Verano expresionista

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Amigos queridos:

Tal vez ya estén enterados, pero no está por demás comentarles acerca de la exposición temporal que se presenta en el Palacio de Bellas Artes. Son dos pequeñas muestras complementarias: “Expresionismo Alemán” y “Simbolismo Gráfico” de Edvard Munch; ambas de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). En lo personal, me da mucho gusto cuando los museos nacionales consiguen traer exposiciones internacionales de tan buena calidad.

A principios del siglo XX surge el expresionismo como una protesta contra los cánones de la época. Más que un estilo artístico, es un movimiento ideológico que pretende un cambio de consciencia; tal vez por esto, encontramos manifestaciones en todas las artes: literatura, cine, poesía, música, arquitectura, pintura, etc. Básicamente, buscan plasmar la realidad desde el interior subjetivo, que la recrea a partir de las emociones. Rompen con la forma para enfatizar con líneas y colores que proyectan sensaciones, convirtiendo al observador en cómplice de su discurso interno… bueno, eso pienso yo. No soy experta en estos temas, pero tengo gran gusto por ellos.

La muestra brinda una clara semblanza sobre la evolución de este movimiento, desde su inicio con el grupo Die Brücke (El Puente), que surge en 1905 fundado por Kirchner, Bleyl, Heckel y Schmidt-Rottluff. Después surge Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), en 1911, fundado por Kandinsky y Marc hasta la postguerra de la Primera Guerra Mundial.

La exposición consta de 249 piezas y 25 artistas. Cuenta con algunas obras -para mi gusto- maravillosas, otras muy interesantes y algunas no tanto. La museografía deja mucho que desear; hay cuadros colocados tan alto, que no podría verlos ni un hombre exageradamente alto, mucho menos yo; otros un tanto encimados y algunos más, mal iluminados. Lo que realmente me molestó, fueron algunas cédulas y fichas técnicas en las que pretenden explicarme lo que “quiso” plantear el autor. Claro, basta con no leerlas y listo.

La segunda exposición, cuenta con 24 piezas del noruego Edvard Much. Si no les suena el nombre, seguro sí les suena El Grito que, por cierto, una de sus cuatro versiones acaba de subastarse en mayo, alcanzando la pipiola de 120 millones de dólares. Ninguna de éstas nos visita, pero hay piezas fantásticas como La Maddona, entre otras. Esta parte sí me pareció bien montada. Vale la pena llegar temprano para degustar los cuadros con toda calma. Pese a lo mucho que los disfruté, me quedé con ganas de más. Como cuando quedas satisfecho con un platillo que te encantó, pero bien sabes que podrías comer otro bocado sin caer en la gula.

Palacio de Bellas Artes ubicado en Av. Juárez esq. Eje Central, Centro Histórico, 
martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs. Costo $43 hasta el 2 de septiembre. 

Les mando un fuerte y apretado abrazo,

Claudia

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