La guerra contra las drogas trae consigo más problemas de salud, muerte y daños económicos que lo que una correcta regulación podría acarrear.
Cuando la prohibición del alcohol comenzó las ciudades se movilizaron -personas y crimen por igual- para lograr su objetivo: venderlo y comprarlo. Parece extraño pensar en una época en la cual el alcohol era considerado una fuerte amenaza social y solo podía ser conseguido de forma ilegal en pequeñas casas clandestinas. Apuesto a que hoy en día más de uno tiene unas cuantas cervezas en su refrigerador y acostumbra salir ocasionalmente a lugares que se dedican exclusivamente a vender alcohol de diferentes tipos.
La concepción que tenemos acerca de lo que es el uso y el abuso de sustancias es limitada. Por ésto hay que culpar al gobierno y su política de cero regulación que trabaja bajo el concepto de “guerra a las drogas” y no promueven una educación real al respecto, ni explica el origen de las adicciones. Esta política implantada en todas partes -menos en Europa- tiene el 1% de efectividad. No obstante, ha costado la vida de 164 mil personas en un lapso de siete años (tan solo en México).
¿Existe a caso una mejor forma para que nuestra sociedad maneje el “problema” de las drogas?
