UNICEF ha dado a conocer algunos datos relevantes que dan cuenta no solo de lo que se ha hecho sino de lo que falta por hacer para garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes afectados por los sismos de septiembre de 2017.
México.- Un año después de los sismos de 7 y 19 de septiembre de 2017, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala que pese a que “el gobierno mexicano ha desarrollado herramientas de alerta temprana, mecanismos para monitorear y sistematizar datos sobre desastres y amenazas, y estrategias para garantizar una respuestas temprana ante las emergencias”, no se monitorea el nivel de afectación por los desastres naturales en niñas, niños y adolescentes, sobre todo en los meses posteriores a la emergencia.
Por lo anterior, a través del Informe sobre la situación humanitaria de la infancia y la adolescencia a un año de los terremotos en México, UNICEF ha dado a conocer algunos datos relevantes que dan cuenta no solo de lo que se ha hecho sino de lo que falta por hacer para garantizar los derechos de los afectados.
El estudio cualitativo que realizó la UNICEF para recopilar datos, se concentró en los municipios de Jojutla, Morelos, y Juchitán, Oaxaca. Este se aborda en seis áreas: Agua, Saneamiento e Higiene, Educación, Salud, Nutrición, Protección de la Niñez y Políticas Sociales.
- Nutrición
No hubo garantía de que la ayuda se distribuyera de forma equitativa, eficiente y prioritaria durante el estado de emergencia. Niñas, niños y adolescentes recibieron alimentos enlatados y procesados que no contribuyeron a una nutrición adecuada ni eran del gusto de los menores.
“Las personas con redes de contacto más amplias y acceso a redes sociales pudieron adquirir más ayuda, mientras que las familias con menores contactos o sin acceso a internet tuvieron oportunidades muy reducidas de acceso a alimentos”.
- Salud
Las enfermedades más frecuentes reportadas en este sector de la población fueron conjuntivitis, urticaria, gripa, resfriados, tos, diarrea y tifoidea; generadas por el polvo de los derrumbes, exposición a condiciones climáticas adversas y consumo de agua y alimentos contaminados.
La mayor afectación que sufrieron niñas, niños y adolescentes fue a nivel psicoemocional. Aunque se brindó apoyo por parte de especialistas en la materia, este se redujo significativamente una vez que la emergencia se desactivó.
- Agua, saneamiento e higiene
Las comunidades ya contaban con problemas previos de abastecimiento de agua, de contaminación de la misma y de insuficiencia en la red de saneamiento.
En los días inmediatos después de los sismos, las necesidades de agua se cubrieron a través de donativos de agua embotellada y posteriormente se restableció el abastecimiento de la misma. Por otro lado, hubo una escasez de baños portátiles y de medidas de seguridad y privacidad en el uso de los mismos. Actualmente, la red de saneamiento se reconstruye lentamente, por lo que la población vive en riesgo sanitario.
- Educación
Los severos daños en la infraestructura de los planteles educativos no fueron el único impedimento para que los estudiantes volvieran a clases, ya que las escuelas que se encontraban en buenas condiciones fueron utilizadas como albergues, centros de acopio o de atención.
Los niños y niñas cuyas escuelas fueron dañadas asisten menos horas a clase (de dos a tres horas al día) y suelen asistir sólo dos o tres días a la semana. Entre las principales razones para asistir menos días y menos tiempo a clases, se identificaron el calor dentro de las carpas temporales donde se imparten las clases, la falta de instalaciones sanitarias suficientes y falta de agua para beber.
A nivel medio superior y superior, la deserción escolar aumentó pues lo jóvenes prefirieron integrarse al mercado laboral para apoyar económicamente a sus familias y solventar la crisis económica que viven como consecuencia de este desastre natural.
- Protección a la Niñez
Ya que la vida de la comunidad cambió sustancialmente, las afectaciones psicoemocionales en la población infantil son de gran envergadura y su atención actual es limitada.
Sin lugares de esparcimiento donde niñas y niños puedan realizar actividades que los involucren en su comunidad, se prevé un aumento en la violencia y la explotación que afectará a toda la población.
- Protección social
Algunos programas sociales de apoyo económico, como el caso de PROSPERA, hicieron modificaciones temporales para hacer llegar los recursos a la población por adelantado; sin embargo, ante una emergencia de estas magnitudes, los recursos no alcanzan a cubrir todas las necesidades básicas de una familia, como alimentación, salud, vivienda y vestido.
Algunas cifras de los donativos de UNICEF
Christian Skoog, representante de UNICEF en México, señaló que “el trabajo de UNICEF en México es posible en una gran medida gracias a las contribuciones de individuos y empresas, y lo mismo sucedió durante esta emergencia, pero un dato interesante es que, de los más de 8 millones de dólares recaudados, el 80 porciento provino del extranjero, demostrando la solidaridad del mundo hacia los niños y niñas de México”.
UNICEF dividió los recursos en dos fases: respuesta inmediata 31 por ciento y plan de recuperación 69 por ciento. Entre ambas fases, aproximadamente, el 52 por ciento de los recursos fueron destinados a que los niños retomaran lo antes posible su educación; el 22 por ciento se enfocó en aspectos de protección debido a la extrema vulnerabilidad de los niños ante situaciones de este tipo; el 22 por ciento fue destinado a agua, saneamiento e higiene; el 3 por ciento a salud y nutrición y el 1 por ciento a política social.
A su vez, el total de fondos recaudados le permitieron a UNICEF llevar a cabo las siguientes acciones:
- Distribuir paquetes de higiene a 3 mil 579 familias.
- Distribuir información sobre la importancia de continuar la lactancia materna y cómo hacerlo a 2 mil 400 mujeres, y capacitar a mil 359 profesionales de la salud sobre el mismo tema.
- Asegurar que 9 mil 370 niños, niñas y adolescentes tuvieran acceso a agua segura para beber y acceso a instalaciones amigables de saneamiento e higiene.
- Proveer espacios temporales de aprendizaje para 20 mil 560 niños, niñas y adolescentes.
- Distribuir escuelas en una caja para beneficio de 32 mil 400 niños, niñas y adolescentes.
- Capacitar a 5 mil 962 docentes en materia de apoyo psicosocial y currículo de emergencia.
- Abrir 37 espacios amigables para la infancia, en los que participaron 8 mil 290 niños, niñas y adolescentes y se atendió a mil 50 padres, madres y cuidadores.
UNICEF expresó que estos resultados fueron alcanzados en colaboración con contrapartes del gobierno, aliados de la sociedad civil y socios del sector privado entre otros, pero resaltó también los retos que se tienen por delante.
“Ahora tenemos la oportunidad de dar dos importantes pasos: debemos asegurar la continuidad de la educación durante y después de una emergencia por medio de escuelas más seguras y un currículo más flexible, y debemos también desarrollar protocolos y mecanismos de respuesta enfocados en la niñez y la adolescencia en particular, para que su afectación sea mínima y su recuperación mucho más rápida en futuras emergencias”, destacó Christian Skoog.
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