El humano ha hecho del comer un arte. Como tal, existen ciertas normas para llegar a la preparación total de todos sus elementos ¿conoces cuál es tu parte?
Ciudad de México.- Esta es la historia de un niño que no hace más que comer dulces, un día -por casualidades de la vida- termina convertido en un ente de azúcar con ojos de luneta y piernas de regaliz. Vivió condenado desde entonces a ser devorado cada recreo por sus compañeros de aula -pues mantenía una capacidad para regenerarse- y cansado de esta situación empeño todas sus fuerzas en no comer nada más que carne y comidas saladas; eso solo terminó por volverlo más apetecible para los perros del barrio que olían filete en su jugo cada vez que nuestro protagonista caminaba por las calles.
Francisco Hinojosa -autor de éste cuento*- nos ilustra un poco acerca del principio de la mala alimentación y sarcásticamente expone cómo el comer sólo cierto tipo de comida puede transformarse en nuestra peor pesadilla porque al fin de cuentas, “eres lo que comes”.
Otro aspecto importante del complicado -y a la vez tan gustoso- proceso de introducir alimento en nuestro cuerpo radica en el cómo. Mientras que comunmente lo único que hacemos es pasar la comida de nuestras manos a nuestra boca, sin preparación alguna, lo cierto es que nuestro estómago debe estar en perfecta forma para recibir alimento antes de que éste llegue a él.
¿Cómo se supone deberías comer?
Abre tu Apetito
Antes de comer, siempre prepara tu estomago. Un aperitivo es la mejor opción para estimular el sistema digestivo. ¿No entrarías a cuarta cuando ni si quiera has empezado a calentar el motor cierto? Lo mismo ocurre con nuestro estomago, es necesario calentarlo antes de comenzar a alimentarlo en serio. Lo mejor para estos casos son aceitunas, tapas o sopas (el jugo de naranja o limón con algo de agua y sin azúcar es otra gran idea); aunque también puedes optar por los clásicos: mezcal, coñac, vermú -¡Salud!-.
Facilita tu Digestión
Una vez que hayas concluido tus alimentos, es buena idea ayudar un poco a tu estomago a procesarlo, para ésto suelen ser empleados productos con cierto grado de alcohol como aguardientes o licores -en la edad media éstos eran combinados con hiervas pues se creía que eran éstas las que verdaderamente hacían el trabajo pesado-. También son buenas las bebidas calientes como el café, el té o las infusiones.
Reconcíliate con tu comida
Nada de demasiada grasa, nada demasiado picante, no mucho dulce y nunca te excedas en sal ¿suena fácil eh? Las reglas para mantener a tu estomago tranquilo, alejado de las incomodas ulceras o los problemas intestinales, son simples y seguirlas también. Deja pasar mínimo tres horas entre cada comida, no te satures y no consumas más de dos snacks al día. Piensa en aquello que pones en tu boca repercute unas cuantas horas después en tu sistema digestivo y reconcíliate con la idea de tu cuerpo como la perfecta maquina de acción que necesita cuidados y mantenimiento para evitar atrofiarse.
**Amadis de Anis… Amadis de Codorniz; Francisco Hinojosa/ Fondo de Cultura Económica, 1995.