Verde de la envidia

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La envidia puede generarte enfermedades y disgustos por igual ¿estas preparado para dejar a un lado esta precariedad narcisista? 

La envidia… esa pequeña palabra que, en latín clásico, significa meter el ojo dentro (de un otro) y después sentir hostilidad o celos de eso que se vio. No es más que el representante simbólico de todo aquello que -creemos- nos hace falta. La envidia es la gangrena del alma que describía Unamuno, el cáncer de las sociedades que predijo Camús, el dardo envenenado que lanzó Voltaire, una peste luzbeliana como la de Quevedo… bien dijo alguna vez Reyes Mate:

La envidia siempre será el amargo pan de los vencidos.”

Es momento de aceptarlo, en todo lugar, sociedad o época ha existido la envidia. Este sentimiento de pérdida en comparación con un otro se trata únicamente de una poderosa defensa ante la percepción de la propia inferioridad. Se odia a otro para no sentir odio contra uno mismo.

La psicoanalista Melanie Klein explica que el envidioso observa los méritos o fortuna ajena como distorsionados, les mira torcidamente. Tienen como característica principal ser miméticos y hacer meras reproducciones. Según la experta, el verdadero genio es emprendedor, ocurrente, original y artista; mientras que el envidioso solo puede permitirse admirar la energía generadora de otros y es por ésto que trata de socavarla, trivializarla o arruinarla buscando dañar la admiración que alguien más pueda tenerle.

De todos los pecados capitales la envidia es el único que no genera un goce como tal, como Miguel de Cervantes explica:

Todos los vicios, traen un no sé qué deleite consigo; pero el de la envidia no tal, sino disgusto, rencores y rabias.”

E incluso fue Aristóteles quien determinó hace siglos que la envidia era el medio generador de enfermedades deletéras, es decir, mortíferas o venenosas. Acuñó lo que se conoce como el ‘enfermo de envidia’ y señaló que estos pacientes suelen ser de una palidez impresionante, tienen los ojos hundidos, aspecto torvo y degenerado pues solo la envidia tiene efectos corporales que se enmarcan como rasgos físicos. Tiempo después Juan Luis Vives -filósofo del siglo XV- hizo bien en ligar a los envidiosos con una extraña tonalidad verde que adquirían debido a los efectos directos que la envidia tiene sobre el hígado y su capacidad para producirles bilis y así decir con toda seguridad que uno esta verde de envidia.

Imagen obtenida por: Tumblr

 Por Diana Caballero

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