el médico o, en su caso, el político, advierte el riesgo que conlleva la aplicación de una ley o de una determinada política pública y, sin embargo, se siente obligado a hacerlo por el bien de las personas. Se da prioridad a la decisión a pesar de los riegos, mismos que no clarifican a priori el tipo de daño que se pudiera generar. Es decir, al momento de tomar y ejecutar la decisión política, los posibles daños en lo social se representan como algo probable, y el gobernante los acepta en caso de que ocurran.
  • Pero los daños iatrogénicos más graves, a los que en medicina se denominan malas prácticas o mala praxis, son aquellos que son causados por negligencia, descuido o falta de cuidado y pericia. Es decir, cuando los daños que produce el remedio se deben a la ineptitud del médico o de quien, actuando como gobernante, pretende sanar una patología social o política. Una especie de culpa consciente, pues al momento de tomar y ejecutar la decisión política, los posibles daños en lo social se representan como previsibles o probables, pero el gobernante confía negligentemente en que no acontecerán.

Muerte de la Democracia y de sus instituciones

La negligencia como causa del daño iatrogénico en la vida política se puede deber a dos causas principales:

  • La obstinación ideológica: el creer que sólo hay un remedio posible y cerrarse a escuchar la opinión de otros expertos. Ortega y Gasset denominó a esta actitud -propia del hombre vulgar- hermetismo e indocilidad, típica de quien cree saberlo todo y no necesitar del conocimiento ajeno.
  • La ignorancia: el desconocimiento de la enfermedad, del enfermo y de las circunstancias patogénicas que producen la anomalía en las personas o en la sociedad. Por ello, es éticamente exigible que quien gobierna una realidad variable como el cuerpo político, el cuerpo social o el cuerpo físico, se informe y actúe de manera profesional para evitar malas prácticas o mala praxis que puedan llegar a causar (de manera notoriamente culpable) la muerte del paciente.

En el actual contexto nacional existe infinidad de padecimientos y graves daños en lo social generados por las equívocas decisiones -o aparentes intentos de remedio- de políticos, legisladores y gobernantes. Para efectos de gobierno y políticas públicas, bien podríamos utilizar la regla médica citada por Oscar Rodríguez en “masquemayores”, para exigir a nuestros gobernantes las medidas de seguridad (regla de los 5 correctos):

  • Medicamento correcto.
  • Dosis correcta.
  • Vía correcta.
  • Hora correcta.
  • Paciente correcto.

Constitucionalmente México es una república democrática, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Si para los políticos y gobernantes el paciente es “el pueblo”, entonces exijámosles evitar la iatrogenia política, ante su deber de realizar acciones correctas en favor de la democracia, “y si así no lo hicieren, que la Nación se los demande”.

Leyes para tu Bien ®

Acción social, Carlos Requena

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x