¿Por qué ‘sentimos’ con el corazón?

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Ahh el corazón… ese órgano bombea sangre que no sirve realmente para sentir nada… espera ¿las emociones no son controladas por el corazón? ¡Descubre cómo empezó el mito!

El corazón es un órgano que se ha mantenido como favorito dentro del imaginario colectivo, puede ser porque se ubica en la zona céntrica de nuestro cuerpo, porque su trabajo regula ese ‘mantenernos con vida’ que tanto nos gusta o porque por mucho tiempo -y en muchas culturas- se pensó en él como el refractario de emociones y regulador de aspectos espirituales.

La palabra corazón proviene del sánscrito kurd -esta es una lengua muerta desde hace más de tres mil años- y significa ‘venado que salta’ o ‘saltar’.  Los griegos hicieron una variación de la palabra y nació para ellos kardia -de donde se derivan algunos términos médicos- y posteriormente el latín se encargo de renombrar el órgano bajo el termino coratione que con el sufijo ‘cor’ indica algo así como acción o efecto de saltar.

No hay nada de romántico en la definición etimológica de corazón y no podemos evitar preguntarnos entonces ¿de qué va toda esa faramalla amorosa relacionada al órgano vital? Rastrear el punto exacto en el que las emociones fueron ligadas al corazón nos lleva casi tan lejos como el origen de la palabra misma; son infinidad las culturas, religiones y orientaciones filosóficas que asocian a ambos conceptos como dependientes el uno del otro pero aquí haremos nuestro mejor esfuerzo por explicar por qué “sentimos” con el corazón.

¿De qué va toda esa faramalla amorosa relacionada al órgano vital?/Imagen: Tumblr

¿De dónde viene toda esta sandez acerca de que las personas sentimos, amamos u odiamos con el corazón? Bueno, es parte de las creencias que muchas civilizaciones antiguas mantenían y que, aún después de la llegada de las ciencias exactas, no pudimos eliminar del todo de nuestro inconsciente colectivo.

El espíritu consciente mora más abajo, en el corazón. Tiene la forma de un gran durazno; está cubierto por las alas de los pulmones, soportado por el hígado y servido por las entrañas. Este corazón es dependiente del mundo externo. Si no se come por un día se siente extremadamente incómodo. Si oye algo espantoso, palpita; si oye algo enojoso, queda paralizado; si se ve frente a la muerte, se torna triste; si ve algo bello, se torna enceguecido”.

Este anónimo chino –El secreto de la flor, escrito en el siglo VIII- detalla en gran medida la creencia popular de la época. El corazón no siempre fue sólo un órgano encargado de bombear sangre, los mesopotámicos pensaban en él como un asiento para las emociones y la fuente del miedo mortal, además, albergaba en sí el secreto a la inmortalidad.

No hay nada de romántico en la definición etimológica de corazón/Imagen: Tumblr

Para los egipcios el corazón era una de las partes más importantes del ser humano pues albergaba el Ib  o la consciencia y moralidad de la persona. Su valor era tal que se pensaba que, cuando el juicio de Osiris se presentará -es decir, cuando la muerte llegará a tu cuerpo- el Ib sería mágicamente extraído por el dios para colocarlo sobre uno de los dos platillos de una balanza y sería medido con el contrapeso de la pluma de Maat (símbolo de la verdad y justicia); si el resultado era positivo el difunto podía vivir eternamente en los campos de Aaru o el paraíso.

 En la tradición hindú, existen centros de energía ubicados en diversas partes del cuerpo -desde el periné hasta la coronilla-. Estos chakras se dividen en inferiores -aspectos sexuales, emotivos y vegetativos- y superiores -aspectos intelectuales y espirituales-; es la labor del anajata, o el chakra ubicado a la altura del corazón, se encarga de unir estas energías materiales y espirituales al tiempo que elimina los opuestos.

El corazón no siempre fue sólo un órgano encargado de bombear sangre/Imagen: Tumblr

Los chinos consideraron que el corazón expresaba emoción y era la fuente del pensamiento e intelecto, para mantenerlo saludable el individuo debía evitar la lujuria y la codicia.  Las culturas mesoamericanas pensaban que el corazón era el asiento de la valentía, la perseverancia y la persistencia y por ello era ofrecido a los dioses -pues contenía un poder que los alimentaba-.

Cuando los filósofos presocráticos se dieron a la tarea de desentrañar las verdades del corazón, los pensamientos y las emociones, determinaron que el centro de todo era el cerebro e incluso se propuso que el lugar donde el alma y las emociones se sostenían era en realidad el hígado.

Lentamente la ciencia fue abarcando los aspectos profundos de las creencias más comunes de los tiempos antiguos, y hoy en día sabemos que el las estructuras responsables de los diversos eventos emocionales se encuentran en la parte frontal del cerebro. El sistema límbico se encuentra interconectado con el hipocampo -que controla la memoria-, la amígdala -que controla el miedo y el amor- y el hipotálamo -que mantiene el sentido de la auto preservación, identifica el peligro y lo controla prácticamente todo-.

Así que no, no sentimos con el corazón y a pesar de que sí es uno de los órganos vitales en el ser humano, la ciencia ha logrado desentrañar los numerosos mitos que se formaban alrededor de él, pero siempre podrás decir que aquello que esta pasando “lo sientes con todo tu corazón”, porque al final de cuentas, millones antes que tú, también estuvieron confundidos.

La ciencia ha logrado desentrañar los numerosos mitos que se formaban alrededor de él/Imagen: Tumblr

 

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