Activistas, estudiantes y presas políticas: la marca de las mujeres en el 68

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Heroínas anónimas, sin nombre, dolorosamente así es como han pasado a la historia muchas de las mujeres que participaron de forma activa en el movimiento estudiantil del 68.

El movimiento estudiantil del 68 no se desvaneció de inmediato. Tras la masacre en la Plaza de las Tres Culturas, grupos de sobrevivientes buscaron reorganizarse, muchos de ellos fueron perseguidos, aprendidos o tuvieron que vivir en la clandestinidad.

Aunque es más común encontrar investigaciones sobre los hombres que fueron aprendidos (las historias de Lecumberri son sumamente famosas), lo cierto es que casi siempre se obvia o se deja de lado la historia de las estudiantes que también fueron detenidas y que, en algunos casos, permanecieron detenidas durante varios años.

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Mujeres activas durante el movimiento

Heroínas anónimas, sin nombre, dolorosamente así es como han pasado a la historia muchas de las mujeres que participaron de forma activa en el movimiento estudiantil del 68.

A pesar de haber jugado un papel importante en todas las etapas del movimiento, todavía existe poca información histórica sobre ellas y sobre sus aportes en uno de los capítulos más importantes del México contemporáneo.

Universitarias, madres de familia, brigadistas, enfermeras, vecinas, ingenieras, profesoras, todas ellas se sumaron al movimiento desde sus inicios. Y aunque no se reconozca sus aportes en la medida de lo que se hace con los hombres, lo cierto es que ellas abrieron las puertas para la organización política en los años venideros.

Algunas de sus historias, también, fueron tanto o más dramáticas que las de sus compañeros.

Las mujeres presas

Por ejemplo, se sabe que al menos 8 mujeres fueron detenidas y llevadas al Reclusorio Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla. Ana Ignacia Rodríguez, “Nacha”, una de las detenidas, recuerda que de ellas, la mitad salió libre en 8 días. Las restantes cuatro, sin embargo, pasaron años presas, en condiciones todavía más duras que las de los hombres.

“Con los hombres hubo una diferencia, porque como ellos eran muchos, se estacionaron en una crujía y ahí les permitían escribir, les permitían leer, muchas cosas que les permitieron y con eso vivieron su prisión más tranquila. Tenían visita en celda, cosa que nosotros jamás tuvimos, podían jugar en el patio, meter libros, a nosotras no nos daban chance de comer en nuestras celdas. Siempre tuvimos que convivir con las presas comunes, bajábamos y recogíamos el rancho con toda la necesidad que teníamos y lo que hacíamos era lavarlo todo y luego le poníamos verduras, todo de contrabando, porque no estaba permitido. Y así era como comíamos un poco mejor”, relata Nacha, según rescata Animal Político.

Ella y Roberta Avendaño, la “Tita”, representante de la Facultad de Derecho ante el CNH fueron condenadas a 16 años de cárcel por delitos como robo, homicidio, lesiones, sedición e incitación a la rebelión.

Sus historias, así como las de otras mujeres, se ha rescatado sólo hasta hace pocos años, pero es una historia que debe permanecer en la memoria, como todas las de los y las participantes en el movimiento estudiantil del 68.

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