Todos deseamos estar relajados pero en ocasiones la vida no nos lo permite y los medios que comúnmente empleamos para reducir nuestra ansiedad tampoco sirven de mucho…
Ciudad de México.- Todos llegamos a sentir ansiedad en algún momento de nuestras vidas, ya sea, el miedo común que varios experimentamos antes de realizar una presentación importante ante un grupo de personas, o bien, esa horrible -y probablemente patológica- angustia a salir de la casa por temor a lo desconocido.
Cualquiera que sea la situación, existen diversos tratamientos ‘populares’ para controlar los nervios que provocan determinadas situaciones en nuestra vida. Dichas herramientas son empleadas sin fines científicos y certeros que comprueben su efectividad pero se mantienen como verídicas debido a su uso cotidiano y recomendación de voz en voz.
Métodos más comunes e inefectivos para tratar la ansiedad
Fumar
¿Tienes un exámen importante? ¿Acabas de salir de una pesada junta? ¿Tus hijos por fin lograron terminarse la pizca de paciencia que te quedaba? Parece difícil que la respuesta a todas estas situaciones angustiosas sea fumar un tabaco pero, siguiendo la idea popular, ¡lo es!
No te confundas, solo porque 7 millones de fumadores en México encuentren en el tabaco la solución a su ansiedad y estrés cotidiano, no significa que estén en lo correcto. De hecho, el cigarro mantiene el efecto contrario en nuestro sistema y exacerba los síntomas de ansiedad pues la nicotina actúa directamente en los receptores de dopamina y serotonina -por lo que además provoca depresión- y acelera el corazón reforzando uno de los síntomas físicos normales de un ataque de pánico.
Comer
Comer es bueno para ti, usar la comida para ahuyentar los problemas, las dudas o angustias, no tanto. La comida activa casi inmediatamente los sensores de placer en nuestro cerebro, por lo que puede parecer que la angustia ha disminuido, pero al igual que con el cigarro, la sensación de bienestar solo se mantiene durante el tiempo que la persona se encuentre saboreando ese bocado porque al terminar rápidamente regresa la tensión, el estrés y la ansiedad que nos orillo a comer en primer lugar.
Las papas fritas, las donas y los monchis de la tarde no alcanzan a solucionar una fuerte carga de tensión porque no son mágicos, lo único que logran es encausar una actividad que logra distraernos del verdadero foco de angustia y existen miles de personas que llegan a aplastar sus problemas bajo kilos y kilos de comida sin darse cuenta que su ingesta compulsiva no es más que un medio de evasión.
Distraerse
“No te preocupes, ve la TV un rato y olvídate de eso” “Salgamos de compras y así liberas tu mente” “Pensando en eso no vas a llegar a nada” ¿Te suenan conocidas? Son frases que comúnmente sirven de consejo para alguien que esta pasando por un momento angustioso o de gran ansiedad; nuevamente como con la comida lo único que se logra a través de esto es la evasión del problema central -que se mantendrá aflorando hasta que sea verdaderamente resuelto y no solo tratado con paliativos-.
No te recomendamos que durante un ataque de pánico comiences a cuestionarte de dónde surge tu ansiedad -en estos casos lo mejor es retomar el control de tu respiración y estabilizar los síntomas físicos- pero sí es necesario que indagues el trasfondo de aquello que te provoca ansiedad ¿cuáles son tus miedos relacionados? ¿por qué comenzó a presentarse de esta forma? y ¿en qué situaciones aparece? son algunos buenos inicios para encontrar respuestas y lograr, a través del insight, manejar definitivamente tu ansiedad.
