En medio de crecientes presiones de los grupos de izquierda y mayor encarecimiento de los de derecha, esta semana se aprobará la reforma política para dar paso a la reforma energética. Con el PRD fuera del Pacto por México, el gobierno federal, el PRI, el PAN y el PVEM han acordado ya las bases principales de las reformas que, sin duda, van a transformar y relanzar al país.
Durante el primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, caracterizado por claroscuros, donde la parte negativa ha sido el lento y bajo crecimiento y la persistente inseguridad en algunas regiones del país y la parte positiva son las reformas estructurales (laboral, educativa, amparo, financiera, fiscal, telecomunicaciones y competencia económica y transparencia, entre otras) aprobadas en el Congreso de la Unión; la negociación política se privilegió por encima de todo. Ahora, el 2014 se anticipa como un mejor año para los mexicanos.
Una vez que el Congreso de la Unión cumpla con los procedimientos legales de las reformas política y energética, el Pacto por México deberá replantearse aunque corre el riesgo de cancelarse, eventualmente. Si bien el Pacto por México ha sido el mejor recurso de concertación política de las últimas décadas (el Congreso ha aprobado 15 iniciativas propuestas por el Ejecutivo; tiene 10 pendientes en comisiones y ha dictaminado 16), las mesas de negociación del Consejo Rector ya no serán las mismas tras la ruptura del PRD pero dependerán de los acuerdos que se alcancen a partir del próximo año, después de las reformas político-electoral y energética que se aprobarán antes del 15 de diciembre.
El gobierno de Peña Nieto está interesado en reconstruir el Pacto aunque ha señalado que no será permanente. El interés de la administración federal se centró este año en la aprobación de las reformas y para 2014 “será el año de la eficacia en la implementación de las reformas”. La negociación seguirá siendo el soporte principal de un gobierno incluyente, que aspira a ser eficaz a partir de las reformas aprobadas.
Por lo pronto, el Congreso de la Unión avanza ya hacia una reforma política, que contiene varias medidas importantes: creación de un Instituto Nacional de Elecciones; reelección legislativa y de presidentes municipales; reforma del Distrito Federal; cambios a la regulación de los delitos electorales, con anulación cuando se rebasen los topes de campaña; consulta popular; el Ejecutivo tendrá la facultad de formar gobiernos de coalición y se adelantará la toma de protesta del Presidente de la República del 1 de diciembre al 15 de Octubre.
Como ya lo hemos señalado en este espacio, la reforma política es la antesala de la reforma energética. Y de ésta última depende el desarrollo nacional y la posibilidad real de alcanzar tasas de crecimiento económico superiores al 5 por ciento anual de manera permanente, lo cual permitiría revertir las condiciones de pobreza que arrastra el país.
Lo cierto es que México vive un proceso de transformación para convertirse en una nación más productiva, competitiva y próspera. La negociación se impone para someter a los poderes fácticos, a la oligarquía nacional, a grupos políticos y a feudos radicales que frenan la modernización y el desarrollo de México.
